Como habrán visto en las entregas anteriores, a Magazine Enterprises no se le movia un pelo a la hora de conseguir licencias de otros medios para adaptar en comic books. Lo hicieron con dos estrellas de películas «serie B” (Durango Kid y Tim Holt) y también lo harían con un radioteatro juvenil de los primeros años de la década de 1950, cuando la televisión todavía no reemplazaba totalmente a la radio como el principal medio de entretenimiento del publico yanki.
Bobby Benson’s B-Bar-B Riders era un programa emitido los días de semana por la cadena de radio Mutual a las cinco de la tarde (justo para que los pibes, al tomar la merienda, lo oyeran). La serie contaba las aventuras del joven dueño del rancho B-Bar-B (que podemos suponer que estaba muy cerca de la frontera con México, por la cantidad de personajes de esa procedencia que aparecen en el comic), Bobby Benson, un pendejo inteligente que se ve metido en aventuras de todo tipo y factor en el Oeste actual (actual de los años ´50 quiero decir). Por supuesto no está solo el sino que lo acompañan su capataz (y figura adulta protectora) Tex Mason, Harka –un nativo americano- , Irish y Windy Wales. Obviamente entre ellos resuelven los desaguisados tanto en las historias radiales como en los comic books. El comic book de Bobby Benson’s B-Bar-B Riders arrancó en Mayo/Junio de 1950 y duraría 20 números.
“Hasta ahí todo bien, pero ¿dónde está el cowboy enmascarado?” me dirán. Y acá la gente de Magazine Enterprises se manda una jugada muy similar a Tim Holt: en una de las historias de ese primer número, descubrimos que Tex Mason, además de capataz tiene una identidad secreta como agente del FBI, al que llaman para resolver casos especiales: The Lemonade Kid. Si, el Chico Limonada. Sospecho que cuando habrá pensado que nombre usar como identidad secreta se habrá estrellado un limón en la ventana y habrá dicho que los criminales son amargos como el limón o algo así… En fin, en ese tipo de casos especiales, el Lemonade Kid se pone su disfraz: un traje del oeste común y corriente excepto que su camisa es verde y amarilla… aunque con máscara para ocultar su doble identidad porque Golden Age y coso. Y resuelve casos bastante poco comunes para el western tradicional. Por ejemplo se enfrenta a criminales que bien podrían estar en la galería de Batman o Dick Tracy, como The Egg (un pelado albino que muere como Humpty Dumpty al caerse de un muro) o the Spider (un villano enmascarado vestido como una araña que usa redes para capturar victimas a extorsionar), detiene una banda de ladrones especialista en crímenes imposibles y evita que un platillo volador teledirigido por una potencia extranjera de acentos sospechosamente soviéticos destruya pueblos del oeste yanki por medio de la radiación atómica que libera al volar (todo eso mientras sobrevive a la explosión de un volcán donde está la guarida de los villanos… si, así de fumeta). Por cierto, el personaje NUNCA aparece en la serie radial, sino que es exclusivo de la editorial. Sospecho que aquí apostaron a hacer lo mismo que con Tim Holt/ Red Mask: tener un personaje ya listo por si, en algún momento, se caía la licencia.
Lo bueno de todo esto es que todas las historias del Lemonade Kid (y del resto de los trece primeros números de la revista de Bobby Benson) están dibujadas totalmente por Bob Powell, un dibujante excelente que había empezado en el estudio de Will Eisner (incluso dibujaba a Mr. Mystic, una de las series complementarias del suplemento para diarios donde salía The Spirit) y para los años ´50 ya era un dibujante solidísimo, ágil y con un manejo de la narrativa fabuloso. Visualmente el Lemonade Kid está muy bien. Pero parece que no pegó lo suficiente con los lectores (o la gente de la licencia los apretó) porque, después del nº 13 de la revista, el Chico Limonada desaparece y no vuelve más. De hecho -más allá de algún cameo y/o reprint en la editorial AC Comics- nunca más se lo ha vuelto a usar.
Avancemos un par de años, hasta 1955, el año donde apareció el Comics Code… lo cual hizo que uno de los principales personajes de la editorial tuviera que jubilarse. El Ghost Rider y toda su parafernalia cercana al terror era mucho para el Comics Code. Así que había que inventar un reemplazo. Y, si bien lo sobrenatural estaba prohibido, la prestidigitación no.
Por eso el nuevo (y último) justiciero enmascarado de Magazine Enterprises se enfrentaría a los criminales con un arsenal de trucos de magia. El Presto Kid (así se llamaba) era en realidad Jeff Grant, el herrero de pelo blanco del pueblo de Red Gulch, un tipo amable y aparentemente inofensivo…. Con lo cual sabes que va a tener una identidad secreta, a lo Clark Kent. Así es: para enfrentar a criminales se disfraza del Presto Kid y usa sus conocimientos en materia de trucos mágicos para derrotarlos. Además siempre había en cada episodio algún truco explicado para que los pequeños aprendices de Houdini lo pudieran hacer en su casa. Todo esto con guiones de Carl Memlich y dibujos de Dick Ayers, que ya no tenía al Ghost Rider y había que darle laburo.
Lamentablemente el Presto Kid no pegó. Solo saldrían cuatro historias entre los nºs 51 y 54 de la revista Red Mask, cuando desaparecería junto con la revista… y con la editorial. Ante la competencia de la televisión y las bajas ventas, Vin Sullivan cerraría Magazine Enterprises justo cuando estaba empezando la Silver Age. Quedaron como testimonio unos cuantos personajes interesantes y una serie de historias muy bien escritas y dibujadas que no por nada han sido de las más rescatadas de las editoriales que han caído en dominio público principal (aunque no excluyentemente) via AC Comics. En serio les recomiendo que busquen aunque sea digitalmente el material de esta editorial (y no solo el western).
Por supuesto, habrá más editoriales con cowboys enmascarados a reseñar. La próxima seguimos…
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