Segunda entrega de la nota que repasa los primeros 50 años del fiambre mejor conservado del Universo DC.

Deadman (parte 2)

17/01/2018

| Por Andrés Accorsi

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MUERTE DESPUES DE LA MUERTE

Aquaman-1962-50-28Estamos en 1969, y Strange Adventures sigue, pero a Deadman le bajaron la persiana, justocuando la serie estaba en un momento increíble.

Las dos o tres puntas argumentales que quedan pendientes tras la Strange Adventures n°216 se resuelven unos meses después, en la Brave & the Bold n°86 (Oct-Nov.1969), un team-up entre Batman y Deadman dibujado como los dioses por Adams. Al año siguiente, Adams –fan de la serie de Aquaman que escribía Steve Skeates y dibujaba Jim Aparo- propone una serie de back-ups de Deadman enganchados con lo que le estaba sucediendo al Rey del Mar en su revista, y estos se publican (de nuevo, magistralmente dibujados) en los n°s 50 al 52 de Aquaman. Según Neal, estas son sus historias de Deadman favoritas entre todas las que dibujó.

Adams tira ideas y dibuja un puñado de páginas para el n°74 de Challengers of the Unknown (con otra memorable aparición de Deadman y algunos de sus personajes secundarios) y hace exactamente lo mismo para el n°94 de Justice League of America (Nov.1971). De ahí en más, Deadman pasa a yirar por distintas revistas, como solían hacer los personajes de DC sin serie propia. Así se suceden los team-ups con Batman, Superman, el Phantom Stranger y hasta con los Forever People, en un número fumadísimo dibujado por Jack Kirby.

6ea25d31d214f9c5da290813852eed21Lo más destacable de esto son los primeros dos team-ups con el Phantom Stranger, porque en ambos avanza la trama de Deadman buscando a su asesino, es decir que de alguna manera son continuación de la serie de Boston Brand. El primero (Phantom Stranger nº33) está escrito nada menos que por Arnold Drake, el creador del personaje, y dibujado por un incipiente Mike Grell, que afanaba bastante bien a Neal Adams. Después viene una seguidilla de tres números (39-41) que arranca bien, con el Sensei moviendo los hilos de una cosnpiración mística, pero rápidamente derrapa hacia la pelea absurda con la criatura monstruosa de turno. Acá tenemos a Paul Levitz en los guiones y dibujos más que aceptables de Fred Carrillo. Y hay un team-up más con el Stranger, el nº18 de DC Super Stars, que es un dolor de bolas espantoso, peor que 10 años de gobierno neoliberal. Co-escriben Gerry Conway y Martin Pasko, dibuja Romeo Thangal y son 34 páginas que se hacen eternas, en las que no hay nada para rescatar.

 

 

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HORA DE AVENTURAS

En 1978, Deadman vuelve a encontrar un hogar, en la antología Adventure Comics (n°s 459-466), donde protagoniza ocho historias cortas escritas por Len Wein y dibujadas a veces por Jim Aparo y otras por el increíble José Luis García López. A pesar de la rotación constante entre estos dos virtuosos del lápiz, Wein logra darle a Deadman ese sentido de saga, de historia que evoluciona episodio a episodio hacia algo más power. Tarda un poco en arrancar, es cierto, y para cuando se revela qué es exactamente lo que está en juego, muchos de los conflictos y peleas de los primeros episodios parecen boludeces. Y bue, era la época.
Terminada “la saga de Kronsky”, Wein vuelve a los relatos autoconclusivos. Arranca con uno extenso (23 páginas) que está bastante bien, con varios momentos atrapantes, pero donde realmente la rompe es en el tercero y último, un comic de apenas 12 páginas realmente notable, con unos huevos inmensos y una emotividad digna de la mejor época del personaje. También se puede considerar parte de esta etapa el team-up con Superman que realizan Wein y García López para el nº24 de DC Comics Presents, presentado como “secuela” de aquel maravilloso unitario. Pero el guión no está a la altura, a pesar de que Wein se esfuerza por darle MUCHA chapa al muerto de Boston Brand.
latestLo más raro que tienen estas historias es que Deadman se la pasa interactuando con gente que no lo ve ni lo oye… y sin embargo no para de hablar! Todo el tiempo mete bocadillos, comentarios muchas veces jocosos acerca de lo que dicen los otros personajes, que conversan entre ellos sin suponer que Deadman los está escuchando. ¿Para qué habla Deadman? ¿Para que lo “escuchemos” nosotros? La verdad que es una canchereada que quizás cerraba si uno lo leía a los 11 años, pero hoy no convence para nada. Como todo comic de los ´70, este tiene muchísimo más texto que un comic actual, pero no se sufre porque Wein maneja muy bien la prosa y los diálogos no suenan anquilosados.

También en 1978, Deadman se une brevemente al elenco de la revista de los Challengers og the Unknown, donde ya figuraba también Swamp Thing como invitado cuasi-permamente. Son tres numeritos bastante bizarros, una saga complicada y un toque pretenciosa en la que Gerry Conway (por si le faltaran personajes oscuros) recupera a Rip Hunter, que no aparecía desde los ´60. Esto es mainstream de los ´70, o sea: tiene problemitas. Pero dentro de todo, con un poco de buena voluntad, se hace soportable, no es un espanto insostenible. El dibujo de Keith Giffen, si bien está a años luz de la mejor época del maestro, muestra muchas ganas de innovar, de probar cosas nuevas en la línea y en algunas planificaciones de página. Y no, esto no tiene nada que ver con el conflicto central de Deadman, la búsqueda de su asesino, la pica con la League of Assassins ni nada de lo que vimos en la etapa clásica. Pero ya vamos a retomar toda esa runfla, bancá un poquito más.

(Muy pronto, la tercera parte)

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