SE TERMINA LA ETAPA DE STAN LEE, PERO LA HISTORIA SIGUE (Y SE PONE BUENISIMA) PARA ESTE ETERNO MILITANTE DE LA SEGUNDA LINEA DE MARVEL, EL SIEMPRE SORPRENDENTE
Desde que Stan Lee la cuelga en el n°157, la serie del Dr.Strange (que aparecía en la revista Strange Tales) cambia muchas veces de guionista y ninguno parece tener más ideas que traer de vuelta al Barón Mordo. Pero por lo menos entre los n°s 161 y 171 aparece un dibujante que no sólo le da coherencia a la faz gráfica, sino que la rompe con un dibujo más académico, realista y logrado que sus antecesores, sin perder un ápice de riesgo e imaginación. El dibujante era Dan Adkins, famoso por haber sido ayudante de monstruos como Wally Wood y Jim Steranko (y maestro de Paul Gulacy) y porque lo pescaron copiando dibujos de otros colegas demasiadas veces, algo que no sólo lo estigmatizó, sino que opacó su notable talento.
La farsa de los guionistas rotativos se termina en el n°169, cuando Roy Thomas sale a jugar de titular, justo cuando la revista cambia su nombre y adopta el de Doctor Strange, que ahora tiene 20 páginas por mes todas para él. Thomas pone toda la carne al asador: trae de vuelta a Dormammu, “blanquea” la onda con Clea y encima se saca la lotería: cuando se va Adkins, consigue como reemplazante nada menos que al genial Gene Colan que, como siempre, trae bajo el brazo nuevas dosis de elegancia, dinamismo, climas, gestos e innovaciones varias.
La dupla Thomas-Colan se embarca en otra saga ambiciosa, contra una secta satánica, en la que –para tratar de levantar las ventas- Strange viste una capucha bastante pedorra, a la usanza de los superhéroes clásicos, y hasta co-protagoniza un vibrante crossover con los Avengers. Pero las ventas no suben como por arte de magia y la revista del Doc llega a su fin en el n°183, tras un puñado de números excelentes. Quedan un par de plots colgados, que Thomas resuelve en un número de Sub-Mariner, para luego desembocar en la Incredible Hulk n°126 donde todo cierra tan redondito, que Strange no sólo deja la capucha, sino que abandona su carrera como Amo de las Artes Místicas. ¿Será el final?
NOCHES MAGICAS
Nombrábamos recién a Namor y Hulk, y por ahí viene la chance de que el Doc vuelva a reinar supremo. El n°1 de Marvel Feature (Dic.1971) marca el debut de los Defenders, con estos tres héroes como protagonistas, e incluye una breve historia en la que Roy Thomas cuenta el regreso de Stephen Strange a su rol de Hechicero Supremo.
Gracias al éxito de Defenders, el Tordo recibe una nueva chance como “solista” en la revista Marvel Premiere, que lo tiene al frente entre los n°s 3 y 14 (1972-74). Los primeros números no aportan demasiado (hay guiones de Stan Lee y de Gardner Fox, el guionista top de DC de los ’60) pero en el n°9 se arma un equipazo: Steve Englehart (que escribía al Doc en Defenders) y el impactante Frank Brunner. Hay nuevos villanos (Cagliostro, Shuma Gorath), muere el Ancient One, Strange recibe más poderes y el dibujo es estremecedor. Las ventas acompañan y el mismo equipo se pone al frente de una nueva serie bimestral del Dr. Strange, que arranca en Junio de 1974 con una saga de cuatro episodios alucinante, en la que Stephen y Clea se enfrentan a otro nuevo villano, Silver Dagger. Brunner, enloquecido por las fechas de entrega, cuelga la capa en el n°5, pero regresa Gene Colan, para una seguidilla de muy buenas historias, hasta que Englehart se va en el n°18. Lo de Englehart es valiosísimo, porque introduce elementos psicológicos en el Tordo, que sus antecesores no habían explorado. Y Colan no está tan zarpado como a fines de los ’60, pero igual la rompe.
Le siguen unos números caóticos (con Marv Wolfman, Jim Starlin, Rudy Nebres y otros), y en el n°27 hace su debut otro guionista fundamental para esta serie: Roger Stern, quien (con varios dibujantes y hasta co-guionistas) llega hasta el n°37 y deja historias dignísimas, fieles a la propuesta de Englehart. Luego llega Chris Claremont, que tiene más suerte con los dibujantes: todos sus números los dibuja Colan. Claremont incorpora una nueva discípula para Strange (Sara Wolfer, una joven descendiente de aborígenes) y trae de vuelta a Wong. Cuando Chris confirma su partida (n°45), Marvel anuncia con bombos y platillos el nuevo equipo para la serie: Roger Stern y… Frank Miller!
Y no, Miller no llega nunca. Pero en el n°48 vuelve Stern ahora en equipo con Marshall Rogers, para iniciar una etapa de gloria que dura hasta el n°73 (Oct., 1985). Rogers no es Miller, claro, pero pone huevo, y pela jueguitos narrativos y visuales sumamente atractivos, además de excelentes diseños para nuevos villanos. Su último número es el 53, aquel famoso en el que el Doc se mete en una vieja aventura de los Fantastic Four contra Rama-Tut, y que culmina con la desaparición de Clea.
Strange se deprime, pero la calidad de los guiones no decae. Morgana Blessing pasa a ser el interés romántico del Doc, y varios dibujantes (con Dan Green a la cabeza) desfilan por la serie, mientras todo avanza hacia la confrontación final con Drácula, que se resuelve en el n°63. En el n°65 entra como dibujante más o menos estable un inspiradísimo Paul Smith y llegan números realmente gloriosos, como la saguita con el Black Knight y la trilogía en la dimensión de Dormammu, en la que reaparece Clea y muere Umar (por lo menos un rato). Con este broche de oro, la dupla Stern-Smith se despide y la revista de Dr. Strange nunca volverá a este nivel.
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