Ya en sus últimos meses de vida, el mítico Osamu Tezuka crea un manga que le suma drama y ficción a la biografía del genial Ludwig Van Beethoven.

Ludwig B.

25/12/2023

| Por Fede Velasco

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Siempre que se habla de Tezuka sale a relucir su fanatismo por Walt Disney, pero muy pocas veces se menciona a su otro ídolo personal, el compositor Ludwig van Beethoven, con quien el maestro sentía una particular afinidad, más allá de disfrutar de su música. No era extraño, por ejemplo, que los pasillos de Mushi Producciones fueran invadidos por los acordes de la quinta sinfonía sonando a todo volumen.

En Marzo de 1987, Tezuka viaja a Francia para participar de una conferencia invitado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón y aprovecho su estadía en Europa para recorrer Viena y visitar distintos lugares donde vivió Beethoven a lo largo de su vida, (incluso hizo una historieta corta sobre su visita a una de estas casas) e incluso tuvo la posibilidad de sentarse a uno de los pianos del maestro. Toda esta experiencia en Austria fue sin duda movilizadora y definitoria para el Dios del Manga que -desde la culminación de Buda en 1984- venía pensando en realizar un nuevo manga biográfico y no conseguía decidir cuál de sus ídolos era digno de tal trabajo. Walt Disney obviamente estaba entre los que sonaban más fuerte, pero hasta ahí llegó.

La epifanía del viaje europeo fue tal, que ni bien bajado del avión el maestro se fue corriendo a las oficinas de Ushio Shuppannsha Co., que publicaba la revista Comic Tom, para ultimar los detalles de la publicación de su nueva serie con la gente de la editorial. La idea original era hacer un manga de larga data, similar a lo que había sido Buda, pero la prematura muerte del maestro en 1989 la dejó trunca con tan solo dos volúmenes completados.

Fuertemente inspirado por la película de Milos Forman “Amadeus” que se había estrenado hacía apenas unos años, la obra mantiene la idea de desromantizar la figura de Beethoven, al punto de (al igual que la película) optar por poner sólo el nombre de pila del afamado compositor como título. La identificación que Tezuka siente con Beethoven, se hace evidente a lo largo de toda la serie, al punto que el autor traza un paralelismo en cuestiones como que los dos se mudaron muchas veces antes de casarse y establecerse en un único lugar. Tezuka llega a poner en palabras del propio Ludwig que “manga y música son la misma lucha”.

Una vez más, Tezuka se permite romper el verosímil de la historia para incorporar anacronismos como referencias a mangakas, y personajes modernos, o fragmentos de canciones que no son de la época, como la apertura de AstroBoy. El momento mas impactante es toda una secuencia del segundo tomo que está contada por una filmación de video que se encontró más tarde, un recurso que utiliza el maestro para fraccionar la información de la escena y hacer participar al lector de una forma mas activa, casi como un observador de este extraño documento fílmico captado (según los testimonios) por un sirviente, con la VTR de su señor. Pequeñas licencias que Tezuka siempre se tomó en sus mangas, y que son casi un sello característico de su obra.

La historia en sí, mas allá de narrar la biografía de Beethoven desde sus primeros pasos en la música como niño prodigio, incorpora de manera magistral a otro personaje, quien -más allá del título- es el verdadero protagonista de la historia Franz Kreuzstein. Hijo del duque de mismo apellido, el joven Franz nació prematuro a los siete meses, debido a que un pavo real mascota de la familia grazno en el oído de su madre. A raíz del sobresalto, ésta comenzó el trabajo de parto, lo que le provocó la muerte, mientras que el crío sobrevivió a duras penas. El duque enfurecido mató a la mascota familiar y le inculcó a su hijo un odio supremo a todo aquel que, al igual que el nefasto plumífero, ostentara el nombre de “Ludwig”. La providencia va a ser que un joven Franz, se vea obligado a mudarse a Bonn y descubra (por medio de una elogiosa nota en el periódico local) la existencia de un niño prodigio llamado Ludwig Beethoven, lo cual lo llevará a tomar la decisión de considerarlo su enemigo y arruinar su vida.

De esta manera nos enteramos que el accidente que le genera problemas de audición a Ludwig, es producto de ser azotado con un palo en la cabeza por Franz, quien de ahí en adelante se dedicará, desde las sombras, a complicarle la vida a nuestro protagonista.

Por desgracia y como todos saben, en Febrero de 1989 Tezuka fallece poco después de la salida del que sería el último episodio de la serie, donde finalmente ponía a ambos antagonistas cara a cara. Así la saga de Ludwig B quedaría inconclusa, con un terrible cliffhanger que por desgracia jamás veremos resuelto.

A pesar de esto, debo decir que la serie amerita una lectura, no sólo por lo bien llevada y atrapante que es la historia, sino por el dibujo, que nos muestra al maestro en el que debe ser sin lugar a dudas su pico más alto. Recordemos que Tezuka falleció con tan sólo 60 años, y que entonces, mientras producía esta serie, estaba todavía muy lejos del deterioro que suelen mostrar los grandes maestros en la vejez. Más allá de la experiencia acumulada por 40 años de trayectoria que llevaba en sus espaldas, por primera vez no estaba sobrecargado de producción y se nota que puede dedicarle mucho más tiempo al dibujo, para lograr algunas páginas que deben estar entre las mejores de toda su carrera. Así que como ya dije, si pueden soportar quedarse con la eterna duda de cómo cierra la historia, es una lectura más que recomendada y una pieza fundamental para seguir lamentando la tan temprana partida del Dios del Manga.

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