Tras el éxito del manga original de Monkey Punch y la producción de un corto que nunca fue estrenado, el anime de Lupin III se estrenaba en Japón en octubre de 1971, con un total de 23 episodios que completarían su emisión en marzo de 1972. Los primeros 7 episodios, junto con el 9 y el 12, fueron dirigidos por Masaaki Osumi, mientras que los restantes fueron dirigidos por Hayao Miyazaki e Isao Takahata. La dupla venía de abandonar Toei, que tras el fracaso comercial de Horus, el príncipe del sol (1968) había obligado a Takahata a hacerse responsable imponiendo sobre él una importante baja de sueldo y categoría. El trabajo de la dupla en esta primera serie influyó ampliamente en el rumbo que tomarían las futuras versiones animadas del personaje.
La trama básica es bastante simple y gira en torno a Arsene Lupin III, nieto del famoso ladrón de guante blanco, cuyo interés en un botín parece relacionarse más con el desafío que representa robarlo que con el valor monetario en sí. Su principal aliado es Daisuke Jigen, tirador experto y supuesto ex miembro de la mafia. Aunque generalmente trabajan como un equipo de dos, en algunas ocasiones se les unirá la traicionera Fujiko Mine, que inevitablemente tratará de sacar provecho de la debilidad de Lupin por ella, y el estoico maestro de la espada Goemon Ishikawa, quien parece sentir tanta inclinación por matar a Lupin como por ayudarlo. Completa el elenco el inspector Zenigata, que nunca atrapa a Lupin pero, aún así, siente que es el único capaz de lograr ese objetivo.
Los episodios dirigidos por Masaaki Osumi son poco refinados y permanecen bastante fieles al tono general del manga. Estos primeros episodios se caracterizan por ser más crudos y violentos, con dosis de comedia negra y humor bizarro, y con un marcado contenido sexual, características que convirtieron a este anime en el primero dirigido a una audiencia más adulta. Con la llegada de Miyazaki y Takahata, la violencia y las insinuaciones sexuales bajan muchísimo el tono. Cierto grado de violencia permanece, pero su naturaleza es menos siniestra. Lupin se convierte en un personaje más despreocupado y querible; Jigen se vuelve menos temperamental y la rivalidad entre Goemon y Lupin se enfría considerablemente. Quizás la que cambia más es Fujiko, que se apoya menos en su sexualidad y más en su astucia, y comienza a ser mostrada en un estilo más característico de Miyazaki, con cabello corto, piloteando aviones y usando frecuentemente el color azul. También se nota en los objetos un estilo de dibujo más detallado, con mucha atención puesta en las armas, autos, motocicletas, aviones, y otras máquinas.
Quizás el mejor aporte de esta dupla creativa sea su gran trabajo de caracterización y el humor basado en la comedia física y los gags visuales, que recuerda mucho a las películas de Blake Edwards. Gran parte del humor y la tensión proviene de las personalidades tan contrastantes. Lupin es muy hábil en lo suyo, pero a veces también es demasiado ingenuo y es fácilmente manejable por las mujeres. Por otra parte, Jigen tiene más sentido común y desconfía de Fujiko, motivo por el cual la debilidad de Lupin por ella le resulta irritante. Goemon es todavía más severo; es muy conservador y su ego frecuentemente choca con el de Lupin. Fujiko, con lo manipuladora que es, también tiene cierta debilidad por Lupin. Cada episodio puede ser visto como una historia autocontenida, pero contiene suficientes referencias a episodios anteriores como para mantener cautivo al público.
Tras la primera incursión, Miyazaki regresaría años más tarde (bajo el seudónimo Teruki Tsutomu) para escribir y dirigir dos episodios de la segunda serie animada, emitida entre octubre de 1977 y octubre de 1980. Estos episodios marcaron el fin de su participación en la franquicia. Albatross (el número 145 de esta segunda serie) es prácticamente perfecto; el manejo de los tiempos y de la comedia, la caracterización, la batalla aérea del clímax, todo hace gala de un exquisito trabajo de dirección. En Farewell My Beloved Lupin (el episodio final) se pueden apreciar también muchos de los elementos característicos de Miyazaki, entre ellos, el fuerte mensaje pacifista. Y a pesar del final agridulce, ambos episodios son ejemplos maravillosos del estilo humorístico que Miyazaki dejó a un lado con la creación de sus trabajos más épicos.
Y en medio de estas incursiones televisivas, Miyazaki dirigiría el segundo largometraje animado de Lupin III, El Castillo de Cagliostro, joyita que amerita una nota aparte.
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