Enterate por qué este noir ochentoso de Akimi Yoshida todavía puede lucirse y ser digno del título de clásico.

Banana Fish (parte 2)

22/06/2022

| Por Sebastián Aguilera

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banana_fish_8Cuando una obra comienza a llamar la atención y eventualmente se viraliza puede tener la mala suerte de quedar reducida a un concepto. Si somos sinceros, en muchos casos no van más allá de lo que mencionan en las redes sociales. En otros casos, como el de Banana Fish, es injusto. Es triste pensar que ese drama urbano en el que Akimi Yoshida ahondó en conflictos de pandillas y guerras de mafias durante los ´80 atraiga o aleje al público por ser considerada solamente una historia de amor entre dos pibes de mundos diferentes.
En los primeros tomos de Banana Fish, la historia se centraba en la droga que da nombre al manga, sus efectos y el plan del líder de la mafia corsa, Dino Golzine, para ganar poder gracias a ella. A través de esto, Akimi Yoshida, nos sumergió de lleno en el mundo de las pandillas, los bajos fondos y también las mafias en el que Ash y sus aliados sobrevivían e iban ganando poder. La aparición de la droga fue el elemento del que se valió la mangaka para romper el statu quo de los protagonistas e iniciar con fuerza la trama. Si bien en los primeros tomos hay momentos de mucha tensión, como el escape de la prisión o la muerte de Shorter, en realidad son para configurar un escenario en el que los personajes van a estar constantemente en jaque.

Imagen-4Mafias y pandillas
En Banana Fish hay dos submundos que se benefician mutuamente: las pandillas urbanas y las mafias. Es una relación dinámica en la que las alianzas y traiciones se tejen a medida en que las batallas se hacen más intensas. Esto es algo que la autora usa con maestría para profundizar relaciones entre los personajes y marcar evoluciones dramáticas notables.

En el manga cada pandilla o mafia es una entidad compleja, con personajes muy desarrollados que interactúan y evolucionan mientras sobreviven a batallas brutales:  Ash y los suyos son adolescentes que ganan terreno en los suburbios de New York. Al principio están bajo el ala de Dino y la mafia corsa. Sin embargo, las pujas de poder con Arthur y la ruptura con el mafioso cambian totalmente la naturaleza de este grupo. La mafia de Chinatown marca un tira y afloje con Ash desde la muerte de quien fue su brazo derecho, Shorter. Sin embargo, hay dos personajes clave, Sing Soo-Ling que va a evolucionar de alguien que odia al blondo protagonista a un aliado muy valioso en las batallas finales. Por otro lado, hay una suerte de “anti Ash”: Yut Lung, un estratega brillante y sádico que está a la cabeza de la familia Lee. Es un personaje que va a aliarse con la mafia corsa para hacer caer a Ash.
Las pandillas afroamericanas son un brazo fuerte, lo que les permite marcar un equilibrio en ese submundo. El líder de los Black Sabbath, Cain Blood, se vuelve clave en las batallas más cruentas.

04Enfrentamientos épicos
En Banana Fish hay un trabajo narrativo enorme. Más allá del talento de la autora, son evidentes la investigación de locaciones y, sobre todo, la puesta en escena. Hay muchas páginas donde el diálogo peca de ser excesivo, hay demasiadas explicaciones y una sensación de estática que es grave en los mangas. Sin embargo, es un recurso con el que Akimi Yoshida crea un tablero complejo en el que muchos personajes van a interactuar desde distintas posiciones. Es algo difícil de lograr y hacer que funcione. Aún más difícil explotarlo en varias sagas. Es aquí donde el manga brilla y se vuelve adictivo.
El primer momento donde esto se hace evidente es en la lucha a muerte entre Ash y Arthur. Hay una tensión que va in crescendo desde el momento en el que las pandillas preparan el terreno para que sea una lucha de uno a uno. Aquí Yoshida utiliza a los seguidores de Ash con maestría, pero sobre todo da mucho peso a Cain y los suyos, quienes están de mediadores para que nadie más intervenga en la pelea. En un giro brillante, Arthur traiciona el pacto de honor. Trae a sus seguidores armados para que asesinen a Ash y los suyos. Aquí la acción deriva en la inevitable batalla entre los dos personajes, donde el protagonista queda malherido. No hay descanso y comienza otra saga con aún más tensión: La del rescate de Ash.

42601108_747821888892784_2815271777431715840_nEste crescendo va en aumento hasta los tomos en los que comienza la saga final. Aquí el peso recae en un trabajo psicológico fallido sobre Ash, donde la culpa se vuelve protagonista y Eji se convierte en su punto débil, cosa que Golzine y Lee aprovechan para ponerlo en jaque y finalmente romperlo. Son momentos lacrimógenos mal logrados que rompen con la épica de los tomos anteriores.
Por supuesto, Ash destruido no es interesante y el protagonismo pasa a Eji que finalmente evoluciona hacia un personaje de acción. Lo acompañan secundarios como el reportero Max, Cain y Sing. Aquí el manga retoma con mucha más fuerza que antes a una ida y vuelta de enfrentamientos, hasta que llegan Foxx y sus mercenarios. Si la mafia y las pandillas eran violentas, no se comparan con el sadismo del francés. Él es el gran desafío final, la cumbre del peligro con el que el manga llega al clímax final y a un cierre explosivo.

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La adaptación estuvo a cargo del estudio MAPA (Maruyama Animation Produce Project Association) conocidos por su adaptación de Jujutsu Kaisen, Kakegurui y por supuesto, Banana Fish. Por otro lado, tuvieron impacto mediático en el 2021 por un escándalo en Twitter en el que un grupo de animadores acusaron a la compañía por condiciones laborales deficientes.
Entre Julio y Diciembre del 2018 se emitieron los 24 episodios de la adaptación del manga ochentoso en el canal Fuji TV en Japón. Para el resto del mundo la emisión fue a través de Amazon Prime Video.  La dirección estuvo a cargo de la animadora Hiroko Utsumi, conocida por su trabajo en clásicos modernos como Free!, Lucky Star y la lacrimosa Clannad. En cuanto a guion, Hiroshi Seko, quien estuvo en Gainax se encargó de adaptar en 24 episodios lo más importantes de los 19 tomos.
Como fanático de los´80, tengo que admitir que me chocó un poco el cambio de época en la adaptación. Atrás quedó la década del walkman y los pelos batidos para dejar lugar a los tiempos actuales. Si bien es un cambio que no influye significativamente en la trama, marca una ruptura estética importante con respecto al manga. El vestuario, los peinados y el entorno se actualizaron, en algunos casos para bien y en otros, como el peinado de Shorter… para la controversia.
La cantidad de material que hay en las páginas de Banana Fish es enorme. Hay mucho trabajo de desarrollo de entornos y personajes que se perdió en la adaptación. Sin embargo optaron por dejar el fuerte narrativo en la relación entre Ash y Eji y la guerra contra Dino Golzine. Las grandes batallas y los momentos clave del manga están presentes, pero diluidos. Muchas veces se siente gusto a poco. Al animé le falta esa construcción narrativa enorme de Akimi Yoshida. Aun así hay que admitir que funciona bastante bien. Es dinámico y la trama avanza con muy buen ritmo.
323732382e6a7067La gran contra es la forma en la que retrataron a Eiji Okumura. Demasiado inocente, adorable de acuerdo a modas actuales y hasta un poco tonto. Su evolución es nula frente a su contrapartida del manga. De hecho, esa química que se ve en las páginas donde el nexo que tiene con Ash trasciende incluso las palabras, aquí es la de un animé standard. Más allá de eso, es una adaptación digna, bien animada y con una buena banda sonora, incluso cuando carece de ese toque ochentoso.
Un detalle curioso es que el título de cada capítulo es un homenaje a obras literarias clásicas como “Por quién doblan las campanas”, “Las nieves del Kilimanjaro” y “Los Asesinos” de Hemingway, “El Guardián en el centeno” y “Un día perfecto para el pez banana” -¿Les Suena?- de Salinger entre tantos otros.

 

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