Evan Dorkin es lo más grande del heavy nacional. Un artista sin igual no muy tenido en cuenta porque (y esto es pura teoría mía), a diferencia de un colega como Peter Bagge, no tiene una obra muy extensa, ni tampoco logró romper la barrera “de culto” como le pasó a Hate. Dorkin eligió el camino de la independencia menos llamativa, al publicar buena parte de sus trabajos personales en Slave Labor Graphics, la editorial de su amigo Dan Vado.
Dorkin es, ante todo, un humorista sacado, ácido, pertinente y observador. Esta última es quizás su virtud más grande, porque el dibujante neoyorquino es, en primer lugar, un fan. Pero es un fan que disfruta el reírse de sí mismo y sus pares, del pelotudeo tóxico propio de los fandom más reaccionarios y/o conservadores. Evan sabe que sus pares (otros fanáticos, no otros artistas) son una bola de pelotudos inmanejables. Y le encanta demostrarlo en sus historias, aunque también lo sufra. Sus primeros laburos para SLG fueron la serie Pirate Corp$ (después renombrada Hectic Planet), y quienes sean sus personajes más reconocidos: Milk and Cheese. Todo esto dió pie para que, en 1994, comenzara su propia antología.
En Dork!, Evan cumple su sueño de ser comediante. En la lujosa edición recopilatoria que sacó Dark Horse, se agregan unas páginas hechas en 2017 (año en el que salió dicho hardcover), donde Dorkin explica que le encanta hacer jodas desde la primaria (y que por eso se comió varios retos y la aprobación de sus compañeritos) y que buscaba maridar su amor por los comics y el humor. Quiso ser cómico de stand-up y fracasó, y ahí fue cuando se dió cuenta que lo mejor que podía hacer era humor gráfico. Claro que no en el formato de tira (aunque haría muchísimas) o en el de una viñeta: él quería hacer comics, revistas de 24 páginas con humor. Tras un brevísimo intento en la antología Instant Piano que publicaba Dark Horse (junto a monstruos como Kyle Baker, Stephen DeStefano y Mark Badger), se lanzó en SLG con el primer número de Dork.
El nº1 arranca bien arriba con la presentación de “The Murder Family”, uno de los varios personajes recurrentes que tiene la serie. Una mezcla de The Addams Family con las sitcom ochentosas onda Married… with children, pero completamente sádica y gore. Básicamente es una familia de papá, mamá, dos hermanos mayores, una hermanita y un familiar random, todos asesinos seriales, y el humor pasa en ver como se malceban con las matanzas que hacen cada quién por su lado. En el medio, para hacer completa la “experiencia televisiva”, Dorkin inventaba publicidades falsas. Tras ellos, viene una sección que también repetirá un par de veces, donde hace adaptaciones/parodias de libros actuadas por muñecos de Fisher Price.
A estos personajes los acompañan diversas páginas humorísticas, muchas de ellas riéndose de los fandoms de historietas e incluso de la música alternativa/grunge de los ´90, con mucha más gracia que en Hate. Y después viene otro truquito que se repetirá, el de la página con siete tiras humorísticas. Acá también reaparecen personajes como Furious George (parodia de Curious George, claro que sí) o Myron, the living voodoo doll, un muñeco vudú que camina, tiene un accidente que afecta al personaje maldecido. Una pelotudez tan básica pero efectiva, que es imposible que no te cagues de risa. Porque el humor de Evan es así, simple, básico, dado en pocos pasos para que el remate sea lo más contundente y sonoro posible, incluso cuando lo ves venir.
Por supuesto que estos no son los únicos personajes recurrentes. Si hablamos de los delirios del fandom y de Evan Dorkin, es imposible no mencionar su máxima creación, el Eltingville Club, presentes desde el tercer número de Dork, pero el sexto número está dedicado íntegramente al “secret origin” de estos personajes.
Al momento de aparecer por primera vez dentro del nº1 de Instant Piano publicado por Dark Horse, la intención de Dorkin era hacer una historia autoconclusiva de cinco páginas, pero el monstruo terminó por convertirse en algo más grande de lo pretendido. Esta primera historia contaba el funcionamiento del Eltingville Comic Book, Science-Fiction, Fantasy, Horror and Role-Playing Club, cuatro “amigos” preadolescentes de armas tomar que durante la noche comparten debates, noticias, compras, intercambios, partidas de rol y un frustrado intento por ver un montaje porno, todo esto englobado en la más exagerada violencia y que concluía con el supuesto final del grupo. La segunda historia es la antológica “Bring me the head of Boba Fett” donde Josh y Bill, dos de los integrantes de la pandilla, se baten a un feroz duelo de trivia nerda, todo para ver quién se queda con un muñeco de Star Wars. Este sexto número cierra con “The Northwest Comix Collective”, el reverso absoluto del Eltingville Club (o la Tierra 3, para ser más ñoño-precisos), donde parodia a los fanzineros snobs que no tenían interés por el mainstream (como sí pasa con los otros pelotudos del EC). El Eltingville Club apareció en casi todos los números de la antología, sin embargo no fueron incluídos en la recopilación mencionada, porque ellos tuvieron su propio libro que reunió todo ese material.
Dorkin se mantuvo sarcástico hasta el final, pero lo que sí cambió fue su forma de dibujar. Pasó de tener ese estilo casi underground, de mucho rayado, formas cuadradas y expresión exagerada, medio parecido al de Jhonen Vasquez (colega en SLG) a ponerse más redondito, limpio, caretón si se quiere, pero que le sienta bien, sobre todo cuando abandona el blanco y negro y pasa al color, con la asistencia de su esposa Sarah Dyer. Este recopilatorio (y el de Eltingville…) da cuenta de esa evolución con el correr del tiempo, porque obviamente la antología no mantuvo una periodicidad. De hecho, cada tanto amaga con sacar un nuevo número desde Dark Horse, su actual casa.
Capaz sea una apreciación errónea, pero pienso que Evan Dorkin no tiene el reconocimiento que se merece. La chapa seguro que la tiene, ganó bocha de premios, es respetado por sus colegas… pero falta que se lo publique en más países, que sea más tenido en cuenta por la prensa y demás. Supongo que es difícil para alguien que en cierto punto de su vida soltó las historietas y se dedicó a los guiones de series de televisión. Pero bueno, desde este humilde espacio, le mando todo mi amor a Evan, genio y figura.
Dato de color: la primera historia del E.C. fue publicada en el nº 8 de la Comiqueando, a fines de 1994, poco tiempo después de su publicación original.
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