1. ¿Cómo ves el panorama de la historieta actual?
Max Aguirre: Bien y prometedor en todo lo que refiere a que indudablemente hay nuevos autores, aún más nuevos que los de mi generación haciendo cosas variadas y muy buenas. Prometedor en que hay una apertura de espacios que reconocen el lenguaje como un arte pertinente al que prestarle atención y respeto, espacios que incluso, antes, eran bastante peyorativos hoy muestran interés, ya veremos si perdurable o por moda. Y es saludable que haya más espacios en donde publicar, editoriales boutique, editoriales grandes, etc etc.
Sin embargo hacer el comparativo con el momento en que no había nada y nada más, es hacer trampa, creo que hay un costado, no sé si preocupante, pero sí a tener en cuenta, no sólo en la historieta vernácula, sino en la historieta actual en general: creo que está cambiando el paradigma de formatos, contenidos y contenedores y creo que nadie sabe a ciencia cierta cual es el techo del mercado local, que hoy es dispar y deficiente en términos de beneficio económico.
La historieta, antes, aquella a la que algunos soñábamos entrar cuando pibes, claramente era una máquina de industria cultural popular que daba de comer a muchos. Hoy se ve interpelada y sucediendo dentro de un campo más cercano a las artes y alejado de las artes aplicadas, lo que lleva a pensar que por lógica es un ejercicio antieconómico y por lo tanto, también un lujo de los que puedan dedicarle tiempo al margen del rédito, o al menos es lo que creo ver.
Federico Reggiani: Lo de «actual» me confunde un poco. Si «actual» son los últimos años creo que el panorama es muy interesante. Se da algo que me parece muy novedoso y es que se «desjuveniliza» la producción de historietas (me refiero, claro, a la producción más o menos independiente, a lo que hacen tipos que no viven directamente de las historietas que producen).
Quiero decir que siempre hubo autores «nuevos» que arrancan siendo muy jóvenes y anuncian cosas magníficas, pero se hacía difícil sostener una producción cuando hay que ponerle siempre el cuerpo: aprender, hacer, editar, vender, y encima todo al mismo tiempo. Pasás cierta edad y abandonás, junto con el grupo de rock, el centro de estudiantes y la capacidad de pasar mucho tiempo sin dormir. Ahora veo gente, acá y en todas partes, que han pasado esa barrera y entonces estamos viendo obra madura: eso es invalorable, al menos por la variedad de experiencia que aporta. Lo último de Beto Hernández, o de Clowes, o, por acá, de Kráneo o hasta cierto punto de Minaverri es obra de madurez. Ojalá veamos en el futuro «historieta independiente» hecha por tipos de sesenta años como Kim Deitch.
Hay otra cosa que me resulta interesante, y es que no se termina de asentar la idea de «historieta de autor que hace novela gráfica y circula en los ámbitos de la alta cultura y le sacan una nota en el ADN de La Nación y lo invitan al MALBA». Ojo, no me pongo en populista, el populismo es un vicio aristocrático. Me parece buenísimo que exista ese modelo, y yo mismo quisiera publicar regularmente libros y verlos reseñados y que escriban tesis de doctorado sobre mí. Pero me gusta ver cierto «deseo de masas» en los historietistas que más me gustan. Puede ser que el estado actual de la economía -y quizás el estado actual de la civilización- no habiliten «masividad», pero está bueno pensar también historietas que se definan desde cierta cortesía con el lector. Se evita el riesgo, además, de comprar genialidades que las «artes mayores» descartaron hace 100 años.
Javier Rovella: Aún falta mucho por hacer, pero no tenemos que mirar el vaso medio vacio, miremoslo medio lleno… muchas cosas positivas se estan dando: están editando cosas (que no es poco), algunas pequeñas editoriales se la están jugando por la historieta -incluso algunas que no se espacializaban en eso- y otras más grandes estan apostando a autores no consagrados (como es el caso de mi libro «El Infante Dante Elefante» en De la Flor) En este último tiempo salieron unas cuantas colecciones -libros- de historieta para chicos, cosa que no era frecuente. Actualmente Comiks Debris esta editando una muy linda coleccion (Toing!) para los más pequeños.
Eventos, publicaciones, libros, revistas, la Fierro, blogs, Facebook… unas cuantas cosas estan pasando, esperemos que siga creciendo.
Diego Parés: Creo que lo veo pobre. Quizás la manera de hacer las cosas sea aceptando esa pobreza nuestra, si queremos hacer algo acá, tiene que contemplar esa pobreza. Yo no puedo laburar con las comodidades que labura un francés, porque no gano como un francés, entonces tengo que incorporar esa limitación a mi trabajo. Un poco como el cine argentino, pero cien veces más pobre que el cine argentino. Ya que no tenemos un Instituto que reparta millones de pesos para hacer revistas o libros, ni medio millón, ni cien lucas. Habrá que incorporar esa noción de pobreza a la estética, a la manera de laburar, a la manera de consumir. Creo que el tipo que está entendiendo eso es Mosquito. Y también Ernan Cirianni.
Marcos Vergara: Lo veo aún en crecimiento. Si bien se ha logrado muchísimo en estos años y muchos de esos logros ya puede verse que perdurarán en el tiempo, todavía hay un público mayoritario que desconoce lo que se está publicando. Siento que el mercado de la historieta todavía se circunscribe a un pequeño grupo de entendidos. Se están ganando muchos espacios y hay mucho terreno aún por recorrer.
Claro, mucho de lo construido depende de que se mantenga estable cierto contexto económico y social. Pero de todas formas veo que se ha establecido una base sólida.
Algunos aspectos de la historieta actual todavía están muy en pañales. Pongamos por ejemplo al webcómic. Todavía no existe un mercado económico alrededor del webcómic. La historieta es un arte muy ligado a la técnica, por lo tanto tiene mucho por hacer en el campo tecnológico. Las historietas digitales recién están volcándose a otros soportes como los celulares. Creo que aún nos queda mucho por ver.
2. ¿Cuándo y cómo te parece que se dio el recambio generacional?
MA: ¿Se dio el recambio generacional? No sé, creo que comienza a darse, pero que aún no se dio de manera definitiva, lo que no está ni mal ni bien, pero es así, revisá los diarios por poner un ejemplo y allí convivimos autores de por lo menos tres generaciones distintas y más o menos lo mismo pasa en Fierro. Supongo que será un poco la dilación de los años en que todo se paró que a nosotros nos retrasó en la maduración y será que además las generaciones anteriores han logrado puntos altísimos que les permiten seguir en vigencia hoy en día.
FR: En los ’90 creo que no hubo recambio sino ruptura. Ruptura de una larguísima tradición en que un historietista argentino se formaba leyendo historietas argentinas, y como ayudante o entrando a una editorial y aprendiendo de uno que a su vez había aprendido de otro anterior. Podés armar una lista de «maestros y alumnos» y llevarla hasta el siglo XIX. Y de golpe, un montón de gente empezó a aprender sola, leyendo cosas que le caían en las manos (que podía ser Jim Lee, Daniel Clowes o Katsuhiro Otomo en lugar de Pratt, Breccia o Mandrafina), tratando sólo con pares (o a lo sumo, tratando con autores pero en forma de «homenaje», no de aprendizaje en el oficio).
A partir de ahí, lo que ocurrió es que la producción se puso mucho más heterogénea.
JR: No lo tengo muy claro… Yo me alejé un tiempo de la historieta (unos cuantos años, por más que seguía dibujando historietas para mí, no lo hacia en forma profesional) porque commence a trabajar en estudios de animación, entonces no me fui dando mucha cuenta del recambio de gente… Cuando empecé a trabajar desde mi estudio para las películas, ahi volví a tener más tiempo para mis trabajos personales (mis historietas) y ya estaba la gente nueva con los que venían de antes… todos mezclados, por suerte!
DP: Siempre hay recambio generacional. Eso es la vida. Después de los de nuestra generación vinieron otros y después de ellos vendrán otros y luego otros. Es lo que debe ocurrir. Sangre joven, nuevas ideas o maneras de pensar. Los jóvenes desprecian a los viejos para poder hacer algo nuevo y creen estar haciendo la posta y luego vienen nuevos jóvenes y traen la posta-posta, y así vamos, de posta en posta. Cada uno creyendo ser la última gran cosa. La juventud, con su ignorancia intrínseca, la natural ignorancia de no haber vivido más años, aporta ideas nuevas que muchas veces son bienvenidas. Es normal que eso ocurra.
MV: Bueno, eso está muy bien delimitado por los años noventa. Hay una generación que publicó en la última década de oro en los ’80. Otra que mantuvo la llama encendida en los ’90. Y una nueva generación de jóvenes que dan sus primeros pasos en este renacer editorial. Son muy pocas las publicaciones que, como Comiqueando, pueden decir que atravesaron estas tres etapas.
Noto que hay muchos autores nuevos, que no fueron parte del movimiento independiente de los ’90. Que están empezando recién ahora. Que en esa época eran chicos. Eso me hace sentir muy viejo. De golpe me doy cuenta que ya no soy «una joven promesa» (risas).
3. ¿Cuánto peso tiene en la realidad de hoy la experiencia acumulada por el under en los ’90?
MA: Bastante, creo que fue formativa y definitoria. Somos autores muy variados por no haber tenido ni un editor, ni un mentor profesional guiando y condicionando el estilo y haber tenido influencias muy dispares, incluso extra historietísticas. Además entendemos el libro como una parte de nuestro laburo, por haber autoeditado mucho, si te fijás, la mayoría buscamos tener injerencia en el armado, diseño y toma de decisiones del libro que nos editan. También entendemos más claramente que ser historietista es algo más abarcativo que sentarse frente al tablero, que hay mucho trabajo de campo, búsqueda, tenacidad y decisión para poder seguir haciéndolo día tras día.
FR: Muchísima. Se me ocurren ahora tres cuestiones.
1. La idea misma de que se puede hacer una historieta sin encargo previo. Eso no significa hacer una historieta sin expectativa de publicarla. Podés tenerlo muy claro, muy calculado. Pero depende en principio de tu voluntad.
2. La atención a la materialidad de la edición. Buena parte de los libros de historieta, aún los que no se autoeditan, son diseñados por los autores. Y los historietistas saben algo, poco o mucho, sobre edición, costos, distribución. Y como la historieta es un arte de lo material, eso es valioso.
3. Una sociabilidad. Cierta costumbre de ir a eventos, reunirse, conversar. Los puntos 2 y 3 tendrían que ayudar a cierta capacidad de actuar en conjunto, pero ahí no sé si se dará.
También, como cosa menos positiva, un cierto acostumbramiento a hacer trabajos gratis, o mal pagos.
JR: No estoy muy seguro. En lo personal, la experiencia en el under me ayudó a ir moldeando mi estilo. Como no estaba preparado para publicar en grandes editoriales -y no habia muchas- a mí me sirvio para dibujar, agilizar la mano, crear y darme cuenta que la historieta es lo que más me gusta.
DP: Tiene un peso estético, creo yo. Y en algunos casos, como el de Sala, Salvador [Sanz] o Mosquito, o La Productora, un peso real de contricción al trabajo. Yo creo que el under y el mainstream se pueden utilizar a piaccere. Hace poco ví un librito de Sáenz Valiente en fotocopias, chiquito, y el tipo a la par publica en Francia. Ir y venir. Que el under no sea un escalón hacia la fama. No debería serlo, porque si fuera solo eso, sería una mierda, un medio en vez de un fin, una cosa despreciable.
MV: Muchísimo. El autor de hoy está mucho más emparentado a lo artístico que a lo industrial. El historietista pre-debacle se considera un obrero, podemos escuchar eso de boca de muchos de los grandes autores de la vieja guardia. Los historietistas «post-apocalípticos» se consideran artistas (y lo son). Hacen historietas por amor al arte, ya que están muy lejos de vivir de la profesión. Esta visión cambió hasta el modo en que se edita y ha modificado hasta el tipo de humor que se publica en los grandes medios gráficos.
Los editores se encuentran con autores que conocen al dedillo el mercado editorial, cómo se imprime, cómo se distribuye, todo. Toda la industria, desde la web a los diarios más importantes se han teñido de cierto aire independiente. El under de los 90, a pesar de ser ignorado por muchos, ha dejado una marca indeleble en el hoy.
4. ¿Blogs, revistas o todo mezclado?
MA: Todo mezclado.
FR: Es que ya no tendría que haber mucha diferencia. Es notable cómo el impreso conserva su poder legitimador, y es indudable que el libro permite una circulación distinta que internet, capaz que inferior en número lectores, pero mayor en duración. Digamos que algo impreso no se lee necesariamente más, pero se lee con más intensidad y durante más tiempo.
Ejemplo: en este momento, creo que la mejor historieta argentina en curso de publicación es Murmullo, lo que está publicando Kwaichang Kráneo en Historietas Reales. Y Kráneo tiene publicaciones esporádicas en revistas, y ningún libro [N. de R.: Esta entrevista es anterior a la publicación de «El cuervo que sabía» por la editorial Llanto de Mudo] y, esto es lo más raro, se habla poquísimo de él, aunque lo leen seguro más de 1000 personas, o sea, más que la tirada promedio de un libro «independiente».
Pero no sé qué va a pasar en unos años, lo único cierto es que no hay nada muy seguro.
En cuanto a revistas, creo que hoy el problema es que existe sólo Fierro como proyecto con solidez suficiente (lamentablemente, Comic.ar no termina de lograr la regularidad y la presencia en kioskos necesarias). Y ser «la única revista de historietas» le pone a esa revista una exigencia un poco demente. Así que para hablar de las revistas tendría que haber más, no una sola anomalía.
JR: Todo mezclado. Leo muchos blogs de autores (amigos, colegas y cosas que me pasan para ver) pero me encanta el papel. Las revistas sirven (en muchos casos) para financiar el libro que vendra despues. Los libros de autor son mi perdición (estoy gastando en libros, por mes, casi lo mismo que gasto en leche y pañales para mi nena de 6 meses). Acero líquido, Nocturno, El hipnotizador, son libros geniales. Y a pesar de tenerlos en revistas, o poder leerlos en internet, uno quiere guardarlos en la biblioteca.
DP: El soporte es lo de menos. Para trabajar, para que entre guita, lo mejor es la revista creo yo, la publicación periódica. Eso si hablamos de laburo, después, como medio de expresión, me dá igual, son soportes. Lo electrónico es medio enojoso para leer historietas.
MV: Todo. Cada medio da satisfacciones diferentes. Para el autor y para el lector. La gratuidad del blog puede ser algo malo para el autor, pero la posibilidad de comunicación con los lectores lo compensa. Un libro o una revista pueden ser caros para el lector, pero no resiste el placer del tacto al papel!
Hoy día estos medios están muy conectados y emparentados. Muchas publicaciones web o seriadas en revistas han llegado al libro con éxito. Creo que la edición en papel de webcómics es ya un género en sí mismo. No creo que se pueda ya separar una cosa de la otra.
5. ¿Murió la autoedición, es el regreso de los editores?
MA: Todo mezclado
FR: ¿Hay editores? ¿No son muchos de esos editores, autoeditores más o menos encubiertos? Y ¿no es autoedición editar sin cobrar un mango?
La respuesta a todas las preguntas es sí. Pero ojo, el mundo de la edición literaria no es tan distinto, sólo que hay muchas, muchas más opciones. Eso es lo que falta: un menú más nutrido. Editores de vanguardia y minúsculos que vendan sólo en la Feria del LIbro Independiente, más Sudamericana imponiendo una novela gráfica en la tapa de Ñ, todo a la vez.
O sea que no creo que la autoedición se haya muerto. Sí, me parece, que ocurre algo que no me gusta. La autoedición no tenía en historieta el matiz peyorativo que tiene en literatura. Y hoy pareciera empezar a tenerlo. Pero es una impresión, nomás.
JR: No creo que nunca muera la autoedición, como tampoco creo que nunca muera la historieta! Quizás no se vea tanto, quizás sea solo para algún grupo reducido de personas, pero siempre habra -en algun lugar- alguien que la dibuje y alguien que la lea. Yo, por suerte, me paro en los dos bandos.
DP: ¿En serio? ¡Qué bueno! ¿Dónde están? Ja, no, no creo. Carlos Nine se autoeditó su libro. No yo, no cualquiera, Carlos Nine. De vuelta te digo lo mismo: si da autoeditarse, se autoedita, si a eso se le puede ver un mango, bien. Si da que te publique una editorial grande y eso da medio mango, bien también. Y si da que te edite un pibe como vos que sobrevive como puede, bueno, también puede servir. Yo no conozco ningún autor que viva de los libros, excepto, quizás, Liniers, Maitena, Nik, Quino y los deudos de Fontanarrosa.
MV: Para nada. No lo creo. Como auto-editor no puedo decir que así sea.
Muchas de las editoriales de hoy son de autores que se auto-editan: Belerofonte, Burlesque, Llanto de Mudo, Loco Rabia y otras que están surgiendo.
Simplemente los auto-editores hemos intentado profesionalizarnos. Y al hacerlo actuamos como editores del trabajo de otros. Creo que la auto-edición tiene una larga vida por delante. Es un signo de nuestras generaciones.
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