Nos encontramos en Esparta, en el año 480 A. C. El rey Leónidas recibe la visita de un enviado persa, quien le informa que una fuerza extraordinaria de hombres, “tan masiva que sacude la tierra con su marcha”, está en camino hacia Grecia. Los atenienses ya se han rendido, y a su vez el rey persa Jerjes requiere de Esparta un ofrecimiento de agua y tierras, a cambio de su salvación. En una acción muy poco diplomática, y al grito –ya célebre- de “¡esto es Esparta!”, Leónidas arroja al enviado a un foso. No hacen falta más demostraciones para que a los persas les quede claro que tendrán que batallar.
Pero el panorama se complica. Los sacerdotes Éforos prohíben que los espartanos vayan a la guerra, dado que en esas fechas se celebra la fiesta sagrada de la Carnea, aunque el verdadero motivo es que han sido sobornados por los persas. Un frustrado Leónidas desobedece la orden y, acompañado por su guardia personal de apenas trescientos guerreros, más sus aliados arcadios, elabora un plan para detener el avance extranjero. Su idea es desviarlos con una enorme pared de rocas hasta el estrecho paso de las Termópilas (las Puertas Ardientes), donde de nada les servirá a los persas su holgada superioridad numérica. Allí los espartanos, aún con todas las cartas en su contra, no preguntarán cuántos son, sino que vayan saliendo…
El plan parece marchar a la perfección, los débiles soldados enemigos caen como muñecos. Jerjes, el andrógino rey-dios persa, acobardado ante la demoledora pared humana de los espartanos, ofrece a Leónidas una última oportunidad de sumisión, que el monarca rechaza con ironía. Sin embargo, un monstruoso y resentido soldado –Efialtes- se volverá contra sus compañeros y provocará su perdición. Finalmente, los trescientos espartanos deberán resistir a los cientos de miles de persas en toda su plenitud, en una lucha por el honor que quedará en la Historia.
Escrita y dibujada por Frank Miller, espléndidamente coloreada por Lynn Varley, 300 se publica a través de Dark Horse como miniserie de cinco comic-books, entre mayo y octubre de 1998. Miller plantea cada plancha de la historieta como una doble página, luego unificadas para su posterior recopilación en libro en formato apaisado. En nuestro país tiene una primera edición por editorial Gárgola allá por 2007, hasta que a principios de este año aparece una segunda, esta vez a cargo de Ivrea.
Más que tomar como base el verdadero enfrentamiento histórico -del que se permite varias licencias-, Miller toma como modelo la película The 300 Spartans, de Rudolph Maté, cuya visión lo había impactado en el cine cuando era chico. La elección de esta historia como siguiente punto fuerte después de Sin City genera mucha incertidumbre al momento de su lanzamiento. Sin embargo, el autor cae muy bien parado: 300 es un suceso que se alza con los premios Eisner a Mejor Serie Limitada, Mejor Artista Integral y Mejor Color; dos premios Harvey, por Mejor Serie y Mejor Color; y un premio en el Salón del Comic de Barcelona por Mejor Serie Extranjera.
Que una obra ovacionada por la crítica levante discusiones entre los lectores no es para nada un hecho infrecuente. Para entender mejor este caso quizás haya que dejar de lado los aspectos ideológicos -se la ha acusado de demasiado maniquea y hasta de fascista-, y de rigor histórico para concentrarnos en la construcción de la obra, tanto en el aspecto estético como narrativo. Y aquí 300 gana en todos los frentes. La composición rupturista de la página ya desde la elección misma de su formato, con una viñeta central que la abarca por completo acompañada de otras más pequeñas, casi minúsculas, le otorgan a la obra -contra todos los pronósticos- una fluidez narrativa excepcional. Esto se logra, es obvio, por el oficio de Miller, sus años de trabajo y su amplio conocimiento del campo. “Me gusta sintetizar las cosas –cuenta-, y hay momentos de mis guiones que no me agradan demasiado porque me dejo llevar con el discurso. 300 fue un maravilloso ejercicio de síntesis. Hay que tener en cuenta las exigencias de la historia, y además tampoco se puede hacer una historia de espartanos locuaces. Eran gente de pocas palabras”. En la faz gráfica, el comic es todo lo que puede esperarse del autor de The return of the Dark Knight, con un bienvenido regreso al color luego del furioso blanco y negro de Sin City. Y esto trae también el regreso de Lynn Varley, que –vale la pena repetirlo- se despacha a gusto con un bellísimo trabajo en los fondos y las vestimentas de los personajes.
Para hacerla corta: un argumento bien desarrollado, un estupendo trabajo narrativo y gráfico, y una trama tan interesante como para permitir la posterior polémica y debate de ideas. 300 es una victoria más dentro de la larga lista de medallas del Capitán Miller. Y un clásico que ojalá perdure –como su historia original- por unos cuantos siglos más.
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