Si nos ponemos a contar, nos sobran los dedos de una mano para hacer una lista con las editoriales de historieta surgidas en los ’90 que han sabido afrontar el temporal de 2001 y mantenerse aún en pie. Una de ellas es la cordobesa Llanto de Mudo, que en este 2015 está cumpliendo sus primeros veinte años. Con esta excusa, y aprovechando su visita a Buenos Aires por la Feria del Libro, nos sentamos a charlar con sus responsables actuales, el guionista –y miembro fundador- Diego Cortés y el dibujante Nicolás Brondo. Esto fue algo de lo que nos contaron.
JH: 20 años de Llanto de Mudo. ¿Qué balance o mirada hacen de todo este tiempo de editorial?
Diego Cortés: Balance cero, porque nunca me imaginé que esto iba a durar veinte años. Las cosas van llevando y está bueno que sea así, si no, no es muy natural que digamos. Nunca nos planteamos como una empresa, nunca pensamos en términos de marketing, ni nada. Simplemente hacemos lo que se nos canta y publicamos los libros que nos gustan. El balance es positivo por la cantidad de amigos que hemos hecho, la cantidad de libros que hemos sacado, los viajes… todo positivo. Y aparte, aprender un oficio, que no es tan fácil como parece. Ir aprendiendo en cuanto a la tecnología, cómo ha ido cambiando la cosa, está bueno. Pasar de hacer fanzines a libros a color es como todo un mambo muy loco.
Nicolás Brondo: Es el cambio. Apostar a un cambio de formato, el color, mayor tirada, distribución… ir probando. Siempre ir adaptándose y no quedarse en el mismo punto.
DC: Es acompañar la época. Porque, si vos te fijás, Llanto siempre fue viendo un poquito antes para dónde iba la cosa. Logrando la distribución, editando de otra forma los libros, con otro trato con los autores. Yo no hago evaluaciones, mi futuro es la semana que viene (risas). Así terminás haciendo muchas cosas.
JH: Ustedes arrancaron con autoedición, fanzines; después siguieron con algunos libros en formato más artesanal, con gente de Córdoba cuyos laburos les gustaba…
NB: La relación que trabamos con los autores que editamos es una casi amistad, digamos. De asados…
DC: Es la parte más interesante, el resto es todo accesorio. Están buenos todos los libros que sacamos, pero también tener una buena relación. Porque, como te digo, nunca pensamos si vamos a ganar más o vender menos, si no que vemos un libro que nos gusta y tratamos de sacarlo. Hacemos todo el esfuerzo que podemos.
JH: El cambio de pasar a nuevas tecnologías, nuevos formatos, imprimir a color, ¿en qué momento se dio? ¿Fueron conscientes de que se venía otra etapa, con nuevos desafíos y más laburo?
DC: Te das cuenta con las deudas (risas). Pero también, cuando podés pagar te das cuenta que hacés cosas que en el principio no podías. Creo que hemos mejorado al mismo paso que la tecnología para editar libros. Es mucho más simple ahora que hace 20 años. Y pasamos de hacer fanzines, imprimir y encuadernar nosotros, a no tener que hacer nada y laburar de cobrador y mandando a la distribuidora. Te cambia totalmente. Más vale que ya no es lo mismo que sepas que algunos libros están en El Ateneo, que el hecho de tener que venderlos mano a mano como hacíamos antes. Pero a mí me preguntan cómo nos profesionalizamos, si las cosas cambiaron… Lo único que cambia es la cantidad de libros y la distribución que logramos. Para mí, los primeros libros tienen la misma calidad que los de ahora, no cambia eso.
NB: Llanto también, incluso en la época en la que yo no estaba, en los ’90, ya hacía libros como DesIguales, Niño Azul. En una época de fanzines. Incluso Elvisman era un comic-book importante. También se iba armando eso.
DC: Es la historia de los últimos veinte años. ¿Cómo voy a pensar que conozco a un pibe en una comiquería, nos hacemos re-amigos y sacamos Elvisman, y va a terminar siendo Juan Ferreyra?. Vos lo veías al guaso, decías “este chabón dibuja re-bien, tiene 18 años y la hace mierda”… y mirá en lo que terminó. Y seguimos siendo amigos y comemos asado igual que antes. No cambia nada.
JH: ¿Cuándo se conocen ustedes? ¿Cuándo te incorporás vos, Nico?
NB: En el 2005. Ahí pasé por la galería donde está el local hoy… Yo arranqué publicando en un fanzine de la ciudad de Córdoba que se llamaba Áspid. Tenía tiernos 15-16 años. Y para mí Llanto de Mudo era como vanguardista. Estabas vos [por Cortés], [Federico] Rubenacker, Juan [Ferreyra], [Pablo] Peisino… y era la vanguardia. Cuando yo encontré, muchos años después, el local, estaba éste, con su habitual buen humor y gracia para atender a los clientes; entro yo y le digo “¡vos sos Diego Cortés!” y él me responde “seh” (risas). Y justo estaba con una carpeta y le mostré mis dibujos. Me dice “¡ah, dibujás bien!”.
DC: ¿Con esa cara de boludo dibuja bien? (risas)
NB: Esa misma semana volví a pasar, le llevé un par de cosas y me dijo “tengo un guión”. Y sacamos Mano de ángel, el primer libro que hicimos juntos. Salió en 2008, pero lo empezamos a fines de 2005. Cerramos la historia juntos, incluso. En ese interín también estaba en la (revista) Ignatius. Y antes de eso, en un fanzine chiquitito que se llama Arriba en llamas, donde saqué una historia corta. Esa fue mi primera publicación oficial con Llanto.
DC: Era raro, porque entre los que la fundamos había un artista plástico, un fotógrafo y yo. El fotógrafo (Pablo Peisino) y yo escribíamos poesía y narrativa, el artista plástico (Fede Rubenacker) hacía comics y es muy reconocido en Córdoba, ha hecho laburos para España con Laura Vázquez. Ahora está dedicado a la pintura. En el libro que vamos a sacar por los 20 años va a volver a hacer una historieta. Siempre fue una mezcla rara, entonces los comics que hacíamos ya eran raros de entrada. Éramos chabones que leíamos a Alan Moore, superhéroes y también a Rimbaud, todo mezclado. Un caos. Y era divertido.
NB: Niño azul era una novela gráfica mezclada con poesía, algo muy loco.
JH: Creo que Llanto fue de los primeros, en aquellos años ´90, de pasar del clásico fanzine fotocopiado y abrochado a las publicaciones en libro, con lomo, de una forma también artesanal.
NB: El fanzine Nos fuimos al carajo tenía un diseño muy lindo, cuidadísimo. Ese formato vertical, desplegable…
DC: Cada tres números le cambiábamos el diseño.
NB: Desde el inicio Llanto perfilaba como algo que, si bien éste [por Cortés] dice que no pensaba que iba a durar tanto, yo creo que en su fuero interno, sí (risas).
DC: El único que siguió con la editorial fui yo. En 2005 quedé solo y apareció Nico, los otros no se dedicaron mucho. Pero a mí me siguió picando la cosa de editar.
JH: ¿Cómo balanceás la parte de editor y la de autor, para que una no se morfe a la otra?
DC: Ahora no edito tantos libros míos, porque el año pasado, aparte de los 10 u 11 libros de historieta, sacamos otros 60 más, entre poesía, narrativa, ensayo, todo. Y casi que no estoy presente como autor, saco un libro o dos al año, como mucho. Pero me está comiendo casi todo el tiempo la editorial. Ya es un laburo grande, está llegando a otro punto… Son como ciclos. En 2009 sacamos Ebrio y al toque salió Ordinario. Ahí cambió totalmente todo.
JH: Claro, después de la salida de Ordinario, de Sala, y Correrías del Sr. Rispo, de Parés, se vio un salto de calidad notable.
DC: Desde ahí hasta ahora sacamos 60 libros de historieta. Y tenés desde chicos que no los conoce nadie, que publican su primer libro, a autores grossos como Parés y Sala. Para nosotros es todo igual. Más vale que no vamos a arriesgar la misma plata en Parés que en un pibe nuevo, pero el valor del libro es el mismo para todos.
NB: Siempre y cuando nos guste lo que hace el autor, esa es la base. Siempre nos preguntan qué criterio editorial tenemos, y es que nos guste a nosotros.
DC: Y así te sorprendés también, porque vos pensás en algo que por ahí es muy raro y no lo vas a vender, pero lo mismo, termina vendiendo un montón. Depende de la calidad del libro. Y los libros son de los autores. Cada autor tiene su estética, no uniformamos nada, cada libro tiene su onda. Y viste que hay cualquier cosa, digamos, desde libros muy experimentales a cosas bien clásicas, humor absurdo, superhéroes, de todo.
JH: Está bien que cada uno tiene su historia, pero de todo el catálogo, ¿cuál fue el que dijeron “este es el que tenía ganas de sacar sí o sí”?
DC: Los de Parés, porque además era un autor que leía mucho. A Gustavo [Sala] lo conozco de la época de los fanzines, pero Parés era alguien que uno leía de antes. Y no te imaginás que sea tan piola, ni que te va a dar un libro.
NB: Que tuviese tantas ganas de hacer lo mismo que nosotros. Cuando editamos Las Correrías… fue como “guau”. Estábamos editando a Parés, que encima tenía ganas de laburar con nosotros y toda la onda.
(Muy pronto, la segunda parte)
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