Con un grueso portfolio bajo el brazo, era el momento de que David Lapham probara suerte en las ligas mayores. Y es así como a mediados de 1993 se encarga de ponerle lápices al annual 5 de Superman, con guiones del -en ese momento- idolo total de Dan Jurgens. La historia es parte del crossover Bloodlines, y está protagonizada por Superman Cyborg. Sin dudas era la oportunidad perfecta para brillar, ya que es una historia muy urbana donde no hay demasiada acción superheroica, lo cual debería haber facilitado un mayor compromiso por parte de David. Pero lamentablemente el resultado fue brutal. No solamente no se destaca, sino que pareciera ser un dibujante del montón. Las tintas y los colores tampoco ayudarían en nada, y la única conclusión que sacamos de esta fallida aventura es que Lapham tiene que ser entintado por Lapham. Cualquier otra alternativa termina por ser desastrosa.
Y así comienza una nueva aventura llamada Defiant. Un Shooter despechado pero seguro de que la gallina de los huevos de oro era él mismo, funda una nueva editorial y arrastra con sus garras a un David Lapham que parecía poder pegarla, siempre y cuando le dijeran cómo.
El primer título de la editorial es un one-shot llamado Splatterball, con guion y dibujo de Lapham. De estas escasas 16 páginas nada se puede rescatar. El dibujo es horrible, el guion no se entiende, y pareciera ser una de esas historietas que te regalaban cuando comprabas una figura de acción de alguna franquicia allá por los ´90.
Unos meses más tarde comienza Warrior of Plasm, el título principal de esta nefasta editorial. A diferencia de relatos pasados, esta vez a Lapham le toca dibujar una historia 100% de sci-fi, con muchísimo Burroughs de por medio. El guion es un pastiche de conceptos aleatorios: una raza alienígena inquisidora hecha a base de plasma, que invade mundos para nutrirse de ellos, y unos meta-humanos que deben defenderla. Es difícil creer que alguien se tomara esto en serio porque está lleno de cosas insólitas: el villano más villano es mitad hombre y mitad caracol, y tiene el aspecto de cantante de cumbia colombiana. El personaje más poronga de todos, se llama SHOOTER. Los fondos, hechos en base a estructuras plasmáticas, están llenos de penes encubiertos. El correo de lectores es una de las cosas más fantasiosas que leí, con cartas que declaran que esto es lo mejor que le pasó a los comics desde los Fantastic Four de Kirby y Lee.
Si hay algo que vale la pena es el nº 5, que tiene guion de Len Wein. Acá Lapham te explota la cara con sus dibujos, que por supuesto, están entintados por él. Ahí es cuando decís “este tipo se las trae de verdad”. Un número 100% urbano, magistralmente relatado. Podría ser un one-shot ya que poca relación guarda con lo que venía pasando. El resto de los números son para variar, una montaña rusa. Con guiones, plots, layouts, y a veces dibujos de Lapham, veremos un sin fin de historias absurdas que -en resumidas cuentas- pronosticaban el destino de la editorial. En el verano de 1995 y luego de un extenso juicio contra Marvel UK (por el uso de la palabra Plasm, al parecer, una marca registrada de la casa de las ideas), Defiant cerraría sus puertas para siempre. Pero cuando una puerta se cierra, otra se abre.
Encuentro con el diablo (1995 – 2005)
Probablemente influenciado por las aventuras autogestivas de Jim Shooter, y con la experiencia de que el que mucho abarca poco aprieta, David Lapham da inicio a lo que serán 10 años consecutivos de fructíferas creaciones. Junto a su esposa Maria Lapham, fundarían en conjunto la editorial El Capitan Books, donde se encargarían 100% de la creación, edición, distribución y venta de los trabajos que brotarían del lápiz de David.
Así, en Marzo de 1995 vería la luz el primer número de la que es la obra más famosa de la pareja Lapham: Stray Bullets. Imagínate meter en una licuadora al mejor Frank Miller, a José Muñoz y a Raymond Chandler. Ahora volcá todo ese contenido en 30 páginas a blanco y negro, con pura mala leche y mucha acción, y tenés un unitario que es una obra maestra. Es absurdo el nivel de calidad de este primer número, y es totalmente incomprensible pensar que este tipo hace un año estaba haciendo el aborrecible Warriors of Plasm. Es como si la sociedad con su esposa (o escaparse de Jim Shooter), hubiera generado un cambio de 180° en su laburo.
Stray Bullets inicialmente se sitúa en 1997 y en sus primeras páginas conoceremos a un muchacho llamado Joey en una situación que no nos es explicada en detalle, pero que claramente involucra una prostituta muerta y tipos jodidos. En el transcurso del número, Lapham dará uso a una puesta en página que terminará por ser su marca registrada: las ocho viñetas. Con una narrativa que simula el cine, mucho foco en los primeros planos, las expresiones, y un uso magistral del negro, nos vamos a adentrar en este mundillo oscuro sin ninguna posibilidad de dejar de leer.
Rápidamente la historia retrocede en el segundo número a 1977, y nos introduce a la pequeña Virginia Applejack, quien será la protagonista de los próximos números. A través de sus ojos veremos cómo es la vida y la miseria en Baltimore, donde un mafioso que se hace llamar Harry empieza a cobrar chapa. Poco a poco se introducirán otros personajes que tarde o temprano cobran la relevancia necesaria, y Lapham se encargará de alternar varias historias para que nosotros vayamos construyendo el relato que nos es entregado en forma desordenada.
Ya para el nº 3 nos presentan a Beth y a Nina (la novia de Harry), y nuevamente todo se desmadra. Claramente con apenas unos meses en el mercado, Stray Bullets era el cómic del momento, porque en 1996 Lapham gana el premio Eisner a mejor artista integral (algo que lamentablemente, no se volverá a repetir en su larga carrera). La serie volvería a ganar un Eisner en 1997 por la mejor novela gráfica en lo que sería la edición del primer libro recopilatorio: Innocence of Nihilism. Cabe aclarar que esta primera edición, no solamente es tapa dura y tiene un montón de material extra, sino que a diferencia de la mayoría de los TPB yankis, tiene el tamaño y formato de un álbum europeo. Ese mismo año también se publicarán los dos números de la miniserie Amy Racecar Color Special: la única historia a todo color hecha por Lapham para su propia editorial.
(el lunes, la tercera parte)
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