Hellboy II: El Ejército Dorado es una gran película.
A diferencia de su antecesora, no se atolondra, no hace esfuerzos denodados (y a veces desesperados) para meter en dos horas TODO lo que podría querer ver un fan del personaje, sea heredado de los comics de Mike Mignola, o gestado ad hoc por la peli de Guillermo Del Toro. Esta vez, la historia es una, es potente, deja margen para explorar lo que les pasa a los cuatro o cinco protagonistas y transcurre a un ritmo parejo, sin prisa pero sin pausa.
En general –repito- es una gran película, y dicho esto por segunda vez, permítanme centrarme en lo que creo que no cierra del todo bien (guarda, que se vienen los spoilers, se vienen):
El romance entre Liz y Hellboy era lo más choto de la primera peli, y acá va más allá. Es funcional al argumento y Del Toro sabe sacarle jugo para que aporte más de lo que molesta, pero no tendría que haber estado en la primera peli y haberlo abortado para la segunda habría sido un hitazo.
Otra: Cualquiera que haya leído los comics de Mignola sabe que la interacción entre Hellboy y la gente normal es absolutamente pacífica, tranqui, sin ningún tipo de sobresaltos. Hellboy es un héroe y la gente lo ovaciona y lo respeta como tal. Para Del Toro, no. Toooodo el tiempo machaca con que Hellboy es un monstruo, es feo, es distinto y su contacto con los humanos normales termina siempre en kilombo, o en desgracia. El mexicano se esfuerza por explicarnos que el lugar de Hellboy es… lejos, con los freaks, con los demonios, con los monstruos, con las criaturas fantásticas, no con la gente común.
Después… ¿por qué taaaanta comedia? ¿Hace falta? ¿Los comics de Hellboy tienen secuencias 100% cómicas, con gente que se emborracha y canta boludeces? La escena en la que tratan de entrar al mercado de los trolls, con la vieja/ monstruo que le tiene miedo a los canarios… ¿no parece de Men in Black? ¿No le quedaría mejor a Disi y Francella?
Y otra: algún día iba a pasar, y pasó. El Laberinto del Fauno tuvo tanta chapa (merecidísima, aclaremos) y terminó de redondear tan bien el ”Estilo Del Toro” y la “Estética Del Toro”, que Hellboy II es una película… 75% Del Toro y 25% Hellboy. La impronta mignolesca está, pero la “deltoresca” le pasa el trapo, mal. Largas secuencias de la peli (las mejores) transcurren en mundos que Hellboy jamás pisó en los comics y que parecen fruto de la imaginación del director, mucho más que del creador de los personajes. No hay un choque, los mundos se ensamblan armoniosamente, pero no vayas esperando ver en pantalla gigante las criaturas y los lugares que te quitaron el aliento en los comics de Hellboy, porque (a diferencia de la primera peli) acá no los vas a encontrar.
Y algunos hallazgos (hay muchos):
Johan Krauss, espectacular.
La lucha con el elemental/ vegetal, majestuosa. Para eso sirve el cine, carajo, no para hacer comedias pelotudas y dramas intragables. Un monstruo gigante que revolea autos es algo que en los comics ya vimos mil veces, no nos mueve un pelo. En el cine sigue siendo electrizante y fabuloso, y ojalá hubiera más pelis de monstruos gigantes que revolean autos.
El combate contra el Príncipe y los soldados del ejército dorado, un clásico.
Y lo más grosso: la larga escena en el mercado de los trolls, con dosis precisas de machaca, humor, suspenso, romance y llena de bichos alucinantes que parecen diseñados por Alcatena (de ahí también el título de esta nota) y con los que George Lucas podría vaciar los bolsillos de todos los coleccionistas de action figures del universo. Todo ese tramo en el mercado garpa el 100% del valor de la entrada. Y después vienen varias escenas gloriosas más.
Para el final, un guiño a otro final, el de Conqueror Worm (una de las mejores sagas de Hellboy) y la puerta abierta a una tercera peli, que tal vez no se filme jamás. No hace falta. Con lo que hay, la dupla Hellboy-Del Toro ya entró a la historia, y por la puerta grande.
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