Con el transcurso de los números de Stray Bullets, se abrirá ante nosotros un desfile de magia e iremos alternando entre 1980 y 1985, para hilvanar historias en pequeños arcos argumentales o en unitarios de personajes que ni siquiera asoman a ser secundarios, pero que en algún momento tienen una importancia clave para el entramado general, ese que transcurre por detrás. También habrá algunos números sobre Amy Racecar, un personaje que cobra mucha chapa en el universo de Stray Bullets. Amy es el alter ego de Virginia, y vive en un mundo sci-fi donde se reflejan todos los pensamientos, sentimientos y frustraciones de esta niña. Nuevamente, en esos números se arma un entramado que aparecerá de manera aleatoria en el transcurso de la serie, que valen la pena leer con el más mínimo detalle, porque mucho más de lo que uno cree se explica en esas páginas.
A grandes rasgos, este primer volumen de Stray Bullets podría ser resumido en tres grandes arcos: los días de Virginia, la historia de Beth, y el encuentro de Virginia y Beth. Y uno podría decir ¿qué tiene de distinto este comic a cualquier otro? y la respuesta es: los tiempos. Lapham tiene un manejo del tiempo y la narrativa, que debería ser utilizado como material académico para cualquiera que quiera aprender a narrar historias. Este comic es lo más similar que debe haber habido en los ´90 a estar mirando una película.
La periodicidad, sin embargo, no era la más regular del mundo. Así, la primera gran pausa llega a fines del año 2000 luego de publicar el nº 22, cuando los Lapham deciden que luego de cinco años, es hora de dedicarse a otro proyecto. Los próximos dos años los dedicarían a editar Murder Me Dead, una maxiserie autoconclusiva de nueve números.
Esta vez la historia se centra en un único protagonista quien se ve inmiscuido en una mezcla de asesinato y estafa. Como en el mejor cine noir de los años ´50, la historia se irá revelando paso a paso con vueltas de tuerca constantes, un dibujo impresionante, y una trama tan atrapante que hacen de esta serie una hermosa colección. David abandonó sus clásicas 8 viñetas y se aventuró en otros tipos de narración, aún más cinematográficas y visuales que los que nos habíamos acostumbrados a ver. Una perlita más, en lo que sería la mejor década de los Lapham.
Luego de esta pausa de dos años, Stray Bullets vuelve con el nº23, y se publicará de manera ininterrumpida -aunque errática- hasta Octubre del 2005, donde veríamos el “final” nº 40. ¿Por qué digo “final”? Porque el muy zarpado de David no solo no nos cierra el arco que venía construyendo, sino que deja la historia por la mitad. ¡Grandísimo hijo de perra! De cualquier manera, el número final es espectacular, y es un derroche de magia en cada viñeta.
¿A qué se debió este parate? En palabras suyas, era hora de dar un paso al costado. Con una familia que mantener, el trabajo que les tomaba realizar este comic no era debidamente recompensado, y era momento de dejarse de joder. De cualquier manera, esta pausa no era un punto final, pero ya veremos eso más adelante.
Autos, jets, aviones barcos: Marvel y DC (2005-2012)
Así es como, entre bombos y platillos, llegaba el anuncio de que David Lapham entraba por la puerta grande a las ligas mayores. Y por supuesto la única manera de hacerlo era turnándose entre los dos líderes del mercado, Marvel y DC.
Sus primeros pasos por estos pagos serán en uno de los títulos más importantes: Batman. Se caía de maduro que el tipo que daba cátedra en las historias urbanas tenía que escribir al orejudo. En Detective Comics nº800 llega una historia con guion y dibujo de su autoría titulada In the Dark. Un hermoso unitario, sin diálogos y narrado enteramente en bloques de texto, y que serviría como puntapié para un ambicioso proyecto por el próximo año, titulado City of Crime. Una saga de 12 partes dividida en los nºs 801 al 808 y 811 a 814 (en el medio está el crossover con War Games, donde Lapham no participa). Los lápices esta vez están a cargo de un dignísimo Ramón Bachs. En un comienzo el arco tiene un guion totalmente poético, donde veremos un desfile del panteón de villanos de Batman inmiscuidos en el tráfico de personas. Es una historia detectivesca, con su punto más álgido en el nº 806, el cual es una obra maestra del suspenso. Lamentablemente la trama no tardará en desinflarse, y la sensación de chicle masticado comienza a flotar en el aire. Sin duda, resulta ser un proyecto demasiado ambicioso y estirado. Lapham pareciera no estar acostumbrado a hacer una historia lineal tan larga, a tal punto que es el arco argumental más extenso que escribiría en su carrera.
Por suerte, en la vereda de enfrente las cosas serían diametralmente distintas. Entre el 2005 y el 2006 escribió y dibujó Daredevil Vs Punisher: Means and Ends. Una miniserie de seis números donde sobra magia. Si sos fan del DD de Miller, está es la continuación más fiel que podes encontrar. Una historia bien callejera, con un dibujo inspiradísimo (por no decir choreado) en Klaus Janson, donde Hammerhead es el villano en cuestión, aunque es un tanto irrelevante, porque lo que nos importa es la interacción entre nuestro héroe y el anti-héroe. Lapham volcó todo su cerebro en esta mini, y le rindió con creces.
Apenas unos meses después, sale el Giant-Size Wolverine, con dibujos del titánico David Ajá. Es una historia de terror donde el protagonista casualmente es Wolverine, pero podría haber sido cualquier personaje que tuviese un mínimo de poderes. No es nada del otro mundo, pero Ajá la descose en cada viñeta y le pone suspenso hasta a los globos de diálogo.
Y ahora saltamos otra vez de vereda, y volvemos a DC. Luego del Green Lantern: Rebirth, nos habíamos quedado sin Spectre. En medio de toda esa vorágine sin sentido llamada One Year Later, sale Tales of the Unexpected. Una miniserie de ocho números con guiones de Lapham y dibujos de Eric Battle, donde la idea era darle un poco de contexto al nuevo espíritu de venganza, que pasaba sin pena ni gloria. Esta historia no vino a cambiar el statu quo, porque es tan olvidable en guion como en dibujo. Si te gustaba el Spectre de John Ostrander y Tom Mandrake, pegale un vistazo al nº 6, donde Tom vuelve para mostrar que no perdió nada de su talento.
Lamentablemente, David en DC ya tenía dos strikes, y estaba a punto de quedar out. El panorama empezaba a ponerse oscuro, pero por suerte, la siguiente puerta en abrirse sería la de Karen Berger. Esta vez, la propuesta era una novela gráfica para Vertigo. No había superhéroes, iba a poder dibujar sus propios guiones y podía ser en blanco y negro. David sabía que no podía desperdiciar esta inmejorable oportunidad. Con grises de Dom Ramos, en 2007 llega al mercado Silverfish. Una historia de unas 160 páginas donde Lapham explota sus mejores recursos narrativos, y nos cuenta una historia de asesinatos y estafas. En pocas palabras, lo mismo que venía haciendo en Stray Bullets, pero ahora con un nivel de exposición brutal. La historia es realmente buena, y los dibujos están bien acompañados de los grises. El éxito será moderado, pero suficiente como para que Karen le ofrezca una serie regular.
(el lunes, la cuarta parte)
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