19. CUESTA ABAJO
Estamos en 1990 y el furor de la serie regular de Green Arrow escrita por Mike Grell se empieza a desinflar lentamente. El punto de inflexión es el nº35, donde tenemos el inicio de una nueva saga de cuatro episodios con Shado, junto a una novedad muy decepcionante: ni Dan Jurgens ni Ed Hannigan volverán a participar de esta serie, donde tendremos primero a un muerto impresentable (Mark Jones) y más adelante unos cuantos números a cargo del gran Denys Cowan, al que rara vez le pondrán entintadores como la gente. Y a partir del nº50, el dibujante más frecuente será Rick Hoberg, un obrero del lápiz correcto, cumplidor, pero bastante falto de onda.
Pero lo peor es esa saguita que va del nº35 al nº38. Sin ninguna necesidad, Mike Grell decide que tiene que hacer añicos el status quo de la serie y en apenas cuatro episodios, Oliver se pelea con Dinah, se curte a una chica mucho más joven, se afeita la cabeza y la chivita, abandona su uniforme en favor de campera y pantalones negros, se convierte en enemigo declarado del gobierno de EEUU (que manda a sus sicarios a capturarlo) y termina por abandonar Seattle para vagar por el mundo, solo como loco malo.
En el nº39, Ollie queda cara a cara con George Bush (padre) y le canta las 40 a este siniestro personaje, uno de los más jodidos de la historia del Siglo XX. Pero enseguida la arista política se desactiva y la serie nos muestra breves aventuras sin demasiada trascendencia en las que Ollie recupera la cabellera rubia (aunque no el traje verde) para impartir justicia en distintos lugares más bien remotos, primero del interior de los EEUU y más tarde de Africa. El mejor de estos episodios es, lejos, el nº40, el único que dibuja Mike Grell, a un nivel impresionante.
El nº50 (Ago.1991) marca el regreso de Ollie a Seattle y al mes siguiente vuelve a lucir el traje verde y a reconciliarse con Dinah. A partir de ahí, la dupla Green Arrow/ Black Canary compartirá unas cuantas aventuras, de nuevo imbuidas en temáticas fuertes, socialmente relevantes, en las que enfrentarán a violadores, asesinos seriales, narcotraficantes y demás alimañas urbanas. Pero la fórmula ya está muy baqueteada y la serie pierde (o ya perdió) buena parte de su atractivo. La siguiente saguita de cuatro partes con Shado (nºs 63-66) será el último coqueteo con la periodicidad de 14 ó 15 números por año y además se hace aburridísima, por lo estirada que está y por el poco impacto que generan los dibujos de Hoberg. En los nºs 71 y 72 Grell ensaya otra novedad: una enemiga con poderes sobrenaturales, capaz de transformarse en pantera (o al revés). Tampoco pasa nada. Y el nº 75 (Jun.1993) es el único realmente imprescindible de toda esta etapa. Acá Ollie se vuelve a transar a la borreguita, se entera de que es el padre del hijito de Shado, se separa definitivamente de Dinah y se reencuentra (después de muchos años) con Roy Harper y la hijita que este tuvo con Cheshire. Lástima que Grell no puso ahí el punto final.
20. EL FIN DE UNA ERA
Pero no, lamentablemente Mike Grell sigue al frente de Green Arrow hasta el nº80. En el medio se va Rick Hoberg (para ser reemplazado por unos crotos horrendos) y se va el mismísimo Mike Gold, el coordinador que orquestó esta versión de Oliver Queen junto a Grell desde el Día Cero. Entre los nºs 76 y 80, el arquero vive una saga lejos de Seattle junto a Eddie Fyers y cuando regresa, trata de ordenar el despelote en que se convirtió su vida, sin ningún éxito. Fin. Después de tres prestiges, 80 números de la serie regular y varios Annuals, se termina la Era Grell.
Ah, no? ¿Hay más cosas? Bueno, ahí vamos.
En Marzo de 1989, en pleno auge de la serie regular, Mike Grell escribe un nuevo origen para Green Arrow, en el nº 38 de Secret Origins. El dibujo es sumamente olvidable y el guión retoca bastante el origen que habíamos visto primero en la DC SuperStars nº17 y más tarde en el nº1 de The Longbow Hunters. La historia está narrada en tres tiempos distintos, con flashbacks y escenas oníricas, por momentos algo confusas. Básicamente el nuevo origen descarta la aventura de Ollie en la isla contra los traficantes de marihuana, para plantear el verdadero debut como justiciero enmascarado del joven millonario en una fiesta de disfraces en la que (obviamente) va caracterizado como Robin Hood.
Unos años después, en 1993, Grell recibe luz verde para una miniserie de cuatro episodios llamada Green Arrow: The Wonder Year, que vendría a ser un “Year One” del personaje. Recordemos que, durante la etapa de Grell, Ollie envejecía “en tiempo real”, como Alack Sinner o los personajes de Gasoline Alley. O sea que para 1993 blanqueaba 46 años y el Year One se sitúa 21 años antes, en 1972. En esta aventura (que continúa directamente de la que acabamos de ver) el guionista se saca las ganas de mostrarnos al Ollie joven, empresario y millonario, que se divertía como un playboy mientas daba sus primeros pasos en la lucha contra el crimen. Por supuesto, evitando siempre a los villanos enmascarados, los super-poderes y las flechas con truquitos, como si fuesen cancerígenas. Nada demasiado relevante, más allá de una certera sátira política a los años del turbio Richard Nixon en la Casa Blanca. Esto mismo, en un prestige de 48 páginas dibujado por el propio Grell, pudo haber sido grossísimo. Estirado a casi 90 páginas y con los dibujos a cargo de un Gray Morrow ya veterano, pasó sin pena ni gloria.
Lo más extraño de todo esto es, por un lado, el hecho de jugarse a ponerle fecha al origen de un personaje, algo que en los comics de superhéroes se recomienda no hacer jamás. Pero Grell estaba dispuesto a bancarse que las cuentas que sacaban los fans convirtieran a Ollie prácticamente en un geronte, 10 años más viejo que Batman, Superman, etc.. Por suerte, ni bien Grell dejó la serie, esto se desactivó y Ollie volvió, muy de a poco, a ser apenitas más jovato que los otros personajes surgidos en la Silver Age. Por el otro lado, la audaz decisión de Grell de no vincular nunca a su versión de Green Arrow con el resto del Universo DC. Ni en el “Year One”, ni más adelante, aparece ninguna mención a nada de lo vivido por el héroe fuera de su propia serie. Recién en el nº75, después de muchos años de presión por parte de los lectores, Grell recapitula momentos clave de la relación entre Ollie y Roy Harper y “pone en continuidad” historietas que no escribió él.
Obviamente, la etapa post-Grell tomará la dirección absolutamente contraria. Pero eso queda para la próxima entrega.
(Muy pronto, la undécima parte)
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