Novena entrega de la mega-nota en la que visitamos las vidas y las obras de los 120 autores más grossos de los 120 años de historia que acumula el Noveno Arte. Un verdadero Olimpo del que se quedaron afuera muchos nombres muy importantes, pero bueno… de a poco seguimos revelando la lista de los que consiguieron su lugar.
CARLOS GIMENEZ
Por Martín Fernández Cruz
Pocas veces la historia de un país se mimetizó de manera tan salvaje con la obra de un autor (o viceversa), porque la bibliografía de Carlos Giménez (1941), en buena medida, versa sobre las tumultuosas décadas de la España franquista y post-franquista. Desde obras de doloroso rigor histórico como 36-39, hasta cartas de nostalgia a pioneros del campo de la viñeta (como es el caso de Pepe), como así también épicas aventureras como Dani Futuro o Bandolero, sin dejar de mencionar obras jocosamente personales como Historias de Sexo y Chapuza, toda la obra de Giménez se siente necesaria.
Pero de toda su obra, es con seguridad su visión en la evolución de la sociedad española donde se encuentra su verdadera vocación de historietista, de narrador que encuentra en los terribles recuerdos de una infancia salvaje y desolada, la materia prima de su visión autoral en Paracuellos. Y las memorias de aquellos golpes tienen una continuidad en la España Franquista de Barrio, donde conviven muertes inútiles y la necesidad de paz por parte de un pueblo dividido, hasta así llegar a la revolución hormonal y vocacional de Los Profesionales (ecos de una época agridulce que Paco Roca también evocó en El invierno del dibujante). Pero más allá de ese tríptico, la grandeza de Giménez se vislumbra en cada página de su ecléctico y apasionante universo, que inevitablemente se desborda hacia historias que emocionan y entusiasman siempre.
CHRIS WARE
Por Johanna Garabello
Chris Ware nació en Nebraska, allá por el final de 1967. Su primer trabajo como historietista fue en el diario estudiantil de la Universidad de Texas, donde hacía una tira más que intrascendente. Pero fue persistente, y luego de mudarse a Chicago, comenzó algo que años más tarde conoceríamos como “The ACME Novelty Library”, que inció en 1994 y continúa hasta nuestros días. Con una exhaustiva curiosidad y esfuerzo, masterizó los límites entre diseño, historieta e imagen, ofreciendo al mundo los resultados de esta particular visión del medio gráfico en historias serializadas e historietas cortas, dando a luz a novelas gráficas como “Jimmy Corrigan, The Smartest Kid on Earth”, que recibió numerosos premios allá por el año 2000 y el el 2003 el rarísimo premio francés ‘L’Alph Art’.
Conocido por sus incontables contribuciones a The New York Times Magazine, The New Yorker y This American Life, continúa trabajando en la novela gráfica “Rusty Brown” y “The Last Saturday” que son las sucesoras de la brillante Building Stories, donde juega con los límites de la narrativa y la ficción serializada, desafiando a los lectores a plantearse nuevas formas de entender el arte gráfico.
GEORGE McMANUS
Por Fabio Blanco
George McManus (1884-1954) abandonó la escuela a los 15 años para trabajar en el diario que le publicó su primera historieta, el Saint Louis Republic. A los 20 se instaló en New York, donde creó un puñado de series para el New York World.
“Nibsy the Newsboy” era acerca de un niño que visitaba un mundo fantástico, y se distinguía de “Little Nemo in Slumberland” por su tono paródico; “The Newlyweds”, protagonizada por una joven pareja y su bebé le trajo fama y una oferta del diario de la competencia, que McManus aceptó.
En 1913 lanzó a través del King Features Syndicate “Bringing Up Father”. En ella, Jiggs, un inmigrante irlandés devenido en “nuevo rico” continúa su vida de borracheras y apuestas pese a los argumentos en contra (palo de amasar y objetos arrojadizos) de su esposa Maggie. El éxito de la tira fue inmediato y se reflejo en recopilaciones y adaptaciones a cine y teatro.
George MacManus con su línea pulcra, su humor sutil y sus decorados Art Nouveau, influyó en artistas como Hergé y Joost Swarte. Quizás habría que considerarlo el abuelo de la Línea Clara.
ENRIQUE BRECCIA
Por Andrés Accorsi
No es tan infrecuente que un maestro del comic tengo un hijo que siga su profesión, pero sí que tenga TRES hijos historietistas y que uno de ellos logre una calidad que le permita rivalizar con la de su propio padre. Es el caso de Enrique Breccia, nacido en Buenos Aires en 1945 y radicado hace varios años en Italia.
Desde su debut en 1968, nada menos que repartiéndose con su padre las páginas de La Vida del Che, escritas por H.G. Oesterheld, Enrique desarrolló un estilo propio que cobró forma definitiva en la segunda mitad de los ´70, años en los que trabajó básicamente en colaboración con Carlos Trillo.
La inmensa producción de Enrique en los ´70, ´80 y ´90 abarca también trabajos junto a Robin Wood, Felipe Hernández Cava, Ricardo Barreiro, Guillermo Saccomanno, Walter Slavich, Ricardo Ferrari y hasta obras en las que él mismo escribe los guiones, incluso para otros dibujantes. Su trabajo más resonante como autor integral fue El Sueñero, originalmente publicado en las páginas de Fierro a mediados de los ´80.
A partir de 2000, Breccia comienza a diversificar y a espaciar su obra. Trabaja para grandes editoriales de EEUU (Marvel y DC), para la principal editorial italiana (Bonelli) y para el mercado francés, en una serie titulada Les Sentinelles, escrita por Xavier Dorison. En paralelo, desarrolla una notable carrera como artista plástico.
Alvar Mayor, Lope de Aguirre, Lovecraft y De Mar a Mar son algunos de los trabajos de lectura absolutamente imprescindible de este genio del Noveno Arte.
GILBERT SHELTON
Por Fabio Blanco
Gilbert Shelton nació en Houston, en 1940. En 1961 se graduó en la Universidad de Texas pero decidió extender sus estudios para evitar ser reclutado y enviado a Vietnam.
En 1962 asume el cargo de director de “The Texas Ranger”, la clásica revista de “college humor” de la institución. Mientras estuvo a su cargo, la publicación se pobló con historietas protagonizadas por su creación, el superhéroe paródico Wonder Wart-Hog.
En 1964 recopila las tiras de su amigo Frank Stack en lo que muchos consideran el primer comic-book underground: “The Adventures of Jesus”.
Estudió arte durante un par de años (fue compañero de Janis Joplin) y cuando finalmente el ejército lo convoca, evita ser reclutado al recitar la larga lista de drogas que consumía.
En 1969 funda en San Francisco, junto a Jack Jaxon y otros amigos texanos Rip-Off Press, una editorial que crece durante los ´70. En ella publica sus personajes más famosos: los Fabulous Furry Freak Brothers. Shelton cedió más de una vez los derechos de sus aventuras para adaptaciones cinematográficas que finalmente no se realizaron.
Actualmente vive en Burgundy, Francia. Su historieta más reciente es “Not Quite Dead”, junto al dibujante Pic.
HUGO PRATT
Por Andrea Vega
Hugo Pratt nació en Italia en 1927 y murió en Suiza en 1995. La vida lo llevó por distintos lugares del mundo, y eso le dio material suficiente para sus historias. Cuando tenía diez años, su familia se trasladó a Etiopía, y fue allí donde comenzó su afición por las historietas y las obras de autores como Joseph Conrad, Jack London y Robert Louis Stevenson. En 1949 se mudó a la Argentina, donde colaboró con Héctor Oesterheld en títulos como Sargento Kirk y Ernie Pike, convirtiéndose en figura clave de la historieta nacional. Pratt viviría casi 20 años en nuestro país, y su amor por la cultura argentina se vio reflejada a su regreso a Europa, cuando comenzó su consagración como artista integral.
Su creación más famosa, Corto Maltés, debutó en 1967 con la historia titulada La Balada del Mar Salado, en las páginas de la revista Sargento Kirk. Corto Maltés es un personaje de gran profundidad ideológica, un viajero y antihéroe que prefiere su libertad antes que las riquezas. La combinación de una magnífica narración de aventuras y personajes complejos lograron engendrar una obra de culto que, sin dudas, también es una de las mejores novelas gráficas que se hayan producido a nivel mundial.
MAX
Por Fede Velasco
El barcelonés Francesc Capdevila (tal su verdadero nombre), tenía poco menos de 20 años cuando decidió abandonar la carrera de Pintura de la Facultad de Bellas Artes para publicar en el fanzine “El Rrollo Enmascarado” que editaba el colectivo artístico “El Rrollo”, pioneros del under español. Esto ocurrió poco tiempo después de que conociera de casualidad la obra de quien fuera su primera gran influencia: Robert Crumb.
A los 23 años, fue parte del staff fundador de la legendaria revista El Víbora y representante de la “Línea Chunga” (aunque no estancado en ella). Allí, entre innumerables personajes e historias cortas, desarrolló a Gustavo, su primera gran creación, cuyo propósito original era reírse de los hippies pero terminó mutando en un ecologista activo en contra del sistema y su accionar opresor. Y después a Peter Punk, una versión punkie del famoso personaje que servía para hacer humor con las diferentes tribus urbanas que proliferaban a principios de los ´80.
En estos años descubre a Yves Chaland que le parte la cabeza y modifica su estilo para siempre, tirándolo mucho mas para la línea clara y separándolo del estilo predominante en El Víbora. En 1989 “Mujeres fatales” marca su entrada en el mercado francés y una mayor profesionalización de su forma de trabajo.
A partir de los ´90 se dedica de lleno a la ilustración dejando la historieta en segundo plano. Pero en 1995 funda la revista Nosotros Somos los Muertos, que goza de un alto prestigio y publicó a autores de la talla de Trondheim, Chris Ware, Sequeiros, Sento, Gallardo, Alex Fito, Fontdevila, Monteys, Mattotti o Mazzuchelli entre muchos otros.
En 2012 publica Vapor, que cuenta con una edición local y en el blog del mismo nombre hace un seguimiento de todo el proceso de realización de la obra. Su último trabajo es un comic sobre el Bosco, publicado por el Museo Nacional del Prado hace algunos meses.
PETER BAGGE
Por Javi Hildebrandt
Cualquier repaso por la cultura under, indie, rocker (pónganle el mote que quieran) estadounidense de los ’90, inevitablemente tendrá que pasar por Peter Bagge y su magnum opus, Hate (Odio en su traducción literal, Bronca en la recordada edición argentina de Domus, título mucho más acertado, a mi humilde entender). Como lo hiciera Robert Crumb en los ’60, Bagge supo retratar en sus páginas a toda una generación de jóvenes desencantados que dieron forma a ese sub-género conocido como grunge. Con epicentro en la ciudad de Seattle, es probable que la expansión mundial de esta cultura se la debamos, aunque sea en su aspecto gráfico, al talento del autor para plasmarlo en sus comics.
Luego de abandonar la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, a fines de los ‘70 Bagge publica sus primeras historietas en fanzines como Punk, Screw y Comical Funnies. Hasta que en 1983, el mismísimo Crumb lo llama para dejar en sus manos la edición de la revista Weirdo. A partir de allí comienza su colaboración con la editorial Fantagraphics, donde publica la antología Neat Stuff. Entre varios personajes como Girly Girl, Junior y Studs Kirby, aparece “The Bradleys”, una sátira de la tradicional familia-tipo yanki. Tanto pega esta historia entre sus lectores, que Bagge crea un spin-off protagonizado por el traumado hijo adolescente de los Bradley, Buddy. Así nace Hate, y el éxito de sus 30 números (más 9 anuales) llama la atención de las editoriales majors, que lo contratan para realizar varias obras, en su mayoría breves, cuando no fallidas: Yeah! (junto a Beto Hernández), Sweatshop y Other Lives para DC, The megalomaniacal Spider-Man y The incorregible Hulk para Marvel, entre otras. Lo más interesante de esta etapa es sin dudas Apocalypse Nerd, la historia de dos losers tratando de sobrevivir luego de un ataque nuclear, publicada por Dark Horse.
Controvertido y frontal en sus opiniones políticas, sus comentarios al respecto también cobran forma de historieta en sus páginas para la revista política Reason, recopiladas en el libro Everyone is a stupid except for me and other astute inventions. Y aunque ya poco le queda de aquel joven inconformista de los ’90, Bagge sigue disparando sus dardos y aportando una mirada del mundo audaz, incómoda y siempre llena de humor.
RALF KÖNIG
Por Andrés Accorsi
La verdad es que el comic alemán no ha sido muy generoso en materia de obras y autores fundamentales para la historia de nuestro arte favorito, pero este buen muchacho nacido en 1960 en Soest es claramente una excepción. König empezó a publicar sus historietas en 1979, en una revista underground llamada Zomix. El primer libro con recopilación de historietas suyas apareció en 1981. Y su etapa de gran popularidad a nivel mundial empieza en 1987, con la aparición de Der bewegte Mann, más trade convertida en uno de los largometrajes más exitosos de la hsitoria del cine alemán.
A partir de 1991, con Kondom des Grauens (El Condón Asesino), König empieza realizar novelas gráficas más extensas, pensadas para ser editadas en varios países, siempre desde la óptica de la comedia costumbrista, el humor zarpado y la presencia casi ineludible de personajes homosexuales. Su pareja gay más célebre, la de Konrad y Paul, debuta en 1994 en la novela gráfica Bullenklöten! (Huevos de Toro) y desde entonces protagonizarán centenares de historias cortas y varias historias más extensas.
Acostumbrado a ganar premios por decenas, probablemente el mayor logro de König haya sido que millones de lectores heterosexuales hayamos descubierto gracias a su talento un montón de historias geniales (a veces autobiográficas) del mundo gay. Y además se dio el gusto de adaptar al comic obras de teatro de Artistófanes y William Shakespeare.
WARREN ELLIS
Por Amadeo Gandolfo
El caustico y cascarrabias tío Warren, el nihilista fanático del whisky, el apasionado de la tecnología y las posibilidades de su interacción con el cuerpo y la mente humana. Ellis (nacido en Essex en 1968) es un agregado tardío, por avatares de la cronología, a la “invasión británica” de escritores de los ´80. Pero su estilo de escritura está muy lejos de las alturas líricas y fantásticas de un Neil Gaiman, de la erudición de Moore o el frenesí pop de Morrison. Ellis es un escritor de ciencia-ficción dura, de cyberpunk mezclado con policial negro, un tipo que cree que el mundo está dividido en dos tipos de personas: los bastardos y sus víctimas. Cuyo protagonista preferido es un hombre o una mujer de vuelta de todo, alcóholico/a y más inteligente que todos que de pronto revela insospechada humanidad (un bastardo de buen corazón). Y muchas de sus series se leen como “experimentos de pensamiento especulativo”, cápsulas de 3 o 4 números donde se pregunta algo (¿Qué habría pasado si el Imperio Británico conquistaba el espacio? ¿Y si Galactus fuese un enjambre de robots? ¿Qué trae de vuelta a la Tierra una nave espacial a la deriva por 10 años? ¿Y si los superhéroes fuesen dioses incomprensibles y armas de destrucción masiva?).
Comenzó publicando historias cortas en una antología inglesa, Deadline, antes de saltar al mercado yanki y trabajar en algunas series olvidables de los X-Men y en un fallido relanzamiento de Thor. De ahí pasó a Wildstorm, donde realmente labraría su nombre en The Authority y Planetary, en la primera creando el estilo “widescreen” de comics de superhéroes que luego tantos beneficios le daría a Marvel y que es un modelo para la moderna película de superhéroes; en la segunda poniéndose metaficcional y ofreciendo su historia de la cultura popular del siglo XX. Esto fue acompañado de su primer gran manifiesto narrativo: Transmetropolitan, en donde creaba al ético y drogadicto periodista gonzo Spider Jerusalem, uno de sus alter-egos, escupiendo furia sobre la política.
Desde entonces Ellis se mueve con elegancia entre las aguas del comic independiente y el relanzamiento de héroes olvidados de Marvel, a quienes trata como a sus miniseries de ciencia ficción, concentrándose en darle un giro a su concepto y una brillante capa de pintura para luego abandonarlos cuando lo aburren. Mientras tanto bebe, putea por twitter y escribe novelas en su Essex natal.
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