CAPITULO SEIS: IR POR MAS
Tras la partida de Frank Miller, Klaus Janson hace lo propio en el n°196. La serie se queda así sin equpo creativo y la movida de Marvel parece fruto de la desesperación. Desde principios de la etapa de Miller, la coordinación de Daredevil estaba a cargo de Denny O’Neil, uno de los más prestigosos guionistas de la década del ‘70, quien había llegado a Marvel no para escribir guiones, sino para supervisar a los distintos equipos creativos y guiarlos hacia la realización de productos que combinaran calidad con éxito comercial. Ahora, luego de varios años de ver cómo las ventas y la pasión de los fans por la serie subían mes a mes, O’Neil estaba en problemas. Su solución fue tan drástica como simple: renunció al cargo de coordinador y pidió que lo dejaran hacerse cargo de los guiones. Jim Shooter aceptó y Daredevil logró retener a por lo menos uno de los artífices de su época más gloriosa.
O’Neil se planteó desde el vamos explorar las nuevas posibilidades que Frank Miller había abierto al separar a Daredevil del grueso de los superhéroes. Una vez más, la contradicción entre el abogado y el justiciero parece ser el tema que obsesiona al guionista, y con este pretexto se sumerge en una indagación acerca de la violencia, sus causas y consecuecias, que preanuncia algunos de los mejores momentos de The Question, la que sería (unos años más tarde) la obra maestra del veterano guionista. Salvo algún que otro episodio menor, Denny O’Neil escribe todos los números de Daredevil entre el 194 y el 226. Su primer equipo artístico estable está integrado por otro desconocido -a quien Marvel, repitiendo la movida de Miller, presenta como si se tratara del hallazgo más sensacional de todos los tiempos- llamado William Johnson y un entintador también novato, un tal Mike Mignola, hoy consagrado autor de Hellboy. Pero Johnson (un aficionado a la cultura japonesa y las artes marciales) es realmente malo y la calidad de la serie baja muchísimo mientras una saga ambientada en Japón desemboca en el n°200 donde -una vez más- Daredevil le perdona la vida a Bullseye, quien ahora está repuesto de sus lesiones y más peligroso que nunca. O’Neil presenta en el nº202 al hilo conductor de una extensa saga, Micah Synn, un personaje corpulento, hosco y vulgar, que resulta ser el cacique de una tribu de hombres cuasi-salvajes perdida en el tiempo. Sin embargo, el salvaje se convierte en una especie de sensación con la que toda New York (Kingpin incluído) empieza a coquetear. Mientras tanto, Matt conoce a Gloriana O’Breen, una atractiva chica irlandesa (secretamente vinculada con el IRA) y de a poco, se teje entre ellos una relación romántica.
Buscando levantar la puntería, Marvel repite -por tercera vez- la jugada de traer a otro dibujante totalmente desconocido, pero esta vez acierta: el nº206 (May.1984) es el primer trabajo de David Mazzucchelli. El novato mejora exponencialmente de número a número, mientras la saga de Micah Synn se prolonga innecesariamente. En uno de los respiros que da la acción, se intercala el n°208, un episodio unitario que reviste especial interés al estar escrito por Harlan Ellison, el popular novelista de ciencia-ficción, cuyo amor por la historieta es públicamente conocido. Mientras tanto, Synn seduce a la esposa de Foggy y Daredevil termina por aliarse con el Kingpin para destronar a quien amenaza con convertirse en el nuevo rey de New York. Para este entonces, el trabajo de Mazzucchelli es sobresaliente, a tal punto que Frank Miller escribe un episodio unitario (nº219) sólo para trabajar con él. Pero Mazzucchelli no llega a dibujarlo, y Miller pide por favor que lo dejen volver a intentar. Pronto tendría su revancha, pero antes nos quedan varios números de O’Neil, entre los que se destacan el n°220 (donde nos reencontramos con Heather Glenn a tiempo para presenciar su suicidio, víctima del alcoholismo y de una extorsión mafiosa), el n°223 (donde un ser todopoderoso le devuelve temporariamente la vista a DD) y el n°225 (donde O´Neil, para no romper la tradición, enfrenta a DD con el Vulture, otro clásico enemigo de Spider-Man). Finalmente, O’Neil, Mazzucchelli y Miller se reúnen en el n°226 para un nuevo encuentro entre Daredevil y el Gladiator, en la historia que marca -una vez más- el fin del estudio jurídico de Matt y Foggy (esta vez porque están económicamente quebrados), la despedida del veterano guionista y la primera colaboración entre dos gigantes del comic.
A fines de 1985, Denny O´Neil recibe una oferta imposible de rechazar: regresar a la editorial DC, esta vez como coordinador de las distintas revistas protagonizadas por Batman, incluyendo un proyecto especial íntegramente a cargo de Frank Miller. O´Neil acepta y deja sus trabajos en Marvel donde, además de escribir Daredevil y Iron Man, coordinaba varias colecciones. Ahora es otro coordinador, Ralph Macchio, quien debe encontrar un reemplazante, que además se acople adecuadamente al estilo de Mazzucchelli. Y el elegido no fue otro que Frank Miller, quien -declaraba- siempre había tenido ganas de volver, porque sentía que su primera temporada era algo así como los dos primeros actos de una obra, y quería presentar el tercero. A eso hay que sumarle su gran afecto por el personaje, y lo atractivo que le resultaba colaborar con Mazzucchelli. Este, por su parte, se cuidaba muchísimo de no imitar a Miller, de dibujar en su propio estilo (que, por supuesto, fue evolucionando notoriamente a lo largo de su paso por la serie) y de interpretar los guiones (tanto de O´Neil como de Miller) de un modo distinto al que lo haría el propio Miller.
De la conjunción entre Miller y Mazzucchelli nace la saga conocida como “Born Again”, que se inicia en el n°227 (Feb.1986) y se extiende a lo largo de siete magníficos episodios. La historia se desencadena cuando Karen Page, ahora convertida en una drogadicta que actúa en películas pornográficas para sustentar su adicción, vende el secreto de la doble identidad de Daredevil. La revelación llega a oídos del Kingpin y este mueve todos sus contactos para arruinar por completo la vida de Matt. Sin dinero, sin casa, sin crédito y sin trabajo, Matt termina en la calle, mientras Glorianna busca refugio en los brazos de Foggy. El Kingpin hace estallar el departamento de Matt, quien pierde acceso a su traje de Daredevil y se convierte en un marginal, perseguido por los matones del gigantesco capo-mafia. Matt decide confrontar al Kingpin y este, tras aplastarlo en un combate cuerpo a cuerpo, manda a arrojar al río el cadáver de su adversario. Pero Matt no está muerto, sino que escapa y sigue subsistiendo -apenas- por las calles de New York. Finalmente, se refugia en el viejo gimnasio donde entrenaba su padre y es ahí donde lo encuentra una monja, la hermana Maggie, quien le brinda techo, comida y curación para sus heridas. Mientras tanto, el imperio del Kingpin crece como nunca antes y lo único que puede frenarlo es una investigación de Ben Urich. Karen llega a New York en busca de Matt, pero se encuentra con Foggy. Y Matt descubre que esa monja no es otra que su madre.
El climax llega cuando Nuke, un soldado fascista entrenado para matar, llega a New York contratado por el Kingpin para destruir de una vez por todas a Matt, quien se reencuentra con Karen en el humilde barrio de Hell’s Kitchen, donde vivió durante su infancia. Nuke comienza a destruir Hell’s Kitchen y Karen hace aparecer un traje de Daredevil que tenía guardado. En el combate final interviene el Capitán América, quien acaba con Nuke, mientras la investigación de Urich se publica y deja expuestos los perversos manejos del Kingpin. Y una vez superada la amenaza, Matt y Karen se quedan juntos y dispuestos a iniciar una nueva vida en Hell’s Kitchen. Se termina así un verdadero chispazo de gloria (otro de los hitos de 1986, considerado por muchos como el mejor año en la historia del comic norteamericano), otra pequeña gema repleta de realismo, compromiso social, connotaciones religiosas (Miller es, al igual que Matt Murdock, católico) y emociones fuertes como nunca antes se habían visto en las páginas de Daredevil. Y además, tras devolverla a los primeros puestos de venta, se despiden definitivamente de la serie Frank Miller y David Mazzucchelli, dos enormes autores que muy poco después volverían a trabajar juntos (incluso junto a Denny O’Neil), pero en otra editorial.
Sin embargo, entre los números 234 y 250, la serie naufraga durante más de un año en lo que termina siendo una infinita sucesión de episodios de relleno. Lo más parecido a un equipo creativo es una talentosa guionista (por entonces relativamente desconocida), Ann Nocenti, quien escribe 11 de los 15 números, pero siempre con distintos dibujantes. Entre ellos aparecen algunos nombres importantísimos, como Steve Ditko (el co-creador de Spider-Man y el Doctor Strange), Barry Windsor-Smith (notorio ilustrador y dibujante), Keith Giffen (otro de los grandes innovadores de los ‘80), o un primitivo Todd McFarlane (luego consagrado creador de Spawn). Pero la rotación permanente de autores atenta contra la coherencia de la serie y apenas un puñado de historias (entre ellas, la que Daredevil comparte con Wolverine, el popular integrante de los X-Men) merecen ser recordadas. De todos modos, tras este debut más que humilde, Ann Nocenti (también católica, vaya coincidencia!) está lista para convertirse en el lazarillo que mejor guiaría al héroe ciego en la era post-Frank Miller. Sólo necesitaba un buen dibujante estable y en el nº250 (Ene.1988) se sacó la lotería.
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