Se vienen arcos más extensos, más complejos y mejor escritos, en la época dorada de Marv Wolfman y George Pérez.

Teen Titans (parte 20)

18/01/2023

| Por Fede Velasco

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Brotherblooddcu0Con el nº 21 la revista de los New Teen Titans entra en una nueva etapa. Ya había quedado atrás el miedo a una cancelación prematura y los números acompañaban, por lo cual los autores tenían luz verde para hacer lo que se les cantara. Un poco con esto en la cabeza, Wolfman le pone fin a la lógica de capítulos unitarios que sostenía desde hacía un tiempo, y se permite empezar a pensar arcos más largos y sembrar puntas a desarrollar más adelante. Con los personajes ya recontra-establecidos, sin la necesidad de perder tiempo explicando orígenes y relaciones, todo está servido para que la serie evolucione y alcance muchos de sus mejores momentos.

En cierta manera podríamos decir que es la hora de los villanos. Si bien Terminator había picado en punta, Trigón era demasiado poderoso y había que reservarlo para alguna situación que lo ameritara, mientras que el Dr. Light y los Fearsome Five eran medio pedorros, por lo cual hacía falta nutrir la galería de antagonistas. De esta forma en el número que nos compete debuta, un pilar fundamental entre los némesis de los Titans: Brother Blood.

El guionista había coqueteado con los cultos religiosos en su paso por Tomb of Dracula, y se quedó con la idea de que había mucha más tela que cortar, pero quería explorarlo en un contexto superheroico y es por este interés que inventa al villano. Pero lo más interesante, y el punto fuerte del desarrollo no está en el personaje en sí, sino en el contexto. Blood tiene comprada a parte de la prensa y el gobierno, como piezas fundamentales en su desembarco en los Estados Unidos, y veremos cómo estos se encargan de poner a los Titans como los villanos de la historia… pero me estoy adelantando.

NewTeenTitans21MonitorLa idea de los autores era hacer una historia mucho más oscura y jodida de las que venían desarrollando, y esa es un poco la premisa de toda esta nueva etapa: correr los límites. Por ahí con los ojos de hoy, nada de esto suena muy controvertido o rupturista, pero si lo comparamos con otros comics de la época, nos vamos a dar cuenta de que acá ya estaba el germen de mucho de lo que iba a explotar en la segunda mitad de la década. Y quizás Marv Wolfman es un autor que no tiene todo el reconocimiento que merece y al que se tiende a menospreciar injustamente.

En cuanto al arquito en sí, son dos números (el 21 y el 22) en los que la acción arranca cuando Raven y Kory detienen un atentado terrorista en un estadio, para saltar a la ex novia de Cyborg, Marcy, que está tratando de escapar de la iglesia de Blood, pero es perseguida y asesinada, no sin antes poder contactarse con Vic, que lógicamente llega tarde a rescatarla. Un detalle que vale la pena mencionar es que en el medio de estas dos secuencias hay 2 viñetas, en las que vemos un satélite y alguien dentro del mismo, que observa a las heroínas. Y si, ¡adivinaron! Es la primera aparición, cameo, guiño o como quieran llamarlo al Monitor, por lo cual podemos intuir que es acá que la Crisis comenzaba a gestarse.

1Pero volvamos a donde estábamos. Con la muerte de Marcy, la cosa se vuelve personal y los Titans van a hacer todo lo que esté a su alcance para desbaratar el culto. Robin, Kid Flash, Wonder Girl y Raven se infiltran en la organización, pero son descubiertos y capturados por su líder. Todo queda servido para el  siguiente episodio, que es donde está lo interesante. Como sus compañeros fueron capturados, al resto del equipo no le queda otra que dejar las sutilezas de lado, y entrar a rescatarlos a bife limpio. Y es ahí donde interviene Bethany Snow, una periodista que forma parte del culto, pero que mediante una transmisión en vivo para el noticiero en el que labura, se las ingenia para dejar a Blood como una pobre victima ante el embate desenfrenado de nuestros héroes. Algo demasiado parecido a la realidad, en la que se esgrimen argumentos como el atentar contra la libertad de culto, la libertad de expresión, o poner en riesgo a la prensa, cuando es más que evidente que nada de todo eso es cierto. Incluso al final, Brother Blood consigue fingir su propia muerte para poner a toda la opinión publica en contra de los Titans y llevarlos a la instancia de tener que responder ante la Justicia por sus crímenes.

En el episodio siguiente son llevados frente al fiscal de distrito Adrian Chase (¿les suena ese nombre?) que se enoja fuerte con los héroes porque entorpecieron una investigación que viene llevando desde hace tiempo para hundir a Blood, pero de la cual no tiene ninguna evidencia. Con sus actos lo único que hicieron fue favorecerlo. De todas formas, parece que el villano apareció vivo en otro lado, y limpiar los cargos de los Titans no va a ser muy complicado y van a salir libres. Pero poco va a importar todo esto, porque en el nº 23 empieza la saga de Blackfire, así que mientras está los tribunales, los poderes de Kory se descontrolan y es abducida por una nave Gordaniana para ser llevada con su hermana.

2Y así arranca la saga más larga hasta ese momento de la serie, que va involucrar los nºs del 23 al 25 y el primer anual con el desenlace. Wolfman y Perez hacen alarde de su versatilidad y su intención de no repetir temáticas, ya que después de una historia más verosímil, con una problemática real como la de las sectas, nos vamos al espacio para una épica space opera, que incluye una guerra para salvar a todo un sistema solar. No lo quiero hacer demasiado largo, ni contarlo en profundidad porque vale la pena leerlo y es bastante intrincado, pero básicamente, mientras Kory se encuentra en poder de su hermana Komand’r, esta intenta ganarse la bendición del líder de la Citadela, para poder aprovechar su primer descuido para traicionarlo y alzarse como líder del imperio. Mientras tanto, el resto del equipo trata de encontrar la manera de aventurarse en el espacio y -gracias a Superman- entra en contacto con los Omega Men. Y acá me permito una pequeña digresión.

160088502_3785765964843561_6899979248998225363_nRecién mencionaba la primera aparición del Monitor y la de Adrian Chase, que dentro de un año iba a convertirse en Vigilante, y algo similar ocurrió con los Omega Men, y eso es lo que hace grande a Wolfman, que es un verdadero arquitecto en estos años de DC. Más o menos un año antes a esta aparición, el gran Marv crea al grupo de héroes de Vega (en el nº 141 de Green Lantern), ya con la intención de usarlos en esta historia que tenía más o menos pensada desde el principio, cuando decidió que Kory era una esclava que escapó del yugo de la Citadela. Esto es algo que el ritmo actual de publicación y el constante “pensar en el TP” hizo que se perdiera y para mí era lo que hacía interesante al universo DC: esa cohesión e idea de continuidad, con la que hoy se limpian el orto.

Volvamos a los capítulos en cuestión, donde la narrativa se divide en tres líneas: la de Kory en poder de su hermana, la de Robin, Cyborg y Changeling infiltrados en la Citadela para rescatarla, y la del resto del equipo que lucha junto a los Omega Men para impedir que la guerra pase a mayores, cuando la Citadela quiere tomar como prisionera a X’Hal, la diosa viviente. Digamos que para el final todos estos arcos confluyen y la acción termina en el anual, donde Koriand’r y Komand’r deben pelear a muerte en su planeta natal. Del combate sale vencedora Starfire y convenientemente todos dan por muerta a su hermana a pesar de no encontrar nunca el cuerpo. Tenemos un breve reencuentro de Kory con su familia, pero como la guerra está lejos de terminarse, ella debe dejar el planeta y volver con los Titans, porque el acuerdo que hizo su padre para mantener la paz sigue vigente. Besos, abrazos, despedidas y está todo listo para que volvamos a la Tierra.

(Muy pronto, una nueva entrega)

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