Para hablar del próximo cowboy enmascarado de Marvel, primero vamos a tener que retroceder en el tiempo. Y cambiar de editorial. Porque la historia del Ghost Rider tiene su miga. Sobre todo porque no es un tipo con calavera llameante en moto. Es… bueno, siéntense, que hay una historia interesante.
Todo empieza con Vin Sullivan. Sullivan había estado desde el inicio mismo de los comic books, como el jefe de redacción del primer número de Action Comics. O sea, el tipo que dijo a Jerry Siegel y Joe Shuster que sí, que les voy a publicar esta historieta de su personaje, Superman. Tras años de trabajar en la National (hoy DC) la gente del McNaughton Syndicate (las empresas que vendían tiras para los diarios, en un tiempo en que la tira diaria era la Primera Division de la historieta y el comic book el Nacional B) lo contrató para manejar su división de comic books. Tras unos años en ese rol, Sullivan se independizó y armó su propia compañía, llamada Magazine Enterprises (o ME, para los amigos). Junto con su jefe de redacción Ray Krank, armaron una editorial pequeña pero que tenía títulos de buena calidad tanto en guiones como en dibujos. Para 1949, la editorial marchaba sin inconvenientes, apoyada en géneros que estaban funcionando. Como el western, por ejemplo.

En ese año, un joven que estudiaba en la escuela de Burne Hogarth (el célebre dibujante de Tarzan) entró a dibujar para la línea de Magazine Enterprises. Su nombre: Dick Ayers. Tras algunas historias, Sullivan lo llamó y le ofreció dibujar una serie western de un personaje llamado The Calico Kid, cuya primera aparición fue en el nº6 de la revista Tim Holt (Mayo de 1949). El Calico Kid era la típica variación de Clark Kent llevada al Oeste: un tipo de lentes que no parecía capaz de matar una mosca, pero se cambiaba y salía a hacer justicia contra criminales. Tenía un “sidekick” chino, Sing Song, que era de esos estereotipos que hoy serían imposibles de poner en una historia, pero fuera de eso, no era un personaje interesante. Para el nº11, estaba claro que algo había que hacer.
Y de repente, una canción los inspiró.
“Ghost Riders In the Sky” se grabó en 1948 por primera vez, pero se volvió un clásico de la música country al año siguiente cuando la versión de Vaughn Monroe se convirtió en un hit. La historia habla de unos jinetes fantasmales condenados a cabalgar eternamente por sus malas acciones. Sullivan o Krank se inspiraron en ella y decidieron usar la idea para rehacer por completo al Calico Kid. En el nº11 de Tim Holt, el Calico era atacado y capturado por una banda de indios liderados por un renegado blanco llamado Bart Lasher. Y además, al fin descubríamos que el Calico Kid se llamaba en realidad Rex Fury y era un “marshall” federal del gobierno yanki encubierto. Lasher los arrojaba a él y a Sing Song a una catarata que parecía que lo mataba. Sin embargo sobrevivían y Fury, aprovechando que lo creían muerto, se pintaba de blanco y aparecia como un fantasma para asustar y detener los ataques indios. Lasher, aterrado por la persecución del “fantasma”, caía del caballo y terminaba accidentalmente empalado (eran los años antes del Comics Code). Y Rex Fury tenía una nueva identidad, el Ghost Rider.

El cambio fue para mejor. Ahora Fury era de día un agente federal en el Oeste, limitado por las leyes. Pero de noche se ponía un traje de color blanco fosforecente para brillar en la oscuridad, con una capa del mismo color de un lado y negra por el otro, lo que le permitía darla vuelta y ponerla por delante de su cuerpo total o parcialmente, para que –en medio de la noche- el Ghost Rider pareciera desvanecerse en parte o del todo. Además tenía un caballo blanco llamado Spectre. Por supuesto, ante esa aparición sobrenatural, los malhechores se asustaban lo suficiente para perder la iniciativa ante el Ghost Rider, que la aprovechaba para usar sus pistolas, látigo, lazo o incluso sus puños. Solo Sing Song conocía su doble identidad: todos creían que el Ghost Rider era un espíritu justiciero.
Las aventuras del Ghost Rider fueron un éxito entre los lectores y Dick Ayers (el único dibujante de dichas historias en Magazine Enterprises) le ponía entusiasmo a los guiones que Krank y otros guionistas (como Gardner Fox, Paul Newman y, sobre todo, Carl Memling) escribían, no sólo en las páginas de Tim Holt, sino en su propia revista y en otras como Best of the West. Muchas de las historias se escapaban del western tradicional y se cruzaban con el género del “weird menace”, que consiste en casos aparentemente sobrenaturales pero que terminan por revelarse como obra de criminales. O sea, como en Scooby-Doo, solo que acá, los villanos podían morir. Para guinda de la torta, algunas de las tapas de la revista fueron dibujadas por un Frank Frazetta al que todavía le faltaban años para alcanzar la fama.

Todo venía bien… hasta que llegó la persecución a los comics books de terror. Y, si bien estrictamente no pertenecía al género, el Ghost Rider estaba en la mira. Con la aparición del Comics Code, Magazine Enterprises decidió discontinuar al personaje. Ayers seguiría en la compañía como dibujante de otras historietas, hasta que en 1958, las bajas ventas hicieron que cerrara. En busca de trabajo, Ayers recalaría en Marvel, justo a tiempo para formar parte de la explosión super heroica de los ´60. Ya lo vimos dibujando al Two-Gun Kid, y para 1967, un viejo amigo reaparecería en su horizonte.
Pero eso lo contamos la próxima entrega…

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