FASOAVENTURAS
Las aventuras de los Freak Brothers avanzan en el tiempo, no se quedaron en los ´60. Tal vez por eso se la recontra-bancan leídas hoy, cuando ya nadie se acuerda de los hippies, ni de los head shops, ni de la época en la que consumir marihuana o ácidos era poco menos que un manifiesto anti-sistema. Si alguna vez te llamó la atención que Beavis & Butt-Head se mofaran sin piedad de los adolescentes medio nabos que miraban todo el día MTV desde la propia pantalla de MTV, te cuento que eso no lo inventó Mike Judge. Los Freak Brothers, 25 años antes, también se le cagaban de risa a la contracultura hippie desde adentro, con personajes que eran -ni más ni menos- una sátira a toda esa generación que creyó encontrar en el sexo, las drogas y el rock las claves para una revolución pacífica que nunca llegó.
Y claro, si hablamos de dibujos animados, también son bastante obvias las similitudes con The Simpsons. Veamos: Los Freak Brothers son personajes arquetípicos, que no maduran, ni envejecen, ni evolucionan. Las historias tiene giros imposibles, frutos de enredos y casualidades bizarras, que revolucionan el statu quo de la serie un ratito, para terminar exactamente donde empezaron. El humor señala los cuatro puntos cardinales de la comicidad: el slapstick (humor físico, burdo, de golpes y porrazos, tipo Los Tres Chiflados), el absurdo (la fumanchereada, el delirio tipo Cha-Cha-Cha), el grotesco (escatología e inmundicias varias) y la sátira socio-política (básicamente, agudas crìticas al modo de vida yanki). Y finalmente, la vigencia, la milagrosa atemporalidad de un producto que se esforzó por ser testigo de su época, pero que habla con elocuencia (y sin celular) de la nuestra. Me queda bastante claro que los Freak Brothers ocuparon un lugar preferencial entre los comics que consumió Matt Groening en los ´70 y ´80.
La abrumadora mayoría de las aventuras creadas por Gilbert Shelton y su equipo arrancan más o menos igual: Phineas, Fat Freddy y Freewheelin Franklin, al pedo en su departamento, piensan cómo conseguir faso, o cómo conseguir guita para comprar faso. De ahí, la cosa puede disparar para cualquier lado: un invento disparatado de Phineas, una trapisonda ridícula de Fat Freddy, un plan maestro de Franklin que termina para el orto, una road movie, un policial, o la mejor de todas las aventuras: The Idiots Abroad, la extensa saga que lleva a los Freaks por medio mundo y le permite a Shelton burlarse de las costumbres, religiones y gobiernos de más de 10 países. Esta saga se publicó en tres partes, entre los nºs 8 y 10 del comic book de los Freak Brothers y demandó varios años de trabajo. La primera parte se dio a conocer en 1984 y la tercera recién en 1987. En total son unas 100 páginas desopilantes, idas al bien carajo, y además publicadas a todo color. La revista The Comics Journal la incluyó en la lista de las 100 mejores historietas del Siglo XX.
En varias de las aventuras de los Freak Brothers tiene un rol secundario el “archi-enemigo” del trío cannábico, Norbert the Narc, un agente de la División Narcóticos que suele liderar razzias policiales para incautar sustancias tóxicas, de las que suelen abundar (un rato) en la casa de los protagonistas. Y si bien a lo largo de toda la serie hay un discurso anti-autoritario, donde cualquiera que ejerce la autoridad queda inevitablemente ridiculizado, vale destacar cómo Shelton cuida a este «antagonista»: guarda buenas ideas para desarrollar con él y –sin dejar de retratarlo como un loser consumado- hay dignidad en el pobre Norbert.
ALTO VUELO
Dentro de estos parámetros, los Freak Brothers protagonizan aventuras mejores y peores, más cortas y más largas, en blanco y negro y a color. Las más breves (una sóla página) son generalmente chistes largos, mientras que las sagas más extensas están trabajadas como novelas, con argumentos muy elaborados, mucho cuidado en la entrada y salida de escena de varios personajes, y casi ningún cabo suelto, más allá de la impronta delirante de la propia serie. También hay hallazgos brillantes en historietas de pocas páginas (Fat Freddy Drug Czar es una joya de apenas 5 páginas) y hasta en algunas de las tiritas microscópicas del gato de Fat Freddy que aparecen abajo de las planchas de los Freaks.
Visualmente, la evolución de Shelton es notable. Al principio el dibujo es muy crudo, inferior al de Wonder Wart-Hog (que es anterior). Pero después se empieza a soltar. Lo ayudan el hecho de poder trabajar con viñetas más grandes (algunas de las primeras historias tienen hasta 16 cuadros por página) y por supuesto suman muchísimo Sheridan y Mavrides, los tremendos artistas que se convierten en sus asistentes. En las últimas historietas de los Brothers, la dupla Shelton-Mavrides ya está afinada como un violín y cada viñeta es una gloria. El trazo -sin ser tan perfecto como el de Robert Crumb- es absolutamente expresivo: todo (hasta las onomatopeyas) está exagerado para darle al dibujo más gracia y más comicidad. La narrativa de Shelton no tiene fisuras, el manejo del color (ya sea directo o aplicado) es excelente y las ilustraciones que hacía para las portadas, posters, tarjetas, o simplemente para joder, son alucinantes. O sea que si te gusta la estética under, acá vas a flashear, además de ver con categórica claridad de dónde sale la “línea chunga” que impusieron los dibujantes de vanguardia en la España de fines de los ´70 y principios de los ´80.
Alguna vez Shelton fue acusado de perpetuar algunos mitos acerca de la marihuana, como cuando dice que solo la planta femenina produce una droga que puede hacer volar a quienes la consumen, pero la verdad que todo está inmerso en un contexto de joda, y no importa demasiado si la data acerca de la marihuana es exacta o no. Importa mucho más el ritmo de las aventuras, el carisma de los personajes y la lucidez con la que Shelton habla de la vida real y de situaciones sociales que fueron reales en las distintas épocas por las que transitó la serie. Ese combo, sumado al humor corrosivo y jodido (¡esos chistes de enfermedades venéreas!) y al innegable encanto del dibujo, explican (creo yo) por qué los Freak Brothers siguen tan vigentes como en los ´70, por qué están traducidos a 16 idiomas y por qué llevan vendidos más de 40 millones de ejemplares de sus distintos libros y revistas.
(el lunes, la última entrega)
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