Como si de una “tanda” se tratase, esta serie de notas sobre antologías entra en un breve impasse en cuanto a analizar series largas. Esta nota y una más van a estar centradas en colecciones de duración escasa pero que, por su importancia, no merecen quedar sin su respectiva reseña. Estas tres siguen un lineamiento estético que permiten juntarlas en una única nota (las otras no tanto, pero bueno, es lo que hay), además que dos de ellas comparten autor.
La historia de las primeras dos antologías de hoy comienza en 1976, cuando el maestro Joe Kubert y su esposa Muriel fundan la Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Art en Dover, New Jersey. Los primeros alumnos en ingresar se graduaron dos años después, y ahí se encontraban Stephen Bissette y Rick Veitch, quienes junto a John Totleben (que no llegó a graduarse) forjaron una amistad que se vio reflejada en Swamp Thing: cuando Totleben, que era el dibujante titular, no llegaba con un número, recomendó a Rick, quien terminaría a cargo de los guiones una vez que Alan Moore diera por concluído su paso por el título. Por supuesto que, más allá de ese trabajo, los quías hicieron sus primeros palotes en el (ya no tan incipiente) mundo del comix underground a principios y mediados de los ´70.
Ya graduados, Bissette y Veitch pasarían a la planta de la gloriosa Epic Illustrated con historias cortas y serializadas. Pero la idea de colaborar juntos siempre estuvo presente, sobre todo por la afinidad al terror que ambos profesaban. De hecho, una de las historias más célebres de Veitch es Two-Fisted Zombies.
BEDLAM!
Estamos ahora en Septiembre de 1985, cuando la editorial Eclipse (conocida por ser el primer hogar norteamericano de Miracleman, donde justamente Steve y Rick laburaron) publica en simultáneo los dos únicos números de esta antología que, justamente, recoge lo mejor de esos trabajos tempranos de los dos artistas, algunas ya vistas en las revistas Epic o Heavy Metal y otras completamente inéditas. Casi todas estas historias aparecen por primera vez a todo color.
El gran hallazgo de Bedlam! -más allá de recopilar todas estas historias cortas en dos números- está en mostrar un salto de calidad artístico importante (para este entonces Bissette estaba en Swamp Thing y Veitch debutaba como solista en The One) entre sus primeros dibujos y el ´85. Además, es una clara muestra del humor corrosivo que manejaban. Si bien muchas de las páginas de Bissette son de tinte fantástico, gran parte de estas tienen una intención “graciosa”, o más bien mala leche. Veitch en cambio es un sardónico total, desde su primera historia “Sneaky Pete”, completamente muda, donde el protagonista es un vagabundo que tiene el poder de convertir a otras personas en borrachos y vagos. No es lo único, claro: el nº 1 tiene un repaso por la historia del cine de género llamado “Forgotten Fears of the Fifties” (parodia a la revista de información Famous Monsters of Filmland), y su obra cumbre del malalechismo (hasta que apareció Brat Pack años después, ojo), Nutpeas!, una parodia jodidísima de Peanuts protagonizada por un Charlie Brown de mediana edad y que incluye cameos de varios personajes de historietas, con un final muy picante, muy Veitch.
Por su lado, Bissette no tendrá obras muy relevantes (de hecho, en promedio tiene menos historias cortas que Veitch), pero no importa: su dibujo está al servicio de la ciencia ficción con altura, es al que menos se le nota la evolución porque siempre fue un genio del trazo. Hay una historia corta donde ya mostraba su obsesión por los dinosaurios, que explotaría años después en Tyrant. De todos modos, su espacio para brillar en solitario vino después.
S. R. BISSETTE’S SPIDERBABY COMIX
Para finales de los´80, Bissette funda su sello Spiderbaby Grafix & Publications, con la excusa de publicar la lujosa antología Taboo, donde el ídolo estaría acompañado de hiper luminarias como Alan Moore (acá empezaron a publicarse From Hell y Lost Girl, nada menos), Keith Giffen (en el nº 1 sale la mítica historieta donde el maestro se afana Alack Sinner por completo), David Lloyd, Dave Sim y varios más. Sin embargo, para mediados de los ´90, a Steve se le dió por volver a hacer una antología que nuevamente duró dos números.
En Spiderbaby Comix, el ídolo tiene otra oportunidad para rescatar su material de manera ordenada. De hecho, buena parte del nº1 figura también en Bedlam, pero acá hay un rescate imprescindible, que en retrospectiva sirvió para marcar el camino: “The Tell-Tale Fart”, una parodia del cuento “Corazón Delator” de Edgar Allan Poe, donde colaboran por primera vez Veitch (que hace el guion) y Bissette. Más allá del repeat, las últimas páginas de las antologías trazan una línea del tiempo que comienza en 1973 y termina en el ´83, año en que el ídolo hace el salto al mainstream con Swamp Thing.
Es momento de cruzar el Atlántico con dirección a Londres, Inglaterra, donde en 1951 nació el dibujante John Bolton. El maestro comenzó su carrera en el magazine de terror The House of Hammer, editado por Dez Skinn, fundador de la mítica Warrior (donde Bolton también fue parte). De ahí pegó un salto a Marvel gracias a Ralph Macchio, que lo llamó para ilustrar dos historias de Kull. Luego haría team-up con Chris Claremont para dibujar Marada the She-Wolf (serializada primero en la Epic Illustrated y luego republicada a color como novela gráfica) y algunas historias cortas para Classic X-Men.
STRANGE WINK
Sin embargo, Bolton es un devoto del horror, como lo demostró en su paso por el comic de Hellraiser (publicado por Epic) y esta antología que consta de tres números, publicada por Dark Horse a finales de los ´90. Al igual que las revistas que vimos antes, esta también sirve como receptáculo de viejos laburos, como la versión/adaptación breve del Fausto de Goethe que abre el segundo número y que data de 1988, diez años antes de la aparición de esta antología.
El mayor atractivo que tiene Strange Wink es ver lo ecléctico del arte. Uno tiene a Bolton más asociado a imágenes pintadas e hiperrealistas, y acá se ve mucho dibujo a lápiz y tinta y con pocos atisbos de realismo, que igual figura en varias historias, como en una del nº3 dedicada a la locura y suicidio de Van Gogh. La figura del arte está presente en ese último número, que cierra con una galería de imágenes del propio Bolton, donde dan el presente algunos collages. Más que una antología de historias terroríficas, Strange Wink son tres artbooks dedicados a un dibujante fan del gótico, que dió rienda suelta a su fanatismo para que empape su dibujo. Todo un lujo para el fan, no solo de Bolton sino del género.
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