Esta es una obra de 2012, fresquita, editada en Francia por Glénat y en España casi sin delay por los amigos de EDT. Alicia en el País de los Monos nos invita a descubrir a un Nicolás Keramidas mucho más original y zarpado que el que se consagró con Luuna. Así como en esa serie se le notaba al dibujante su pasado como animador en Disney y Luuna nos recordaba bastante a Pocahontas, acá Keramidas lima para el otro lado, para el del dibujo cercano a la animación, pero mucho más funny, más descontrolado, más expresivo… más Looney Tunes, si se quiere. En los fondos, se va al carajo como se iba Carlos Meglia en Cañarí, en las caras y los cuerpos por momentos parece Roger Langridge y en la narrativa, se da el lujo de romper varias veces la puesta en página tradicional, para llevarnos por verdaderos laberintos de viñetas, pero sin que nos perdamos nunca.
Porque …el País de los Monos es, ante todo, una historieta para chicos. Pensada para que la disfrutemos también los grandes, claro, pero concebida básicamente como una aventura trepidante, delirante y apenitas zarpada, para chicos de 8 a 11 años, más o menos. Algo parecido a lo que sucedía con la otra creación del guionista Tebo que se publicó en castellano: la ácida y satírica Capitán Bíceps, con los gloriosos dibujos de Zep.
Está claro que a Tebo le gusta jugar en el límite entre la historieta para todo público y la historieta un poquito más jugada. Acá, sobre esa línea, hace magia, como hacía el Pájaro Caniggia sobre la línea de cal. Los personajes son impredecibles, carismáticos y –en algunos casos- bastante groseros. La epopeya avanza de modo lineal, con margen para colgarse a contemplar este mundo alucinante y hasta para que los personajes canten y bailen. Los diálogos están afiladísimos y en ellos reside buena parte del atractivo de los personajes, especialmente de Eddy, el mandril barriobajero que hace gala del siempre gracioso lunfardo español. Los traductores Pedro Riera y Aliénor Benoist hicieron lo que todo traductor debe hacer: respetar al autor y cagarse en el público minoritario. ¿Estamos traduciendo para España? Perfecto, tío: cambiamos todo el lunfardo francés que puso Tebo por lunfardo español y si no lo entienden en Latinoamérica, a tomar por culo, coño.
Lo mejor del libro (que está repleto de hallazgos por donde se lo mire) es sin dudas la conjunción entre guión y dibujo, la forma en que Tebo y Keramidas se apoyan uno en el otro para potenciarse mutuamente. Este guión, con un dibujante del montón, también habría levantado unas cuantas ovaciones. Keramidas, puesto a dibujar un guión con mucha menos onda, seguramente también la habría descosido. Ahora, lo que sale de la unión, de la fusión entre estas dos bestias es un comic brillante, cautivante de principio a fin, que no querés que se termine nunca.
Alicia en el País de los Monos te propone 50 páginas de diversión en estado puro, con humor, acción, delirio, riesgos muy bien asumidos en la narrativa, un colorista (Nob) que se complementa a la perfección con el dibujante y –lo más atractivo- un mundo nuevo para explorar, que se nutre en parte de la mitología de Tarzán y en parte de las aventuras de la Alicia de Lewis Carroll, pero que rápidamente cobra su propia identidad y brilla (como suele decirse) con luz propia. Tebo y Keramidas dejaron el alma en cada viñeta de este álbum (que ojalá tenga infinitas secuelas) y eso se nota y se agradece. Ahora que está medio de moda la historieta para chicos, de acá se puede aprender un montón.
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