Relato clásico, historias de género, aventuras... Al parecer, el público lector de historieta estaba ávido de obras que respetaran el viejo y conocido método sobre el que escribiera Aristóteles. La gente de editorial Thalos escuchó algunas de estas voces, y el pasado febrero lanzó un número "Especial Verano" de "Magma - la Historieta Arde".

Magma – La Historieta Arde

03/04/2008

| Por Javier Hildebrandt

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Relato clásico, historias de género, aventuras… Al parecer, el público lector de historieta estaba ávido de obras que respetaran el viejo y conocido método sobre el que escribiera Aristóteles. Basta de experimentación, estructuras no-lineales e intención rupturista: arriba las banderas de «Introducción» «Desarrollo» «Clímax» y «Desenlace». Que vuelvan la fantasía, la épica, la ciencia ficción, el terror, el policial. Que vuelvan los héroes y los villanos, protagonistas y antagonistas. ¡Y que se «entiendan» los finales, por favor!

La gente de editorial Thalos escuchó algunas de estas voces, y el pasado febrero lanzó un número «Especial Verano» de «Magma – la Historieta Arde», antología que recupera obras de experimentados autores, junto con algunos más jóvenes. Dirigida por Rubén Meriggi, la revista presenta en sus 96 páginas, parte del material realizado para Italia (y en su mayoría inédito en la Argentina) de nombres como Juan Zanotto, Ricardo Ferrari, Horacio Lalia, Eduardo Mazzitelli y el propio Meriggi, entre otros.

Se anunció, se prometió y se polemizó sobre “Magma” a los cuatro vientos, mucho antes incluso de la salida de la revista (basta con ver los comentarios en el blog. Ahora que ya salió, es un buen ejercicio rajar de una patada a los prejuicios, ajustarse el ojo crítico de vidrio y ver qué es lo que nos ofrecen las seis historietas de este primer especial. He aquí.

«Sinfonía del Nuevo Mundo», de Juan Zanotto


Por el lado de las series, arrancamos con dos capítulos de «Sinfonía del Nuevo Mundo», escrita y dibujada por el Maestro Juan Zanotto. Con un comienzo ubicado en los años ’50, donde el propio Zanotto vive una experiencia mágica con los indios navajos en EE.UU., la acción nos lleva 50 años al futuro, y a un grupo de personas que deben escaparse de una extraña tormenta asesina. Personajes bien delineados (la participación del propio Zanotto en la historia es un verdadero acierto), y un conflicto bien planteado entre el hombre y la naturaleza hacen de esta serie de ciencia ficción con toques místicos uno de los puntos altos de la revista. El dibujo, lejos de obras cumbres del Maestro como «Wakantanka» o «Crónicas del Apocalipsis», cumple con corrección.

«SantGrial» de Gustavo Amézaga y Marcelo Valentini


«SantGrial», con guión de Gustavo Amézaga y dibujos de Marcelo Valentini, es una de castillos, duques, caballeros y luchas por los símbolos del poder católico. Aquí también tenemos dos capítulos en donde la acción avanza apresuradamente, como si Amézaga quisiera apurarse por llegar a mostrar una batalla en cada episodio (escenas que preponderan, en cantidad de páginas, en los dos capítulos). A pesar de la profusión de soldados, duques, barones, sultanes y doncellas que pueblan la historieta, solo se profundiza en el personaje de Godofredo, y en las motivaciones que lo llevan a emprender su aventura. El resto, hasta el momento, apenas orbita a su alrededor y pocas aspiraciones tiene más que acompañar o confrontar, según el caso, a nuestro héroe. El dibujo de Valentini cumple con lo justo en las escenas de combate, pero se vuelve impreciso y con poco brillo en el resto de las páginas. Sin dudas, la historieta más flojita de este especial.

«Ataman», de Ricardo Ferrari y Horacio Lalia


Por fortuna, el nivel levanta bastante con «Atamán»: terror clásico en la tierra de los cosacos, de la mano de Ricardo Ferrari y Horacio Lalia, basados en un relato de Bram Stoker. Aquí se nos presenta al personaje principal (el pequeño cosaco Mosy) y su aventura, la de sobrevivir junto a su pueblo al ataque de los vampiros. Con un poético relato, Ferrari pinta en pocos trazos la vida y la idiosincracia de los pobladores de la aldea, mientras que Lalia le saca lustre a su chapa de «dibujante del terror» y se despacha con una raza vampírica, para mi gusto, muy aterradora y original.

«Crazy Jack», de Eduardo Mazzitelli y Rubén Meriggi


La última serie de este especial es el regreso de «Crazy Jack», historieta de importante trayectoria en los títulos de Columba, con guiones de Eduardo Mazzitelli y dibujos de Rubén Meriggi. Al igual que «Atamán», este episodio es un prólogo donde se nos presenta nuevamente al personaje de Crazy y a su némesis, El Barón, comandante un ejército de androides ansioso por obtener el arsenal termonuclear de Plutón. Mazzitelli deja asomar la punta de una historia interesante y echa mano a recursos originales para establecernos en el escenario. Por el lado del dibujo, se nota que Meriggi está en su salsa y hace desfilar una buena cantidad de bestias hipermusculosas, maquinaria y armamento futurista, aunque esta vez con pocas escenas de batalla (todo pinta que llegarán pronto). Otro de los aciertos de este especial.

Por el lado de los unitarios, «Las Torres Negras» es apenas una anécdota sobre dos tribus extraterrestres enfrentadas por el liderazgo del planeta Thantar. Solo el dibujo hiperdetallista (a veces, un poco excesivo) de Daniel Griffo salva del olvido a este chiste de seis páginas de Wally Gómez.

«Festividad de los Muertos», de Manuel Morini y Sergio Ibáñez.


El otro unitario es «Festividad de los Muertos», escrito por Manuel Morini e ilustrado por Sergio Ibáñez. Una historia de terror sencilla (casi parece una versión de una leyenda japonesa), pero contada de manera efectiva y con una lograda vuelta de tuerca al final. Ibañez también sale victorioso, con un estilo más limpio que en otros trabajos.

«Las Torres Negras», de Wally Gómez y Daniel Griffo.


En cuanto a la presentación, el diseño interior deja muchísimo que desear. Las distintas guardas que enmarcan cada una de las páginas de las series, lejos de generar un contexto, distraen la lectura; y tampoco le encuentro sentido a la gruesa guarda superior y sus mínimas referencias informáticas (las flechas de «atrás» y «adelante», y la X para cerrar, al estilo de un sitio web). Creo que la elección del dibujo para la tapa tampoco fue la mejor: la paleta casi monocromática del monstruo, apenas si nos deja distinguir qué es, mientras que la guerrera de espaldas también se pierde en la oscuridad. Además, la imagen completa parece algo borrosa, como si hubiese algún problema con su resolución o digitalización. Ah, y creo que es hora de saber que la tipografía Comic Sans ya nada tiene que ver con el comic, más allá de que a su creador se le haya ocurrido ponerle ese nombre.

¿Qué nos queda entonces? Con altos y bajos, como ocurre con toda antología, «Magma» redondea un más que aceptable debut, con historias muy interesantes, otras que prometen serlo, y la satisfacción de reencontrarnos con nuevos trabajos de autores admirados y queridos por el público argentino. Mientras algunos se acaloran discutiendo qué es y qué no es la historieta argentina, o se pelean para ver quién es el hijo favorito de Oesterheld, los lectores disfrutamos el regreso de varios buenos historietistas a la publicación en nuestro país. Thalos, Meriggi, Magma: ‘chas gracias.

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