Biggu X es un shonen creado por Osamu Tezuka en 1963, originalmente serializado en la revista Shonen Book (de la editorial Shueisha) entre Noviembre de ese año y Marzo de 1966. La trama parece tomada de un comic de superhéroes de Estados Unidos: en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, las potencias del Eje buscan desesperadamente un arma milagrosa que les permita revertir un resultado que ya se perfila catastrófico. Científicos alemanes y japoneses prueban de todo, entre ellos el Profesor Asagumo, quien participa por pedido del propio Adolf Hitler en el desarrollo de un arma conocida como la Big X. Convencido de que su uso traerá nefastas consecuencias, el Profesor esconde la fórmula de la Big X en el cuerpo de su hijo, pero veinte años más tarde una legión neo-nazi la encuentra y la usa para crear un… un… a ver, cómo decirlo… Y bueno, sí: un suero del super-soldado, que le permite a los humanos aumentar sin límite su tamaño y su fuerza. Pero el suero va a caer en las manos de Akira, el hijo menor del Profesor, que se va a inyectar el Big X y va a usar los fabulosos poderes que le da el suero para luchar contra los nazis.
Big X le va a dar palizas memorables a los fans del führer, liderados por Hans Engel. el principal villano de la serie, y ya que está va a derrotar también a robots gigantes, insectos gigantes, lo que venga… En algún momento de la serie, pareciera que a Tezuka empieza a no gustarle que Akira Asagumo se haya convertido en un superhéroe imbatible, de intachable conducta y bondad ejemplar, y empieza a condimentar las aventuras con cierto tono satírico, como si de pronto le encontrara un lado ridículo (o por lo menos irrisorio) a los horrores de la guerra.
Más tarde, y en su identidad no superheroica, Akira Asagumo va a reaparecer en roles menores, en otros mangas de Tezuka. De los personajes recurrentes en la obra del maestro, en Big X tenemos al Dr. Hanamaru, que obviamente hace de científico, esta vez en el bando de los villanos.
El manga fue un gran éxito y se recopiló originalmente en cuatro tomos. Más tarde hubo una edición en 10 libros más finitos, y otras en menos tomos, más voluminosos. La que publicó Planeta-DeAgostini en 2021, por ejemplo, ofrece la obra completa en un mega-libro de 888 páginas.
En Agosto de 1964, Big X se convirtió en una serie animada en blanco y negro, de la que se realizaron 59 episodios. Sin embargo, sólo cuatro se conservan, el resto está perdido. Era la primera vez que un animé basado en un manga de Tezuka no era producido por Mushi, sino por Tokyo Movie, una empresa nueva, que se lanzaba al mercado de las series animadas precisamente con Big X, que también fue un gran éxito en la tele. En esta versión, los responsables del animé no sólo le bajaron el tono a la crudeza con la que Tezuka mostraba la lucha contra el fascismo y las atrocidades que cometían los nazis. Además, como el tema de «clavarse una inyección de una sustancia que te da poderes grossos» podía ser vista como una apología de la droga, ahora lo que convierte a Akira en Big X no es el suero sino un colgante electromagnético.
Si leíste toda la vida aventuras de Captain America, la Justice Society o cualquier otro superhéroe yanki de los que se abollaron los nudillos trompeando nazis, difícilmente te vaya a sorprender algo de lo que cuenta Tezuka en Big X. Pero el manga está muy bien dibujado, tiene ese costado más truculento que los relatos superheroicos no tienen, hay un intento por vestir a la aventura con una pátina de realismo (más allá de los superpoderes), y más adelante hay un guiño cómplice al lector, como si el autor nos dijera «Sí, ya sé que esto es medio cualquiera, pero vamos a divertirnos un rato con la machaca». Recomiendo no bajarse de un saque las casi 900 páginas, sino dosificarlas para que no se diluya el impacto.
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