¿Estás Krazy?
El particular universo de Krazy Kat, con sus propios códigos completamente alejados del mundo real, ha dado lugar a múltiples análisis. Indudablemente el carácter ambiguo del triángulo protagónico Krazy-Ignatz-Pupp es el que más discusiones a suscitado entre los seguidores de la serie. Para poder comprender mejor esta relación intentaremos definir las características de cada uno de sus miembros.
Si hablamos de Krazy no podemos obviar la discusión con respecto a su sexualidad, dado que Herriman nunca definió con claridad si se trata de un macho o una hembra. “Krazy es como un espíritu. Los espíritus no tienen sexo. Así que Krazy tampoco” dijo en una ocasión. Pero no debemos olvidar que Krazy ama secretamente a Ignatz y su alma poeta e ingenua interpreta los ladrillazos del ratón como un acto de amor. Ignatz sí es presentado claramente como un varón, con esposa e hijos. Es arriesgado asegurar que la pretensión de Herriman fuese exponer en su tira una relación homosexual, por lo que la afirmación sobre el género de Krazy se inscribe dentro de la misma lógica poética y surrealista que domina a la obra. En definitiva, es una polémica cuya conclusión estará lejos de ser satisfactoria y le quitará capas de ambigüedad e indefinición a una historieta que se presenta como exactamente lo contrario.
En cuanto a Ignatz, sus tentativas por llamar la atención de Krazy y su constante desafío a la autoridad de Pupp lo muestran en un intento por superar su complejo de inferioridad –además de ser, narrativamente, el principal motor de los gags de la serie. Por último, Offissa Pupp está impelido casi ciegamente a cumplir con la ley y el orden, cosa que lo vuelve un inepto y un incentivo para las travesuras de Ignatz. Detesta profundamente al ratón, al punto de buscar cualquier excusa para meterlo en la cárcel, y también ama a Krazy, pero con un cariño más bien paternalista. Vale aclarar que este “triángulo de amor bizarro” muy pocas veces aparece en la serie de manera explícita y está regido por las reglas propias de Coconino County. Allí la racionalidad y las leyes de la lógica son alteradas constantemente, y el amor y el odio entre las personas no se manifiesta de la misma manera que en el mundo real (a tal punto que un ladrillazo en la cabeza puede ser considerado un gesto de cariño). Es probable que Herriman se divirtiese con estas polémicas y buscara potenciar la ambigüedad de sus personajes para mostrarnos la simpleza del mundo de Coconino en contraste con la complejidad del nuestro. En una tira de 1915, Krazy se pregunta “no sé si debería tener un marido o una esposa”, a lo que Ignatz responde “ten cuidado”, mientras le arroja uno de sus habituales ladrillos.
Otro de los aspectos únicos del universo de Krazy Kat es su lenguaje: una especie de idioma de borrachos, que mezcla un idish neoyorquino con palabras en francés, español y hasta en navajo. Esta particularidad incrementa la sensación de lejanía del universo de la tira con respecto al mundo real y la acerca más al surrealismo y al sinsentido, dando lugar a interpretaciones que van más allá de la inmediatez de la primera lectura. Esto es un escollo difícil de sortear para las ediciones en otros idiomas. La recopilación de tiras que publicó en nuestro país Ediciones de la Urraca intenta un acercamiento al espíritu original con el uso de localismos y palabras del lunfardo, pero a pesar del esfuerzo realizado, es claro que resulta prácticamente imposible hacer un traspaso fiel del original, y en este camino se pierde uno de los elementos que dotan a la serie de su característica impronta.
Por último, sólo nos resta decir que este personalísimo universo creado por Herriman ha ejercido una influencia en los historietistas que aún se ve en la actualidad. Bill Watterson, creador de Calvin & Hobbes, decía que “como caricaturista leo a Krazy Kat con temor y admiración. Krazy kKat representa una visión tan pura y completamente personal que los mecanismos internos de la tira son, al final, tan insondables como el propio George Herriman. De todas maneras, me maravillo de cómo este fantástico mundo pudo ser imaginado de forma tan potente y llevado al papel con tanta inmediatez. ESTO es tan bueno como una tira cómica puede ser”. Otros autores como Daniel Clowes, Chris Ware, Patrick McDonell y Liniers también reconocen el trazo maestro de Herriman entre sus máximas influencias.
Exponente mayor de una época de experimentación gráfica y narrativa en el campo de la tira, fruto de la imaginación inagotable de un autor irrepetible, Krazy Kat es una de esas historietas en las que uno puede transitar sin temor a arrepentirse. Un verdadero oasis de imaginación y poesía, para tomarnos un descanso de esta realidad que nos abruma. O, en palabras de su autor, “es como una canción hipnótica. No deja ecos en el cerebro, pero sí en el alma”.
Krazy cut
Entusiasmado por la gran calidad y la autonomía que había logrado la serie, William Hearst se salía de la vaina por llevar a Krazy Kat a la por entonces joven pantalla grande (siguiendo los pasos que ya habían dado Little Nemo in Slumberland y The Katzenjammer kids). La primera tanda de cortometrajes se inicia en 1916, con historias de muy corta duración (dos minutos aproximadamente) centradas alrededor de Krazy e Ignatz, con muy poco protagonismo para Offissa Pupp y el resto de la fauna de Coconino. Aunque el nombre de Herriman figura en los créditos, su participación en los cortos es prácticamente nula. Luego de esta tanda de unos 15 episodios, en 1920 la Bray-Goldwing Pictograph Company adquiere los derechos fílmicos de la serie y realiza también unos pocos capítulos. Algunos cuentan con la dirección de Vernon “George” Stallings, quien luego sería uno de los encargados de desarrollar Tom & Jerry para el estudio Van Beuren.
Habría que esperar cinco años más para ver nuevas aventuras animadas de Krazy, cuando el productor Charles Mintz compra la licencia para realizar episodios de la serie y distribuirlos vía Columbia Pictures. Se inicia, entonces, una de las etapas más largas del dibujo animado, que duraría hasta entrada la década del ’40. A pesar de su buena calidad argumental y de animación (mérito principal del reconocido animador Bill Nolan), esta nueva serie se aparta totalmente del universo de Herriman y Krazy se transforma, paradójicamente, en un remedo del ratón Mickey y de otro mucho menos conocido: el ratón Sniffles, una vieja creación de Chuck Jones para la Warner Bros. El único capítulo que busca un acercamiento a lo realizado en la historieta es “Li’l Ainjil”, de 1936; sin embargo, en vista de la poca repercusión que tiene entre el público, la productora decide rápidamente regresar a la fórmula anterior. Los episodios de esta tanda son considerados una rareza hoy en día, dado que Columbia los manda a destruir por esta filmados en un celuloide altamente inflamable. Afortunadamente algunas copias que sobrevivieron (junto con otros episodios de etapas anteriores) han sido recopiladas en el DVD Kinomatic Krazy Kat Kartoon Klassics, edición que cuenta también con documentales sobre la historia y realización de los cortos.
El último intento de animar a los personajes de Coconino County se produce en 1963, cuando el King Features y la Paramount llevan adelante una serie animada para la televisión. Con producción de Al Brodax y dirección de Gene Deitch (confeso fan de Herriman), esta versión a color de Krazy Kat se mantiene bastante fiel a la estética del comic, pero no obtiene el éxito esperado y finaliza luego de tan solo una temporada. Las voces de los protagonistas corren por cuenta de Penny Philips para el papel de Krazy y Paul Frees como el avieso Ignatz.
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