Mucho más que casi todos sus contemporáneos, Reuben Flagg es un héroe de su tiempo, un héroe posmoderno que representó a la perfección el espíritu de los ‘80.
Flagg es, ante todo, un minimalista. No necesita capa ni disfraz para tratar de imponer justicia. Le alcanza con un uniforme pseudo-policial y con lo esencial de todo héroe: ser un tipo excepcional a quien las circunstancias llevan a elevarse por encima del resto y a confrontar con éxito los flagelos de su tiempo.
En segundo lugar, buena parte de la serie gira en torno a la transformación de Flagg de chico inocente y bienintencionado a un tipo más cínico, que aprende que para ganar, muchas veces hay que jugar sucio. Y paralelamente aprende a no agrandarse, a no creérsela. Por eso, Flagg es un héroe que no se toma a sí mismo demasiado en serio (un rasgo constante y ennervante en tantos otros personajes), lo cual deja abierta la ventanita para una identificación mucho más fuerte por parte del lector, y además es una especie de tributo de Chaykin al Plastic Man de Jack Cole, al que venera desde su infancia.
Y, lo más importante, Flagg es un héroe con defectos. No sólo porque cancherea y se la cree, no sólo porque su educación lo hace quedar como un ingenuo (cuando no como un pelotudo) frente a la corrupción desenfrenada con la que se topa, sino porque además es un mujeriego compulsivo, que se mete en los más inenarrables despelotes con tal de acostarse con cuanto minón infernal aparece en su revista (y créanme, son muchas).
American Flagg! se caracterizó por su incesante desfile de escotes y tacos altos, y por su modo sumamente abierto y adulto de encarar el tema del erotismo y la sexualidad, del que tan poco se hablaba hace 30 años en el comic yanki. Por supuesto, esto le valió a Chaykin la crítica de los sectores más reaccionarios del ámbito del comic, pero el autor explicó su postura con total claridad. “Acá el problema, lo que confunde a la gente, es que siempre que se tocó el tema del sexo en los comics se hizo en comics muy malos, estúpidos, banales, sexistas, una cagada. En la historieta nunca se asoció lo sexual con lo inteligente, sino con mierda para imbéciles. De ahí viene la confusión”.
Con esa coherencia, y sin llegar nunca a los niveles de sexo explícito de Black Kiss (un proyecto posterior a AF! repleto de travestis, fellatios y demás elementos típicos del cine XXX), Chaykin le puso pimienta y cachondeo al comic de los ‘80.
Track 5 > SIGNO DE LOS TIEMPOS
Alguna vez, Chaykin dijo “El problema más grave de American Flagg! es que hace algo que ningún comic debería hacer: requiere tiempo”. Y eso es absolutamente cierto. AF! no sólo entra en la historia del comic adulto por su lenguaje zarpado, o por el tratamiento de temas como política, violencia, sexo, etc. Estamos ante una historieta difícil de digerir, pero sobre todo difícil de leer.
A diferencia de los comics obvios y lineales, AF! conserva el caos de la vida real: personajes que aparecen y desaparecen, o que cumplen un rol absolutamente menor en una trama para luego ser centrales en la siguiente, muchísimos diálogos que arrancan ya empezados (tipo “…entonces lo mira y le dice ¿vos me estás jodiendo?”), datos importantísimos para la resolución de los plots que están apenas insinuados en cosas que pasan en los fondos, o en mínimas pantallitas de tele… Todo está dado para que uno preste mucha, mucha atención, o se pierda en ese desfile de tetas, chumbos y trompadas magníficamente dibujado.
La narrativa de Chaykin es clara. El tipo no se priva de dibujar nada (el minimalista es Reuben, no Howard) y hay detalles cuidadísimos por todas partes. Igual, el tempo del relato fluye, nos lleva casi como si estuviéramos viendo cine (pero acá hay que prestar más atención). Todo está dosificado con mano maestra, pero dentro de un planteo denso, con muchas capas de información, con muchos niveles de lectura y con un notable lucimiento del letrista, el gran Ken Bruzenak.
Chaykin estructura sus primeros 12 números (los que planificó antes de empezar la serie) como una única historia, dividida en cuatro arcos de tres episodios de 28 páginas cada uno. Un desafío monumental, no sólo en términos de planeamiento, sino también de realización, ya que el autor escribió y dibujó los 12 números en un año y sin ayudantes.
La apuesta dio resultado y AF! se convirtió en un éxito rotundo. Con los bolsillos repletos, First y Chaykin acordaron condiciones más razonables para el segundo año. Además de ganar más plata, Chaykin pasa a dibujar sólo 20 páginas por mes, de tal modo que ahora estructura los arcos de a cuatro episodios en lugar de tres. Contrata a un ayudante, deja que los n°s 13 y 14 los dibujen sus amigos James Sherman y Pat Broderick, y para los n°s 15 al 18 produce pin-ups de los principales personajes que complementan las historietas y brindan información de gran utilidad para la gente que se enganchó tarde.
Los primeros 26 números prácticamente no tienen altibajos y son, además, donde Chaykin forja el estilo que veremos luego en otras obras suyas (The Shadow, Blackhawk, Black Kiss, Midnight Men, etc.): un primer tramo que presenta personajes y plantea un conflicto, un segundo tramo que presentan más personajes y suma caos, misterio y aparente incoherencia al conflicto, y un episodio final donde todo se resuelve de modo sorpresivo y brillante y hay una explicación para cada cosa. Ese es el Chaykin auténtico, el que hoy es un referente ineludible en la obra de, por ejemplo, Warren Ellis, o Dylan Horrocks.
Pero claro, la fiesta no podía durar para siempre y 1986 marca la despedida de Chaykin de la serie que lo consagró. DC lo convoca para relanzar a The Shadow, First le encarga páginas nuevas para las novelas gráficas que reeditan los primeros doce números de AF! en formato de lujo (y con puteadas poco usuales en los comics de los ‘80) y, como si esto fuera poco, Chaykin crea un nuevo concepto, un nuevo universo con reglas menos rígidas, donde siente que puede jugar con mayor libertad.
Así, en Noviembre de 1986, First edita el increíble American Flagg! Special (escrito y dibujado por Chaykin) que es, en realidad, la presentación de este nuevo concepto, Time² . Y al toque, en un lapso de apenas diez meses, salen The Epiphany y The Satisfaction of Black Mariah, dos maravillosas novelas gráficas (cátedras de ironía y de sofisticación típicamente ochentosas) ambientadas en el universo de Time² (ya hablaremos un poquito más de eso, en la próxima entrega).
Mientras tanto, a partir del n°19 de AF! empiezan a aparecer back-ups, breves historias complementarias a cargo de otros autores. Seis de ellos los escribe el mismísimo Alan Moore, pero tiene muy mala suerte con los dibujantes y, cuando su historia desemboca en un n°27 íntegramente escrito por él, el resultado es lamentable.
Chaykin vuelve en el n°28 pero sólo como guionista, en una buena trilogía dibujada por Joe Staton. Luego co-escribe junto a su amigo Steven Grant los n°s 31 y 32 (donde debuta como dibujante regular Mark Badger) y chau, buenas noches. Grant se queda hasta el n° 37, pero sin producir buenas historias. Para esta época, los back-ups tienen un protagonista estable: Bob Violence, muy bien dibujado por el entonces novato Norm Breyfogle.
Las esperanzas de recuperar el prestigio y las ventas perdidas están puestas en el n°38, donde llega para hacerse cargo de la serie un guionista por entonces encumbrado, J.M. De Matteis, que venía de levantar prestigio en pala con su serie Moonshadow. Pero la cosa va para atrás: De Matteis lleva a Flagg y Raul de gira por lo que quedó de los EEUU y descubrimos que parte de lo que hacía funcionar a las historias de Chaykin era lo atractivo de la vida en el Plexmall de Chicago. Además, los personajes están fuera de carácter (Flagg se hace alcohólico!) y… hasta visitan California, que según Chaykin se había hundido en el Pacífico!
Para cuando se publica el n°45, alguien hace las cuentas y dice basta. American Flagg! sin Chaykin era como Virus sin Federico Moura, como InXS sin Michael Hutchence, como la Selección del ‘86 sin el Diego. La serie arrimaba al n° 50 y había que recuperar la dignidad perdida. Badger y De Matteis se iban a DC (donde nos regalaron una lindísima miniserie del Martian Manhunter) y First prometía que la bandera de AF! volvería a flamear bien alto.
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