Nos internamos en la antología de historias cortas de Boichi, el consagrado dibujante de Dr. Stone.

Hotel

10/01/2024

| Por Sebastián Aguilera

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Me recomendaron varias veces que le diera una oportunidad a Boichi. Fiel convencido de que para ver de qué está hecho un autor, hay que leer su obra corta, opté por encarar antes su antología: Hotel.

El Autor

Hipe- conocido por obras como Sun-Ken Rock (Sanken Rokku) y aún más por ilustrar Dr. Stone, el surcoreano Mu-jik Park –más bien conocido como Boichi- supo ganarse un lugar destacado dentro de la mega competitiva industria del manga en Japón. Si bien comenzó como autor de manhwa y de artículos sobre cómo dibujar manga en su Corea natal, llegó al mercado japonés en el 2004, donde alcanzó una enorme popularidad y fue reconocido como una de las voces más interesantes del manga moderno.

La edición

Las historias cortas de Hotel fueron publicadas originalmente entre el 2006 y 2008 en la revista semanal Morning (Mōningu), conocida por el abanico de géneros que pululan en sus páginas. Otras historias se publicaron originalmente en la revista Mandala. Las historias fueron compiladas por Kodansha en el 2008.

En el 2015, cuando Boichi aún era desconocido en el mercado hispanoparlante, esa editorial que se juega por títulos desconocidos de manga, Milky Way, apostó por Hotel.

Historias rupturistas

Es irónico pensar que el mercado japonés sea tan estructurado en cuanto a los géneros que publica, cuando hay un público ávido de nuevas experiencias en sus viñetas y que también haya autores inquietos que buscan ir más allá. Encontrar su veta, como pasó en su momento en la creación de sub-géneros como el Shōjo o el Gekiga. En el caso de Boichi, hay un autor que disfruta jugar con los límites y también parodiar todo lo que significan los géneros y convencionalismos del manga. Lo hace con una idea que muchas veces puede sonar ridícula, darle sentido y estructurar todo un ecosistema creíble a su alrededor. Su verdadera genialidad está en la forma en la que mantiene la idea como eje de sus relatos y se mantiene fiel a ellas. Esto lo obliga a encontrar la forma de hacer historias verosímiles incluso dentro de lo absurdo o de lo híper exagerado. En estas instancias, apuesta por el chiste, la ironía o la parodia más descarnada. En otros casos, hay un peso dramático importante, donde aparece un autor que cuenta con una artillería narrativa y técnica gráfica muy interesantes.

Distopías
La mayoría de las historias del tomo tienen un mensaje ecológico, por lo general de esperanza. Boichi parece tener fe en la humanidad y estar convencido del poder de sus viñetas. Lo interesante es ver el abanico de estilos con los que se mueve el autor: Va desde la ciencia ficción dura hasta peleas épicas. Por lo general, el tono es adulto y se mueve en el terreno del seinen. En algunos casos incluso hay un toque pajeril, un ecchi que no llega a ser invasivo ni molesto. Es posible que sea un mangaka convencido de sus capacidades y consciente de que puede vender sin necesidad de caer en la movida ecchi.

El tomo abre con “Hotel: Since A. D. 207”, un relato con el que el autor pega fuerte con el tema ecológico. La humanidad está al borde de la extinción por culpa del cambio climático, la contaminación y todos los desastres que causó. La respuesta lógica sería pensar en enviar al espacio un arca con la historia de nuestro planeta y el registro de ADN, con la esperanza de que alguna civilización avanzada se apiade y reviva a todo ser que caminó sobre el planeta. En un giro hermoso de ciencia ficción especulativa, Boichi da un paso al costado a la idea por el hecho de que en el tiempo en el que transcurre la trama no hay recursos, ni mucho menos la capacidad tecnológica para llevar a cabo esa proeza. Es decir, le da una vuelta de tuerca muy inteligente. La respuesta está en crear un arca en la Tierra. Una inteligencia artificial se encarga de cuidarla, mantenerla y protegerla. Y es aquí donde el relato cobra fuerza: pasan milenios desde el fin de la humanidad y esa IA hace su tarea con pasión, incluso cuando esta parece algo vano. En ese sentido es un relato fuerte, de ciencia ficción dura que recuerda mucho a antologías europeas como la Métal Hurlant o la 2000 A.D.

Las dos páginas de “Lot” le sirven al autor para mostrar un futuro desolador. Hay un uso magistral de la elipsis para no mostrarnos lo que pasó con la humanidad y dejar todo sujeto a la interpretación del lector. Los aparentemente tres últimos supervivientes están en lo más alto de una de las torres de Dubai. Al narrador se le ocurre algo para garantizar la continuidad de la raza, pero aquí juega la ironía. El final abierto da pie a seguir explorando ese mundo.

La faceta emotiva aparece en “Present”. Lo que parecía ser una historia de amor entre un profesor y una alumna, se convierte en la desesperación contra la enfermedad. El paso de los años y la frustración se sienten en cada viñeta. La impotencia de los personajes está tan bien trabajada que nos lleva a ese final desgarrador e inevitable.

Después de esas páginas, hay un interludio cómico, “Migrañas”. No tiene mayores pretensiones que la de un chiste en torno a los dolores de cabeza.

“Todo fue por los atunes” es una de esas historias que parte de una idea absurda y que con otro autor podría haber quedado en el chiste. Los atunes se extinguen y el protagonista, quien extraña su sabor, hace todo lo posible para revivirlos. Le sale mal, pero logra cosas increíbles que van ayudando a que el planeta se recupere y la humanidad dé saltos científicos enormes. Él está inconforme, solamente quiere que vuelvan los atunes. Si bien parece absurdo, Boichi logra darle una coherencia muy fuerte al relato y repite su mensaje ecológico sin caer en los tópicos de siempre. Lo curioso es que todo gira en torno a la esperanza y no al escrache o a la denuncia. Para el autor, tenemos el potencial de ser mejores y arreglar las cosas. ¿Inocente? Puede ser, pero logró un relato muy divertido y complejo.

El ecchi no podía faltar. En “Sushi Girl” encontramos una parodia al género de las magical girls, donde no logra ir más allá del chiste y lo pajeril.

En “Stephanos”, hay otro de esos giros impensados del autor. Va desde el drama de una alumna, que no quiere abortar el hijo que va a tener con un profesor hacia… algo que algunos pueden amar. Sinceramente, lo vi demasiado rebuscado y tratado de una forma muy superficial después de la forma en la que está tratado el conflicto interno de Noriko. La tensión médica que sigue por la urgencia tiene un crescendo dramático enorme y termina con ese giro, que, a mi parecer, es un delirio. Eso sí, es muy efectivo a nivel visual y es ahí donde Boichi logra dar el pie en la épica.

El autor, consciente de que necesitamos un momento de risas, sigue con una historia corta de ciencia ficción impredecible. La genial “Kenji, el rey de los inventos”. Es una muestra de que se puede hacer humor desde la ciencia y que todo el mundo pueda entenderlo.

Las páginas a color de “Diadem” cierran el tomo. Es una historia que podría haber sido épica de haber durado más. Sin embargo, Boichi se centra en la espectacularidad gráfica y en hacer lucir a Lilith, la protagonista, enfrentándose con valentía (y la “protección” de un body painting) a hordas de monstruos hiper tecnológicos. Las escenas de acción están logradísimas y hay épica visual. Argumental, no.

Espectacularidad gráfica
Es cierto que no todas las historias de Hotel sorprenden, pero Boichi compensa con la calidad gráfica que tienen sus páginas. Es un autor imaginativo, capaz de retratar escenarios post-apocalípticos atípicos y fuera de lo común con fondos espectaculares. Sus criaturas y robots tienen dinámica y sus personajes logran un dramatismo gráfico muy intenso. Sin embargo, donde se luce es en las secuencias de acción. Allí muestra un despliegue técnico donde abundan escorzos, cambios de cámara muy jugados e interacciones épicas entre los personajes. Sin dudas, una bestia de la ilustración.

​Check-out
Me da gusto haberme encontrado con una antología tan heterogénea. Las historias no solo difieren en calidad, sino en contenido, tono e incluso en géneros. Boichi es un autor inquieto que no se siente cómodo en los convencionalismos y busca siempre ir más allá. Encontrar nuevos horizontes para expresarse. A veces lo logra y sorprende. En otras, como Diadem, queda a medio camino. El balance, sin embargo, es muy bueno. Además, la parte gráfica es sobresaliente.

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