Luego de algún tiempo de espera, desde que salió la preventa de la nueva novela gráfica de Lucia Martinez Mayer, ‘El principio de todas las cosas’, editada por Hotel de las Ideas, finalmente llega a las comiquerías. Se trata de un libro de 80 páginas a todo color y con tapas rústicas que continuan con la misma estética visual.
Desde la primera página conoceremos a Natalia, una estudiante de periodismo, en lo que asumimos que es Buenos Aires. Natalia recibe una noticia muy preocupante: en su ciudad natal, ubicada en el sur del país, ha desaparecido su hermano Martín. Pero no se trata de cualquier desaparición. Martin es un militante activo en una organización ambientalista, que en un presente como en el que transcurre la historia, lleno de tensiones por la distribución de los recursos naturales, su objetivo es sociabilizar y repartir el agua.
Ante el shock y el desconcierto, Natalia se lanza a la búsqueda de Martín. Para eso, tendrá que irse al Sur, lo cual hará en un largo viaje en ómnibus. Ella llevara consigo su mochilita, como así también una actitud total de periodista de investigación. Será a través de esas primeras viñetas que ya la autora nos meterá muy adecuadamente de lleno en la sociedad que ofrece situaciones poco amigables en la que transcurrirá toda la historia. Veremos a Natalia quien, mientras espera su salida en la terminal, es acechada por un grupo de policías que la interrogan: le preguntan a dónde va y por sus intenciones de viaje. Sin dudas, nos encontramos ante un entorno hostil, y Natalia tendrá que arriesgarlo todo por su hermano.
Ni bien Natalia llega a su ciudad natal, deberá conectarse con los miembros de la organización, quienes le habilitarán los medios para que pueda iniciar la búsqueda de Martín. Para eso, volverá tras los pasos de los hechos que se sucedieron y culminaron con la desaparición de su hermano. Sin embargo, esa búsqueda dará un giro inesperado cuando los recuerdos sobre el pasado empiecen a guiarla, así como su lazo con su hermano y vivencias en común. Mientras van apareciendo los obstáculos y lo que parecen pistas que no llevan a ningún lado, las imágenes del pasado abrirán el camino y se volverán la brújula para el reencuentro tan esperado y deseado por la protagonista.
La búsqueda incansable de Natalia no dejará indiferente a quien recorra las páginas de la novela gráfica, puesto que se trata de un relato visual que resuena al lector y a la lectora. Por un lado, retrotrae a un pasado reciente de nuestro país, en el que, en el Sur, acontecieron sucesos que cuyas consecuencias estuvieron caracterizadas por la desaparición oscura y la muerte en 2017. Por otro, resulta imposible no remitirse a las luchas de los grupos ambientalistas que desde hace al menos década y media se expresan contra la megaminería y se preocupan por el agua dulce de ríos y lagos. Entre esos temas, también hay algo. La novela trata temas que ciertamente nos traspolan a situaciones muy reales, y lo hace a través del vínculo fraternal comu una conexión nos puede guiar en la lucha y ante la incógnita. Será, a través de esas premisas, que acompañaremos a Natalia en su hazaña, siempre desde su perspectiva y la reconstrucción de su propia vida. ¿Dónde está Martín? Eso no lo sabremos hasta que llegue al final…
Para contar su historia, la autora opta por una ilustración con un trazo muy delicado y elegante en el que resaltan los gestos de los personajes de una manera muy sutil y exquisita. En esos gestos, la mirada de los personajes, aunque simple resulta central, como así también los anteojos que aparecen de vez en cuando. Los colores azules y rojos hacen a la atmósfera visual algo tensa y los tonos tierra nos recuerdan que gran parte de la historia transcurre en una zona bastante austral de nuestro país. En esa selección de tonos, el paisaje patagónico( con sus horizontes desolados y sus arbustos achaparrados, aporreados por el viento) es protagonista como así aquellos lugares escondidos que tendrá que visitar Natalia. Son la elección de las paletas y el tratamiento del color lo que nos hace sumergirnos completamente en la narrativa a través de una estética que remite a una atmósfera creada por acuarelas.
«El Principio de todas las cosas» es una obra que, con su ilustración tan sutil y cuidada, resultará de lo más amena para quien se decida a sumergirse en la historia y acompañar a Natalia en su búsqueda, porque se trata de un relato que se vuelve cercano y que inspira para recordarnos de que nunca hay que bajar los brazos cuando parece no haber camino. Es cierto, Lucia Martínez Mayer construye un mundo en el que parece no haber esperanza para el medioambiente y pareciera que no queda otra que luchar, pero también nos recuerda que siempre están los vínculos, y que serán esos vínculos los que nos permitirán seguir adelante…
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