Segunda entrega de este repaso por los 120 años de historia del comic, pensado para homenajear a los 120 autores más grossos, los que dejaron una marca más profunda en este medio. Con ustedes, otros diez maestros (y maestras) fundamentales del Noveno Arte.
ALEX TOTH
Por Andrés Accorsi
Alexander Toth nació el 25 de Junio de 1928, en la ciudad de Nueva York, y desde los tres años empezó a dibujar con cualquier material y sobre cualquier superficie que tuviera a mano. Estudió dibujo en la High School of Industrial Arts y a los 15 años, cuando todavía cursaba la secundaria consiguió trabajo como profesional, en la revista Heroic Comics.
En 1947 es convocado por Sheldon Mayer para All-American, una de las dos ramas que en aquel entonces tenía la DC. Allì dibuja a varios superhéroes de la editorial, siempre bajo la influencia de sus ídolos, Milton Caniff y Noel Sickles. Los ‘50 fueron los años en los que Toth forjó su propio estilo, en parte gracias a la posibilidad que tuvo de explorar géneros muy distintos, en casi todas las editoriales de la época. Realizó historietas románticas, bélicas, westerns, policiales, cómicas, y hasta la tira Casey Ruggles, como ayudante de Warren Tufts. Para fines de los ‘50, Toth sienta cabeza en la editorial Dell-Western, donde descolla con su versión de El Zorro, pero también dibuja numerosas historietas policiales y de aventuras y adaptaciones de las primeras películas con actores que produce Disney.
Desde mediados de los ’60 Toth empieza a trabajar también en animación y eso le permite dedicarse a los comics sólo cuando su pasión por este medio lo requiere, y es en este período en el que realiza sus mejores historietas: algunas cositas de misterio, otras de superhéroes y Hot Wheels en DC y, sobre todo, los unitarios de terror en blanco y negro que aparecen en las revistas de la editorial Warren. Ya en los ‘70, publica la recordada serie de aviación Bravo for Adventure y en 1980 acepta el encargo de dibujar la historieta Torpedo 1936, de Sánchez Abulí. Pero a Toth no le gusta el guión, con lo cual su segundo episodio es también el último (la serie llegará a la cima un par de años más tarde, de la mano de Jordi Bernet).
Y a partir de los ‘80, la producción de Toth se hace sumamente espaciada. Es casi imposible encontrar historietas suyas publicadas entre 1983 y su muerte, acaecida en Mayo de 2006 y quizás por eso sea mucho más respetado y venerado por los artistas y especialistas que conocido por los fans.
BILL SIENKIEWICZ
Por Andrea Vega
Bill Sienkiewicz, nacido en Pennsylvania el 3 de mayo de 1958, es un artista visual cuyo estilo quizás te cueste asimilar. Sienkiewicz ha sido muy influyente en la industria del comic desde su primer trabajo regular en Moon Knight, a comienzos de los ´80, donde su estilo poco convencional lo convirtió en artista de culto.
Entre sus trabajos más notables se encuentran Elektra: Assassin, con guión de Frank Miller; Big Numbers, un ambicioso proyecto en colaboración con Alan Moore que nunca fue completado; y su obra cumbre, Voodoo Child: The Illustrated Legend of Jimi Hendrix.
Cualquier artista que haya ilustrado un comic con algo más que lápices y tintas está en deuda con Sienkiewicz. Su combinación de fotorealismo con distorsiones expresionistas, y el uso de pintura al óleo, collage, coloreado digital, y otras técnicas y herramientas, logran un estilo visual con gran influencia del arte abstracto. La experimentación es una constante en su arte. Para Sienkiewicz, el realismo es un obstáculo; lo que importan son las representaciones subjetivas, la percepción y no la realidad. Su influencia puede verse en el trabajo de artistas como Dave McKean, Sam Kieth y Ted McKeever, entre otros.
CLAIRE BRETECHER
Por Fabio Blanco
En 1963, René Goscinny vio los trabajos de Claire Bretécher para las revistas del grupo Bayard y le ofreció ilustrar su tira Le Facteur Rhésus. Con apenas 23 años, recién llegada a París desde Nantes y educada en un colegio católico, la joven descubrió que (en sus propias palabras) “había cosas que no sabía dibujar”. El co-creador de Astérix no volvió a convocarla hasta varios años después.
Pero ella sigue trabajando y creando varias series humorísticas para el Journal Tintin, para Spirou, para la revista la holandesa Pep y para la francesa Récord. En el estilo y los temas de este periodo se nota la influencia de Johnny Hart y Brant Parker y sus tiras B.C. y The Wizard of Id. La hipócrita sociedad medieval en la que transcurre esta última se refleja aún con más desparpajo en Cellulite (1969-77), la serie protagonizada por una princesa que no tiene suerte con los hombres. Bretécher la crea para Pilote, la revista de René Goscinny.
Junto a Marcel Gotlib y Nikita Mandryka, funda en 1972 la revista L’Echo des Savanes. En ese ámbito de libertad creativa sus historias se vuelven más ácidas y el estilo más realista, cercano al de Jules Feiffer. Poco después comienza a colaborar con medios ajenos al ambiente del comic. Crea Le Bolot Occidental para la revista ecologista Sauvage y Les Frustrés (1973-80) para Le Nouvel Observateur, la página semanal que hizo decir a Roland Barthes que su autora era “el mejor sociólogo de Francia”.
A partir de 1975 Bretécher se anima a la autoedición y publica en álbum no sólo recopilaciones de Les Frustrés y de sus primeros trabajos sino también material original, todos de alguna manera polémicos: La Vie passionnée de Thérèse d’Avila (1980) que escandalizó a algunos católicos y Le Destin de Monique (1983), una historia futurista sobre embarazo y manipulaciones genéticas que incluía un personaje transgénero.
En 1988 aparece el primero de los ocho álbumes de Agrippine, las aventuras de una adolescente atrapada entre la angustia existencial y la sociedad de consumo. En 2001 se adaptó a serie animada.
Claire Bretécher se retiró del comic en 2009, pero su trabajo sigue siendo revolucionario, su humor y sus observaciones de la sociedad siempre vigentes.
DANIEL TORRES
Por Fede Velasco
Nacido en Valencia (España) en 1958, Torres es un claro exponente de la línea clara de “la nueva escuela valenciana”, surgida en los´80 y canalizada principalmente por la majestuosa revista “Cairo”, que entre 1983 y 1991 le dio cabida a infinidad de artistas. Y es en esta revista donde el autor cosecha su primer éxito con la publicación de Opium (antes de esto había laburado para el Víbora haciendo a Claudio Cueco). Terminada la serialización de dicha serie, Torres arranca con una historia llamada Tritón, que tenia como protagonista a un escritor de novelas, con un pasado de temerario jinete del espacio que se niega a abandonarlo. Nacía Roco Vargas, el personaje mas famoso y longevo del autor.
Después vendrían Sabotage, El Octavo Dia, El Angel de Notre Dame, y algunos otros trabajos, que incluyen una historia corta de Sandman Mistery Theatre y una de The Spirit con guion de Alan Moore.
En 1995 crea al Dinosaurio Tom, un personaje apuntado al público infantil, y desde entonces publica con regularidad sus historias. En paralelo se desempeña como ilustrador publicando en revistas como Playboy o Rolling Stone, así como también en publicidad. En 2015 se dio a conocer La Casa, la más reciente novela gráfica de este inagotable y exquisito narrador.
JAIME HERNANDEZ
Por Amadeo Gandolfo
El hermano menor de Gilbert, pero no por ello menos genial. Como Joe Strummer y Mick Jones, Jaime y Gilbert son dos gigantes artistas más grandes y sensatos juntos. Si Gilbert narra las aventuras de un pueblo que funciona como un elenco interminable de culebrón, Jaime (nacido en 1959, Oxnard, California) está interesado en un grupo mucho más pequeño de personajes y en la manera en que van envejeciendo y dejando atrás capas de quienes son. Maggie y Hopey comienzan como dos jovencitas punk que se van volviendo mujeres con achaques, recuerdos y remordimientos, completamente diferentes de cómo eran cuando comenzaron sus aventuras hace más de 30 años, aunque conserven cierto núcleo de testarudez e irresponsabilidad. ¿Qué les pasa a los punk cuando les cae la vida encima?
Con un estilo de dibujo mucho más preciosista y elegante que el de su hermano, sin el grotesco, sin la comedia más física y burda, Jaime es un maestro del claroscuro, un dibujante de personajes bellos, un gran pintor de la California de pueblos pequeños y rencores grandes donde creció y todavía vive. También es capaz de producir comics de terror alucinantes (como “Flies on the Ceiling”, el origen secreto de Izzy Ortiz) y, como buen fanático del comic para niños, historias de personajes infantiles cabezones y similares a los dibujos de Hank Ketcham que de pronto viran a la realidad más cruda e historias de luchadores enmascarados. De vez en cuando también despunta el vicio de dibujarse una historia corta de superhéroes para DC o Marvel donde deja en ridículo al 90% de los dibujantes regulares de esas editoriales. Para empezar: la increíble y desgarradora saga de desencuentros “The Love Bunglers”.
MOEBIUS
Por Lucas Ferrero
Moebius (1938-2012) era el único autor que se bancaba un mano a mano con Alberto Breccia y Sergio Toppi. ¿Hace falta explicar más? Autor integral definitivo, que redefinió el dibujo en todos los géneros, desde el western hasta la ciencia ficción. Fue fundador de la revista Metal Hurlant, formó dupla con el escritor chileno Alejandro Jodorowsky y creó una de las historietas definitivas de los ’80, El incal. Además se dio el lujo de haber dibujado Silver Surfer con guiones de Stan Lee y también la posibilidad de escribirle un manga (Icaro) al dibujante Jiro Taniguchi.
Moebius no sólo dibujaba historietas, también hizo diseño para películas y fue muy influyente en la escena de los videojuegos. Su arte siempre fue camaleónico y fue el mejor sucesor de Winsor McCay y Jijé. Otras obras imprescindibles brotadas de su inagotable talento son la saga de Edena, El Corazón Coronado, Arzach, The Long Tomorrow y Teniente Blueberry, esta última creada junto al gran Jean-Michel Charlier y firmada con su verdadero nombre, Jean Giraud.
NEAL ADAMS
Por Andrés Accorsi
Neal Adams nació el 6 de Junio de 1941 en Nueva York y desde chico supo que sería dibujante. Estudio en la School of Industrial Arts de su ciudad natal y debutó como profesional en 1959, en la revista Archie’s Jokebook Magazine. Adams se forjó al calor de la tira diaria, ya sea como dibujante titular o como ayudante de maestros como Howard Nostrand, Lou Fine, John Prentice y Stan Drake.
A mediados de los ´60 desembarcó en DC Comics y, tras causar sensación con Deadman, pasa a The Brave & the Bold, mientras ilustra decenas de portadas para todas las series importantes de la editorial. A contramano de la gran mayoría de sus colegas, Adams decidió trabajar indistintamente para DC y Marvel, sin darle exclusividad a ninguna de las dos. Su período más fértil (1967-1973) lo vio lucirse en series como X-Men, Green Lantern/ Green Arrow, Batman, House of Mystery, Avengers, Inhumans, Conan e incluso en los magazines de Warren, donde realizó muchísimas historietas de terror de gran calidad.
En la segunda mitad de los ’70, su producción se redujo y además se reorientó hacia un público más adulto. Su trabajo más recordado de este período es, sin embargo, para DC: la pelea entre Superman y Mohammed Alí, de 1978. De ahí en más, todo es cuesta abajo: su breve paso por la editorial Pacific, el lanzamiento de su propia editorial (Continuity) y una enorme cantidad de proyectos que no prosperan.
Hoy su nombre se ve asociado a comics de Marvel y DC muy menores (tanto en repercusión como en ambiciones artísticas), pero nadie discute lo que significó Neal Adams en los ´60 y ´70, su impacto, su influencia y -por supuesto- su titánica campaña por los derechos de los dibujantes que logra, entre muchas otras cosas, que los ya ancianos creadores de Superman reciban una pensión vitalicia por parte de DC a partir de 1978.
ROBERTO FONTANARROSA
Por Javi Hildebrandt
Justificar la inclusión de Fontanarrosa en esta lista de “120 más grossos” es, francamente, innecesario. Estamos ante uno de esos contados casos en los que un autor reconocido y de amplísima difusión en el campo del humor gráfico, la historieta y la literatura pasa a transformarse en un ícono de la cultura popular. Allí está, por ejemplo, su discurso de cierre del III Congreso de la Lengua, convertido hoy en legitimador de cualquier argumento (bueno o malo) cuando se quiere insultar a alguien.
En el panteón del humor gráfico argentino, Fontanarrosa es uno de los que más conexiones ha establecido con la historieta narrativa y siempre la reconoció como una influencia omnipresente en su obra, incluso la literaria. Más allá de sus emblemáticos Inodoro Pereyra y Boogie, el Aceitoso (creados en los ‘70 para la seminal Hortensia), sus incursiones historietísticas no han tenido el mismo reconocimiento que sus otros trabajos. Hablamos de los unitarios publicados en SuperHum® y Fierro (algunos recopilados en Fontanarrosa Continuará, una pésima edición con las páginas remontadas), más la serie de historias de la genial Semblanzas Deportivas, y Sperman, el superhéroe donante de esperma y su sidekick, el espermatozoide Germinal. Obras dispersas, de difícil acceso, y que merecen ediciones a la altura de su calidad.
Lo demás ya lo sabemos: cuentos, novelas, crónicas futbolísticas y las miles de viñetas humorísticas reeditadas hasta el hartazgo. ¿Habrá alguien que esté leyendo esto y no tenga idea de quién es? Bueno, no descarto que existan extraterrestres viviendo entre nosotros…
RUMIKO TAKAHASHI
Por Maximiliano Britos
Rumiko Takahashi nació en 1957 en Japón, y es quizás la mangaka más popular, cuyos trabajos se extienden en distintas áreas, logrando en general una fórmula ganadora imparable. En sus años de universitaria, Takahashi-san empezó a estudiar en la escuela de manga de Kazuo Koike, del que obtuvo una gran influencia a la hora de idear personajes con cierta profundidad. En el 1975 empieza a editar historias cortas, hasta que su primer rotundo éxito sale a la luz en 1978: Urusei Yatsura. Una simpática alienígena enamorada de un humano. Al tiempo de consolidarse esta serie como regular, aparecería Maison Ikkoku, una novela romántica. Y luego la obra más conocida de su carrera en Occidente: Ranma 1/2. Sin embargo, años más tarde, nos traería Inu Yasha, un manga cuyo anime gozó también de mucha popularidad en este lado del globo.
Rumiko es una máquina de hacer éxitos con una fórmula simple y que casi siempre mantene ese tono humorístico que tanto la caracteriza. Entre sus creaciones imprescindibles se destacan la Mermaid Saga (Ningyo Shirīzu), una de sus obras más cortas y oscuras, centrada en la leyenda que dice que si comés carne de sirena, podés volverte inmortal… o transformarte en una criatura sin alma. Y también Kyoukai no Rinne, su último hit que trata sobre una chica que puede ver espíritus y termina involucrada con un shinigami (Dios de la Muerte). Sin duda, Rumiko es la mayor creadora de manga de su género.
STAN LEE
Por Martín Fernández Cruz
En el mejor de los casos, genio absoluto creador de un universo que redefinió a la historieta moderna. En el peor de los casos, genio de la publicidad y parásito de prodigios como Jack Kirby o Steve Ditko. Sea como fuere, a Stan Lee hay que reconocerle el profundizar al género superheroico, otorgándoles a los héroes de viñetas una complejidad emocional como jamás se había visto hasta el momento. Novelista frustrado y guionista del montón, en 1961 descubre la pólvora con el primer número de Fantastic Four, y a partir de ahí ensambla un universo de héroes que se mataban a golpes en las mismas esquinas en las cuales los lectores compraban esa historieta.
Lee creó y co-creó prácticamente todo el panteón Marvel, y al ser un verdadero cráneo en materia de marketing, logró que las conflictivas oficinas de Marvel se convirtieran, a ojos de los lectores, en un maravilloso sitio digno del cual todos querían formar parte. Lee le dio al cómic un halo de prestigio en salones universitarios donde los hippies entendían que Strange tenía que ver más con Jefferson Airplane que con el impoluto Príncipe Valiente.
Hoy, con 93 años, Stan es una celebridad que aparece en películas basadas en sus trabajos y es venerado por una nueva generación que sigue descubriendo sus trabajos.
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