Los autores de Boca de Diablo y La Mujer del Mago se reunieron en 2014 para una historia realista, desgarradora y conmovedora como pocas.

Little Tulip

04/10/2023

| Por Pablo Jiménez

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Allá por el Siglo XVIII, un filósofo alemán, Thomas Hobbes, popularizó una frase que postula que “el hombre es el lobo del hombre” para explicarnos que éste (si, tanto hombres como mujeres, a pesar de que ellas hayan sido históricamente ninguneadas tanto en terminología como en su rol social) es el depredador natural de sí mismo. Si bien Hobbes buscaba justificar la sombría necesidad de tener un monarca que gobierne y ordene a la sociedad para que esta lo acepte como un poder superior, uno no puede negar el horror y el espanto del que somos capaces como especie, tantas veces a lo largo de la Historia contra nosotros mismos.

Muchos de los que nos consideramos comiqueros (más algún paracaidista al cual le dijeron “esta es una obra seria, no es como el común de la historietas”) estamos habituados a que nos hablen de Maus como una obra obligatoria, además de un exponente muy crudo sobre los horrores del nazismo para con el pueblo judío, y a la cual uno siempre le agradeció la utilización de animales en el dibujo, como mecanismo de auto-engaño para creer que ese elemento hace a la historia “más tragable”.

¿Pero qué ocurre con el día después de los horrores del nazismo? ¿Qué aprendimos sobre los “no se debe” para con el que piensa distinto? Lamentablemente algunos países como Rusia sólo han demostrado una hipocresía atroz entre los enemigos que combatían fuera de sus fronteras, y los métodos que utilizaban para quienes ellos consideraban enemigos del Estado, enemigos de sus ideas y de su Patria.

Little Tulip es una novela gráfica escrita por un guionista que se sale de la regla habitual de la mojigatería yanki como es el estadounidense Jerome Charyn, a quien quizás conozcan de la fantasiosa La mujer del Mago y la tremendamente cruda Boca de Diablo, las tres hermosamente dibujadas por François Boucq. Lo que obtenemos es una narrativa increíble, con el ritmo y estética de una película hecha durante el New Hollywood, pero con toda la impronta gráfica de la bande dessinée de relatos históricos (por si hay dudas, el dibujo no es Tintín ni Adler ni cualquier otra historieta basada en la línea clara).

Que quede claro: Esto es de lo más jodido que he leído en mi vida. Sí, leí Crossed y es una fiesta de gore y salvajismo que pierde sentido por presentar únicamente estos elementos como herramienta de venta. Sí, también leí cosas como Verotika, Red Room de Ed Piskor, o cualquier otra historia mala leche salida de la cabeza de Garth Ennis o David Lapham. Incluso para aquellos que, como yo, además de comiqueros también son cinéfilos, y piensan que Un Film Serbio o El Ciempiés Humano son insoportables de ver, les recuerdo que son obras de pura ficción sin ningún tipo de anclaje en la realidad. Si más arriba comentaba que Maus se hace soportable gracias a su elección en el diseño de personajes, Little Tulip es una patada en la cara que te muestra en primer plano no solo actos increíblemente violentos, sino también escenas sexuales oscurísimas y cargadas de una sórdidez espeluznante (y sí, estoy hablando de ESE tipo de situaciones que involucran desequilibrios de poder, de edad y ni hablar de la amoralidad que vemos en cuadro y que por suerte son pocas a lo largo de la obra). Y éstas no son ni gratuitas ni innecesarias, sino que cada elemento de crueldad y desesperanza que vive nuestro protagonista sirve para marcar a fuego (o simbólicamente en tinta, por medio de los tatuajes) en su cuerpo y en su carácter las huellas de su pasado.

Esta historia, originalmente publicada en 2014, logra en sólo 80 páginas generar un clima insoportablemente denso, con una trama muy profunda sobre los efectos en las personas de uno de los peores inventos de la humanidad: los “campos de trabajo y reeducación”. Con un desarrollo bastante complejo para todo lo que tiene para contarnos, el autor nos narra en paralelo la historia de Pavel/Paul, un niño/adulto que ha vivido en carne propia el dolor, la humillación, la angustia y la crueldad que muchas personas en la vida real han padecido, los cuales han encontrado en la animalidad y en la anulación de los sentimientos y del pensamiento civilizado las únicas herramientas posibles para sobrevivir a ese infierno en la tierra. También intentó conservar el mayor porcentaje posible de humanidad, aunque la mayoría de las veces fue en vano.

En muy pocas palabras, el argumento se desarrolla como explicamos antes, en dos líneas de tiempo paralelas, no en el sentido multiversal al que nos tiene acostumbrados el comic mainstream, sino en un sentido narrativo no cronológico. Presente y pasado se resignifican continuamente: En la actualidad conocemos mínimamente la vida de Paul, un tatuador que también hace changas como dibujante de perfectos identikits para la policía de Nueva York, una versión de la ciudad tan jodida y peligrosa como era en los ´70… o como es el conurbano bonaerense en la actualidad. Con apenas pocas descripciones de los sospechosos, Paul puede obtener algo así como una iluminación mística y una conexión con la realidad-más-allá-de-la-realidad en la que hace uso tanto de su sensibilidad para las personas como de su capacidad para el dibujo a fin de actuar como un traductor al papel de lo que puede percibir en ese casi sexto sentido. Sin embargo, hay un asesino y violador serial de mujeres con el cual nuestro protagonista tiene un bloqueo y cuyo rostro no puede descifrar. Mientras tanto, por medio de flashbacks, conocemos a Pavel, un niño con una historia familiar muy acogedora y tierna que apenas dura dos páginas, porque esa paz se rompe en pedazos cuando la NKVD (a fin de resumir y para los elementos de la historia, digamos que era la rama persecutoria de los disidentes de la URSS pero hacia cosas mucho más siniestras que solo eso) golpea la puerta preguntando por las ideas políticas de su padre. Sólo voy a agregar que a partir de allí comienza un derrotero a toda velocidad por los aspectos más oscuros del corazón humano, donde la esperanza de las personas es directamente proporcional al peligro de aferrarse a ella.

A partir de este momento la elección que hagamos para leer la historia, es decir, si leemos la versión en inglés editada por Dover, o si leemos la versión editada por Norma (que tiene cartel gigante en rojo en la tapa que dice “contenido solo para adultos”) nos puede llegar a cambiar la experiencia final. Para decirlo de manera directa: Los españoles tuvieron los huevos y ovarios que los estadounidenses no. La versión de Dover viene “censurada” en la forma que censuran las historias para el público yanki: Ponerles ropa interior a escenas de desnudos frontales o recortar cuadros muy difíciles de tragar, en especial cuando involucran niños. Pero esto no es novedad: lamentablemente han hecho lo mismo con obras que ni siquiera tienen un tinte erótico, como por ejemplo en Los Mundos de Aldebarán, una aventura de sci-fi espacial que cada tanto muestra una teta sin ninguna carga erótica (no es Druuna, muchaches, no jodamos) y a la cual decidieron tapar elegantemente con corpiños y cosas por el estilo. No estoy capacitado para hablar sobre la censura en los comics y tampoco es la idea de esta nota, pero se me ocurre preguntar: ¿Para qué editan comics para el público adulto, supuestamente con criterio formado, si luego deciden cagarse en los autores y presentarte la versión que ellos consideran que es mejor para vos? En fin, la hipocresía de la sociedad norteamericana: Decapitaciones y mutilaciones sí, bombardeos a ciudades enteras sí, violaciones de los derechos humanos y tiroteos en escuelas sí…. tetas y culos no (les falta agregar “malo eso, caca, caca” cada vez que aparezcan en pantalla para terminar de considerarnos niños a todos los lectores/espectadores).

Si te animás a subirte a un bote que va a navegar en medio de una tormenta emocional, Little Tulip es la novela gráfica para aquellos que quieren llevarse huellas imborrables de cada historia que leen. Por suerte para nosotros lo hace con tanta crudeza como altura, por lo cual no será necesario oprimir en nuestras mentes el botón de “Des leer” al terminar, ya que con un final casi poético y que es un “tómalo o déjalo”, culmina en un punto muy alto y con muchas ganas de debate en el lector/a que dio este salto de fe al vacío y sin paracaídas.

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