Todo concluye al fin, nada puede escapar, y nuestra lista de los 100 comics de la década que se acaba de ir, llega a su décima y última entrega, o a su centésima y última reseña.
Fueron 10 meses, 17 escribas, 100 obras y centenares de comentarios dejados por ustedes al pie de cada entrega. Lo cual habla de un entusiasmo importante, que nos hace ponernos a pensar en las posibles secuelas de este exitosísimo experimento.
Pero no nos adelantemos… Todavía nos quedan en la mesa diez manjares servidos con mano maestra por los mejores chefs de Australia, Canadá, EEUU, Francia, Inglaterra, Japón, México y Suiza.
Buen provecho y feliz década del 10!
ASTERIOS POLYP. De David Mazzucchelli.
Por Amadeo Gandolfo.
Asterios Polyp (2009) podría ser una oda al snobismo (su protagonista homónimo, es un “arquitecto de papel”, cuyos planos nunca han sido construídos, un egocéntrico que se pasa hablando de sí mismo), un trabajo formalista que uno puede admirar pero no amar.
Por suerte hablamos de Mazzuchelli, un autor que logra combinar experimentalismo con fragilidad humana. Esta es, en realidad, una historia de amor y de transformación, la odisea de un personaje por abandonar todas sus certidumbres.
El libro empieza con el incendio de la casa de Asterios. Él lee esto como una señal para abandonar una vida vacía y trasladarse a un pueblito donde se emplea como mecánico. A partir de aquí, el libro salta en el tiempo, para rellenar los huecos de su historia y contarnos la relación con Hana, una artista plástica insegura, sensible, amante del trabajo manual, su opuesto y atracción eterna. Y lo que podría ser una exploración cliché se lee como una radiografía completamente sincera y honesta de dos personas enamoradas pese a sus diferencias, cosa que coincide con la tesis central del libro: todos necesitamos una “mejor mitad”.
Este contenido narrativo se mezcla con la bella utilización de Mazzuchelli de las líneas, el color y las tipografías, para darle un tono distintivo a cada uno de los personajes mediante su representación gráfica. Asterios es líneas rectas de color azul, Hana es rayones impresionistas de rosa, las escenas en el pueblito tienen una paleta naranja y amarilla, la sensación de un ocaso tranquilo en una ciudad somnolienta.
Asterios Polyp es realmente una obra cumbre. Y su final es de una belleza tan arrobadora que es imposible no sentir un nudo en el corazón.
CRIMINAL. De Ed Brubaker y Sean Phillips.
Por Fabio Blanco.
Pungas, boqueteros, estafadores, policías corruptos, matones. Nombrá cualquier actividad delictiva y la vas a encontrar en Center City. Si los querés ver planear algún golpe cerveza tras cerveza, tenés que ir al Undertow (la “n” final se cayó del cartel en los ‘50). Allí el gigantesco Gnarly espera en la barra mientras lee la tira diaria “Frank Kafka, PI” escrita y dibujada por Jacob Kurzman (sic), un experto falsificador local. Por supuesto, detrás de tanto crimen hay un “kingpin” (llamado Sebastian Hyde) que maneja mucho dinero sangriento, pero el indiscutible dueño de la ciudad es un tal Ed Brubaker.
En Criminal, una serie dividida en arcos narrativos independientes, publicada por el sello Icon de Marvel Comics, Brubaker demuestra su amor por el policial negro. Sus historias tienen el mismo clima desencantado; sus protagonistas son perdedores de buen corazón: Tracy Lawless, el desertor que vuelve a la ciudad y busca respuestas tan implacablemente como el Lee Marvin de Point Blank (1967) lo hace con la intención de vengar la muerte de su hermano menor. Leo Patterson, el ladrón que cree en las reglas y no confía en las armas, cuida al ex socio de su padre, un hábil punguista que sufre de Alzheimer.
Todos estos personajes han perdido la inocencia a temprana edad pero aún así (o quizás debido a ello) han desarrollado un código de conducta, una nobleza que Sean Phillps plasma perfectamente en sus rostros y con la que incluso vos, que no sos un criminal, te podés identificar.
DC: THE NEW FRONTIER. De Darwyn Cooke.
Por Martín Fernández Cruz.
El comic explica lo que hasta el momento podía considerarse un tiempo muerto. New Frontier relata el paso de una era a la otra (de Golden a Silver), en la que los héroes clásicos (Batman y compañía) sobreviven y se adaptan lo mejor que pueden a una nueva época que pide un relevo urgente. Lo que intentó Cooke con su New Frontier fue renovar y a la vez homenajear una época perdida del comic de super-héroes. Y casi terminó por revolucionar el género, a través de una vuelta a las raíces, acompañada de un dibujo irresistible que sostiene un guión que, desde su premisa, cuenta una historia de coyuntura.
Si comparamos, podríamos decir que Cooke cuenta un paréntesis en el que se decidió el destino del plantel superheroico vital de las siguientes décadas. Pero lo más importante, New Frontier se detiene a contar cómo fue el proceso en el que Hal Jordan, Barry Allen y J´onn (entre otros) encontraron en su vocación su razón de ser. Y en donde el verdadero sentido de la aventura no está en salir a pegarle a los villanos, sino en tomar esa decisión. Y vuelvo a insistir en este punto (que para los seguidores de Cooke puede ser redundante, sobre todo si leyeron su Parker: Hunter, editada en 2009), pero el dibujo es tan perfecto que incluso sin leer los diálogos se comprende qué es lo que pasa. La estética y la ambientación nos remiten a la segunda mitad de los ’50, ese período en el que no sólo arranca la Silver Age sino que es donde abrevan los autores que más influencian a Cooke (Bruce Timm y Daniel Torres), lo cual termina de garantizar el resultado.
¿Hay vida después (o incluso antes) de la inexpugnable continuidad de DC? Darwyn Cooke cruzó la frontera y dio sobradas muestras de que sí.
New Frontier recuperó una parte del placer en la lectura que se había perdido, y es el de maravillarnos ante lo fantástico. Cooke logra sorprendernos con una aventura clásica y con personajes que son viejos conocidos. Pero los reinventa, y con ellos brinda una nueva mirada a una época de descubrimiento constante, en la que aún podíamos maravillarnos.
El logro de Cooke es recuperarnos como espectadores niños, y nos devuelve esa fascinación por la lectura.
EL CADAVER Y EL SOFA. De Tony Sandoval.
Por Andrés Accorsi.
En un país como México, donde el comic verdulero por kilo predomina al punto de no dejar virtualmente espacio para nada más, no es muy frecuente que aparezca un autor con todas las letras, un verdadero artista con mucho para decir y nada para regurgitar. Pasó en los ´90 con Ricardo Peláez, y pasó ahora con Tony Sandoval. Y sí, lo de Sandoval es mucho más impactante, no sólo porque logró imponerse en el circuito editorial europeo, sino porque además, este muchacho del ´73 es un verdadero genio.
El Cadáver y el Sofá (2007) es una Obra Maestra, así, de una. Tiene personajes maravillosos, climas inolvidables, grandes diálogos, una trama de misterio que te engancha hasta el final y se resuelve a la perfección, acción, suspenso, algo de humor negro, algo de erotismo, unas secuencias oníricas impresionantes, y por si faltara algo, un dibujo devastador. Lo que hace Sandoval a nivel dibujo no tiene nombre. Como Dave McKean en la fundamental Cages, el mexicano mezcla técnicas, pasa de color a blanco y negro cuando los climas de la historia lo requieren, se va del acrílico al plumín, de la grilla de nueve cuadros al splash grandilocuente, de Juan Bobillo a Nicolás De Crécy, y todo le sale perfecto.
Entre la pesadilla y la ternura, entre el romance pastoril y los films de terror con adolescentes alzados, Tony Sandoval arma una deliciosa tragicomedia dark que mucho le hubiese gustado imaginar a Tim Burton para convertir en una peli con muñecos. Por suerte es un comic y por suerte La Cúpula lo editó en nuestro idioma. Búsquenlo, que es glorioso de verdad.
EX MACHINA. De Brian K. Vaughan y Tony Harris.
Por Hernán Martignone.
Adictiva como Lost, política como The West Wing, superheroica como Heroes, paradójicamente Ex Machina (DC/Wildstorm, 2004) no se parece a nada. Empezar a leerla es terminar de leerla, tengamos hasta donde tengamos, bajada de internet, prestada en castellano, comprada en inglés. Vaughan (Y: The Last Man) pone acá toda la carne al asador, empezando por rendir un soberbio homenaje a la historieta de superhéroes desde el segundo cuadrito y mezclando, en esa misma viñeta, la ficción a la caída de las Torres Gemelas. Contada soberbiamente con saltos a la infancia del personaje central, Mitchell Hundred, y a su pasado superheroico como The Great Machine, la historia se centra en realidad en su desempeño como alcalde de New York después de la tragedia del 11-S, ya que es elegido por haber impedido la caída de una de las dos torres.
Con esa premisa, Vaughan se despacha, por un lado con una gran historieta política, que mecha debates sobre las cuestiones que se discuten en la política americana (educación pública, casamientos gay, racismo), pero al mismo tiempo nos cuenta el camino del héroe, desde su origen misterioso cuando recibe el poder de hacerse entender por las máquinas y de entenderlas como si de personas se tratase (un poco en la onda de Preacher) hasta que abandona esa carrera superheroica para recibir el poder de gobernar la ciudad que adora por sobre todas las cosas.
El expresivísimo y tremendamente narrativo dibujo de Tony Harris (Starman) es sin duda el otro gran pilar de la serie, porque nos va llevando con una fluidez que no parece de este mundo. Un verdadero disfrute que demuestra que las series mensuales no han sido superadas por las novelas gráficas, porque a veces hay mucho por contar.
GUS. De Christophe Blain.
Por Fabián Montaner.
Gus es un western bastante atípico y peculiar. No la mejor quizás, pero seguro la obra más personal del genial Christophe Blain. Tiene un estilo muy vieja escuela y no es casualidad, ya que Blain es un admirador de la BD de los años ’30 y ‘40 y en especial de los primeros álbumes de Lucky Luke. En el tema argumento, lo que le va a interesar al autor, no es tanto la parodia del western, sino la transposición de las relaciones amorosas contemporáneas al lejano oeste americano. En especial, el paradójico encanto de la sociedad y las mujeres en particular, por los fuera-de-la-ley. Los tres protagonistas (Gus, Clem y Gratt) son tres asaltantes de bancos que se levantan a cualquier hembra que se les ponga delante, sin hacer asco a nada. Pero como en la vida real, las relaciones con las mujeres, son harto complicadas.
Después de un primer tomo soberbio, que narra por igual (y en brillantes historias cortas) las peripecias de los tres maleantes de la banda, Gus desaparece de escena rápidamente, tras una partida de poker memorable. Aquí el spotlight se lo lleva Clem, enfrentado a un gran dilema, partido a la mitad entre su vida de familia y la fogosa Isabella. Para el tomo tres, Gus vuelve a escena con todo, ya sin sus compadres. Como en los tomos precedentes, las diversas historias nos van a mostrar a un Gus guardaespaldas del dueño del salón, experto en poker y defensor de los granjeros contra los ganaderos, siempre con una mina en la mira.
Gráficamente, el comic es una exquisitez, dotado de un gran dinamismo y una paleta con tonos ocres, cuadros monocromáticos y colores aplicados de manera directa, sin desvanecimientos (otra influencia de la obra de Morris), que resaltan de un modo sublime el trabajo de sombras realizado por la pluma de un verdadero maestro.
LA EXTRAÑA HISTORIA DE LA ISLA PANORAMA. De Suehiro Maruo.
Por Andrés Accorsi.
Entre 2007 y 2008, Suehiro Maruo, el Genio Maldito del Manga, nos obsequió el que tal vez sea el mejor trabajo de su estremecedora carrera. Esta vez se embarcó en una historia extensa, basada en una novela del gran escritor Ranpo Edogawa (1894-1965), famoso sobre todo a fines de la década del ´30 por sus aportes al género policial. La historia habla del artista y la utopía extrema de llevar la belleza a su estado más puro, que es el de un lugar maravilloso, creado desde sus cimientos hasta su más mínimo detalle para brindar placer (estético y carnal) a quienes lo visitan. Claro que las utopías no son gratis, y un poquito de sangre va a haber que derramar.
Como en todos los mangas de Maruo, acá hay asesinatos truculentos, sangre y desmembramientos. Y sexo, obvio. Pero ganan la poesía, el idealismo, la pasión por el arte y la perfección. Incluso hasta el final, que no es para nada el que uno espera. Maruo siempre se las rebuscó para mechar lirismo, surrealismo y belleza incluso en sus mangas más escabrosos, esos llenos de fetos abortados, mutilaciones y violaciones. Acá, su estilo detallista y preciocista (más cerca de Vittorio Giardino que de los mangakas más famosos) brilla como pocas veces y su vuelo poético engalana también los vestuarios, paisajes y decorados de esta isla paradisíaca. Y por supuesto, no escatima crueldad en las escenas sórdidas.
La Isla Panorama es la obra de un genio en su mejor momento. Es un policial, es un drama, es una utopía al estilo de Thomas Moore, y es –ante todo- una oda a la belleza, a los riesgos que vale la pena correr para concretar en el mundo real ese paraíso con el que todos soñamos alguna vez. Majestuoso.
PILDORAS AZULES. De Frederik Peeters.
Por Federico Reggiani.
Pareciera que es necesario contar con un tema importante para que una historieta se consagre en el mundo de la alta cultura. Maus y el Holocausto, Persépolis y el Islam, incluso El Eternauta (que ya es inseparable de las lecturas de El Eternauta) y la dictadura argentina. Podríamos adjudicar este fenómeno a la relación humillada de la historieta con la “alta cultura” si no fuera porque se trata de un fenónomeno más amplio: la literatura también parece tener que ofrecer algo más que pura ficción para ser disfrutada. En todos los niveles: descartemos la imbecilidad de creer que uno aprendió sobre la historia textual del Evangelio leyendo el código Da Vinci y por algo, deshauciados de la literatura, nabos como Marcos Aguinis se pasan al ensayo indignado; también la “alta literatura” ofrece un plus (filosófico, psicológico, social, histórico) como si el puro disfrute de la ficción no fuera suficiente.
Se me acaba el espacio. Píldoras Azules, el bello libro del suizo Frederik Peeters, es una historieta excelente más allá del “tema importante” que trata y que, probablemente, haya tenido mucho que ver con su consagración. Pildoras Azules cuenta la historia de la difícil pero posible y satisfactoria relación en una pareja en que la chica está infectada de SIDA. Pero no es una buena historieta por eso, sino por la frescura con que construye el relato de esa relación, por la elegancia del trazo, por los recursos específicos que utiliza, como los cruces entre lo onírico y lo real. Dicen incluso que, sin tema importante, las historietas posteriores de Peeters son aún mejores.
PLANETARY. De Warren Ellis y John Cassaday.
Por Diego Accorsi.
El concepto de Planetary es al mismo tiempo revolucionario y tributario del género de superhéroes, pero a la vez es un gran homenaje a lo fantástico en su totalidad, desde la ciencia-ficción clásica a Vértigo, y de los pulps a Matrix, pasando por el cine de acción de Hong-Kong y Sherlock Holmes. Warren Ellis y John Cassaday están en su cima artística y brindan talento a raudales en una serie dentro del Universo Wildstorm que juega con los seres con poderes y lo oculto del mundo a lo largo de más de un siglo de aventuras bizarras e inteligentes, llenas de giros y sorpresas.
Los “arqueólogos de lo imposible” que protagonizan estas aventuras son tres: Elijah Snow, nacido el 1º de enero de 1900, capaz de absorber el calor de las cosas y congelar todo; Jakita Wagner, luchadora súper fuerte; y Drummer (el Baterista, sin ningún otro nombre), capaz de conectarse con los ritmos de la energía de las cosas electrónicas, y de imponer su cadencia para modificar la realidad. Cuando una versión tremenda de los Fantastic Four queda establecida como los grandes antagonistas de la serie, Planetary crece para todos lados, desenterrando lo inimaginable, explorando lo oculto y repensando el abordaje de lo fantástico como género desde muchísimos lados.
Si algo se le puede criticar a esta serie es la periodicidad. Su corrida de 27 números comenzó con un preview en septiembre de 1998 y finalizó recién a mediados de 2009, a razón de 0,4 publicaciones al año. Es sin dudas uno de los comics de la década ¡y tardaron más de diez años en terminarla!
THE ARRIVAL (EMIGRANTES). De Shaun Tan.
Por Gregorio Guerrero.
Shaun Tan es un genio con todas las letras. En esta novela gráfica de 2006 no hace más que exponer un arte asombroso, en un libro cuya edición es fastuosa (tanto la estadounidense como la española), y le hace honor a cada una de sus páginas. Este autor australiano descendiente de malayos, nos cuenta una triste historia acerca de la gente que emigra en busca de trabajo, una suave metáfora en un mundo desconocido y extraño, una historia muda, donde las imágenes expresan en su totalidad todo lo que el autor desea, y recrean en los lectores sensaciones muy extrañas, confusas por momentos, ya que las situaciones a veces no son del todo claras, pero aun así, son momentos cautivantes.
¿Qué podemos decir del arte? Pareciese más un artbook que una novela gráfica. Cada ilustración es digna de ser enmarcada. Con un estilo totalmente original y un uso extremadamente correcto de los tonos sepia para embarcarnos en una odisea melancólica que simula remontarse al tiempo pasado, a lo que tuvieron que vivir las viejas generaciones de “emigrantes”, lo cual a su vez tiene un tinte autobiográfico, ya que los mismos padres de Tan no son autóctonos de Australia, y él reconoce el sacrificio de los mismos honrándolos con esta historia.
El hecho de que la obra no presente textos le provee un carácter universal, esto le puede llegar al corazón a cualquier persona de cualquier país, e incluso a la gente que no sabe leer. El autor extrema la imaginación a la hora de crear las metáforas visuales que necesita para llevar adelante la trama, algo nada fácil en relatos tan extensos. Pero claro, Shaun Tan es un maestro.
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