Organicémonos
Estamos a principios de 1951. Osamu Tezuka ya tenía en su haber un par de éxitos y su fama comenzaba a expandirse por todo Japón. Pero la industria del manga tal como la conocemos hoy, no existía. No había revistas de manga, ni semanales, ni mensuales, ni nada. El manga se publicaba esporádicamente en libros, editados por empresas que editaban toda clase de libros. Empresas que, además, eran más bien humildes, o sea que les pedían a los autores que los mangas no tuvieran más de 100 páginas, para que los costos fueran bajos y se pudieran vender a bajo precio.
Tezuka, que habitualmente publicaba en la editorial Fuji Shobo, consiguió que le editaran Next World en dos tomos de 150 páginas. Pero claro, la obra original tenía unas 1000 páginas (!), o sea que los tomos de Next World que vieron la luz respectivamente en Enero y Febrero de 1951, son en realidad una síntesis, una versión resumida a la que le faltan extensos tramos respecto de cómo fue concebida por el autor.
Pero lo más importante: el mercado del manga todavía no estaba estudiado ni segmentado. Nadie había descubierto que ciertas temáticas o ciertas estéticas interesarían más a los varones, o a las chicas, o a los adultos, o a los militares, o a los oficinistas, o a los hinchas de Defensa y Justicia. Los mangas se editaban sin saber con precisión quiénes podrían llegar a consumirlos. Esto generaba bastante libertad entre esta primera camada de creadores, pero a la vez bastante confusión.
Next World es un ejemplo clarísimo de esto. El guión nos ubica en un planeta Tierra dominado por dos grandes potencias (obvias referencias a EEUU y la ex-Unión Soviética), enfrentadas en una guerra fría con espionaje, sabotajes y una escalada brutal en materia de armamentos de alto poder destructivo. En el medio de esta tensa calma, una raza alienígena llega para acabar con la Humanidad y destruir al planeta.
Este planteo no sólo promete holocaustos nucleares, guerras y genocidios… sino que además cumple! El mensaje pacifista de Tezuka se expresa con claridad, al igual que su amargura y escepticismo acerca de la Guerra Fría que empezaba a recrudecer entre las super-potencias y Next World nos anticipaba -ya en 1951- que si ambos bandos no bajaban un cambio, la cosa iba a terminar muy, pero muy mal.
¿Qué es lo que genera confusión y contradicciones? Que toda esta trama de espionaje, rosca política y ciencia-ficción al borde del holocausto, toda esta tragedia sanguinaria de guerras y masacres… está dibujada en un estilo absolutamente infantil.
Los alienígenas parecen sacados de esos cartoons de los años ’30 y ’40 en los que bailan y cantan los insectos, los soldaditos de plomo y hasta las cucharitas y tazas de café. Los personajes son aún más aniñados y bonitos que en Astroboy, ven las estrellitas cuando se golpean y se deshacen en gestos ampulosos y grandilocuentes. El realismo y el dramatismo impuestos por el guión, brillan por su ausencia en el dibujo.
Este NO ES el Tezuka jodido de los ’70 y ’80. No esperen los climas sombríos de Oda a Kirihito, ni la violencia de Adolf, ni la mala leche de Apollo Song. Acá los personajes principales son tres chicos adolescentes, dos chicas (idénticas entre sí, para generar confusión y absurdos pasos de comedia) y un puñado de adultos, entre ellos un villano obvio y estereotipado, los líderes de las facciones políticas, un cana bueno y casacarrabias (que en la versión de 1000 páginas tenía mucho más protagonismo) y un par de científicos que alertan a la Humanidad acerca del inminente fin. Ninguno sale demasiado herido a pesar de que vuelan tiros y misiles por docenas.
Por el contrario, la «violencia» es la clásica de los dibujos animados yankis de la primera mitad del Siglo XX: tropezones, resbalones, la lapicera que escupe un chorro de tinta en la cara de alguien… esas cosas que hacen reir a los chicos de siete años… que por supuesto no entienden qué carajo es un holocausto nuclear.
Ni plagio ni secuela
Cuando Next World se publicó en Occidente, muchos señalaron las similitudes con The Shape of Things to Come, una novela de H.G. Wells (el autor de La Guerra de los Mundos) publicada en 1933 y luego llevada al cine por William Cameron Menzies, en el film Things to Come (1936). En Japón la película se estrenó con el título Kuru Beki Sekai (que se puede traducir como «El Mundo que Vendrá», o sea, Next World), pero recién en la década del ’50, ya que estuvo prohibida mucho tiempo. Tezuka reconoció haber visto el film, pero varios años después de la publicación de su Next World.
Shunsaku Ban/Mostacho
La otra aclaración que a menudo debió hacer el Manga no Kamisama es que Next World no se trata de una secuela de Lost World (1948) ni de Metrópolis (1949). La confusión se debe a que varios personajes son los mismos. Pero, ¿son los mismos? Si y no.
Tezuka jugaba a que todas sus obras tuvieran un mismo elenco actoral, como los directores de cine o teatro que ponen siempre a los mismos actores en distintos roles, según lo requiera cada obra. Osamu hacía lo mismo, pero con «actores» de papel y tinta. Así es como un personaje que se ve exactamente igual en dos trabajos distintos del Maestro, se desempeña en distintos roles y a veces con distintos nombres.
Lamp Acetylene
Muchos de los personajes que vemos en Next World están interpretados por los mismos «actores» que participaron en Lost World, en Metropolis, y además en muchas obras posteriores, como Astroboy, Black Jack y Buddah.
Entre los miembros más notorios de este elenco está Shunsaku Ban (o Shunsuke Ban), habitualmente apodado «Mostacho» en las traducciones hispanas, que es el cana cascarrabias de Metrópolis y Next World, pero hace de maestro en Astroboy.
Nikolai Rednov/Duke Red
El villano de Next World es Lamp Acetylene, que «actúa» (de malo, obvio) en Metrópolis, Astroboy, Fénix y Black Jack, entre otras.
Ken’ichi, que aquí hace de heroico sobrino de Mostacho, actúa, también como héroe, en varias obras más.
El rol de Nikolai Rednov está a cargo de un «actor» casi siempre llamado «Duke Red», que aparece en Metrópolis, Buddah, Astroboy, y además es el protagonista de la adaptación de Cyrano de Bergerac realizada por Tezuka.
Cerebroff/Notaarin
El rol de Cerebroff, el Presidente de la Comisión de Energía Atómica, le tocó a Notaarin (o Notarlin) que actúa también en Metrópolis.
El principal científico de Next World, el Doctor Yamadano, reaparecerá como personaje recurrente en varios episodios de Black Jack.
El propio Dr. Ochanomizu (el creador de Astroboy) suele aparecer en otros papeles en los distintos mangas de Tezuka, aunque no se lo ve en Next World.
Obviamente, es bastante lógico que esto genere confusiones entre los fans todavía no muy curtidos en la obra de Tezuka, por eso está bueno aclararlo… y agradecerle a todos los demás mangakas por no haber imitado este bizarro capricho del Manga no Kamisama.
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