Al caos típico de mediados de los ´80, ahora se le suman un Annual medio descolgado y el lanzamiento de una nueva serie regular.

Teen Titans (parte 31)

31/01/2024

| Por Fede Velasco

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Quedó en el tintero el primer anual de la serie, una historia bastante intrascendente, en la que Marv Wolfman trata de introducir en el Universo DC un nuevo grupo de héroes intergalácticos, conocido como Vanguard. Publicado poco después de la salida del nº 12 de la serie, no queda muy claro dónde se ubica cronológicamente esta historia, ya que lo tenemos a Jericho en la Torre revisando los archivos del grupo sobre antiguas misiones y el cuartel de los Titans todavía está en reconstrucción en ese momento (pero podemos suponer que pasa un poco después ya que para el nº13 vuelven a utilizarlo). No conforme con esto, la aventura que se cuenta es todo un flashback que transcurre cuando Terra aún era miembro del equipo. La verdad es que no hay una justificación real de por qué la historia está ambientada en ese momento. No queda claro si Wolfman reciclaba un guion que tenía guardado en un cajón, o que por el momento tumultuoso que estaba pasando el equipo le pareció mejor que transcurriera en el pasado. Como sea, lo cierto es que la historia no aporta absolutamente nada y es todo una excusa para ver si pegan estos nuevos personajes y el guionista se consigue un currito extra, al punto tal que el especial cierra diciendo que si quieren leer más sobre Vanguard escriban a la dirección postal de las oficinas de aquel entonces de DC.

Pero regresemos al presente (o mejor dicho a aquel presente de 1986), con una portada maravillosa de George Pérez que reza: “Los Titans originales están de vuelta!” Wolfman se manda una venta de humo maravillosa. Como ya contamos, el equipo se encuentra totalmente desbandado y ante la llamada de Faraday -que pide una changuita para el gobierno- a Donna no le queda otra que formar un grupo de emergencia con sus más antiguos compañeros.

El argumento de estos dos numeritos es bastante pelotudo y vuelve a poner al grupo frente a frente con Chesire, que en esta oportunidad quiere matar a un alto mandatario soviético que esta por reunirse con mandatarios americanos de manera secreta en Suiza. Al final todo sale para el orto, porque ambos gobiernos se habían comprometido a no llevar seguridad, y el ataque de Chesire es en realidad una excusa para poner en evidencia la participación de los Titans y hacer enojar a los rusos, que se van del lugar sin negociar nada, convencidos de que no se puede confiar en los yankis. De yapa, nos enteramos de que la misión tampoco estaba sancionada por el gobierno, sino que era una idea de la agencia que los llamó, y los Titans quedan en offside con todo el mundo.

 

Pero -como siempre- el punto fuerte de la historia, no está en lo que sucede, sino en la interacción entre los personajes, y acá es donde el guionista se hace un verdadero festín. Tres de los nuevos miembros están lidiando con haber perdido un ser querido en la Crisis: Wally a Barry de quien asumió su rol como Flash, Hank a Don, lo que lo vuelve completamente psicótico y descontrolado al faltarle su mejor mitad, y Garth a Tula, lo que lo convierte en un despojo que anda llorando por los rincones. Además tenemos el conflicto sentimental entre Roy y Chesire, y la revelación de que tuvieron una hija durante lo que duró su turbulento romance. Y para cerrar, está el conflicto de Donna por la disolución del equipo a su mando, sus problemas personales con Terry, y la necesidad de proyectar en Robin un montón de responsabilidades, sin darse cuenta de que es Jason el que está bajo la máscara y no Dick, lo que también genera un conflicto, porque el nuevo Joven Maravilla no tiene ni en pedo la experiencia de su predecesor.

Al final se revela que detrás de todo estaba la iglesia de Brother Blood, que sigue empecinada en arruinar a los Titans, nos enteramos de que Terry se queda sin laburo por no entregar su tesis, mientras Roy va en busca de Chesire y puede finalmente conocer a su hija. Dick, por su parte, se infiltra nuevamente en las filas de Brother Blood, para poder rescatar a Raven y deja todo mas o menos servido para el próximo episodio.

Con el sugerente título de “Interludio” el nº 22, esta dividió en tres segmentos que nos van a narrar qué es de la vida de los demás miembros de los Titans que ya no están en el equipo. Así, el primer fragmento nos cuenta sobre el encuentro de Dick con Raven, cómo lo hacen prisionero y logran lavarle el cerebro, para convertirlo en un ferviente acólito de la secta. Todo dibujado magistralmente por la dupla regular de Eduardo Barreto y Romeo Tanghal. Para el segundo segmento nos mudamos a Tamaran y de la mano de Rick Leonardi, nos enteramos cómo sigue la lucha por recuperar el trono. Aquí Starfire decide que ya estuvo demasiado tiempo entrenando y sale de su escondite, para coordinar una revolución en su planeta que le devuelva el poder a su padre. La tercer parte, esta ilustrada por Tom Mandrake, y se centra en Vic y Gar y su lucha contra Mento, quien toma control del cuerpo de Cyborg y lo obliga a atacar a su amigo. La historia cierra cuando John Constantine recluta a Mento, para lo que será el nº 50 de Swamp Thing, y después de su paso por la serie que escribía Alan Moore, Dayton jamás volverá a ser el mismo. El epílogo, al igual que el prólogo, se centra en Joey Wilson y su deseo de volver al equipo unido.

 

El nº23, está dedicado íntegramente a Starfire y la lucha por el poder en Tamaran. Vemos la terrible escalada de violencia del enfrentamiento entre las dos hermanas y llegamos al inesperado final, donde el rey Myand’r termina por abdicar en favor de Komand’r, pero con la condición de que su familia quede a su lado para asesorarla y de esa manera conseguir el equilibrio necesario para traer bienestar al planeta. Con este resultado, Kory se da cuenta que su lugar es en la Tierra y decide regresar, no sin antes renunciar a su matrimonio y sus responsabilidades como princesa.

Además de la serie principal y Tales of the Teen Titans, donde se siguen publicando reprints en formato más económico un año después de su salida, en Agosto del ´86 (casi en coincidencia con el número que acabamos de reseñar) aparece un nuevo título: Teen Titans Spotlight. Una revista dedicada a las historias en solitario de diferentes miembros de todas las épocas del equipo, que trataremos de ir encajando donde más o menos enganchen con la continuidad de la serie.

Los dos primeros episodios, como no podía ser de otra manera, están escritos por Marv Wolfman, y dibujados por Denys Cowan. Se centran en el regreso de Kory a la Tierra, pero en lugar de bajar en Estados Unidos, vaya uno a saber por qué termina en Sudáfrica. Así estos dos números exploran el tema del Apartheid, y la aparición de un pseudo Mandela, llamado Nelson Mandutu (no se esforzó demasiado Wolfman) quien lidera una revolución pacífica, mientras que la policía del gobierno lo busca para detenerlo. La historia es bastante cruda y aprovecha la visión alienígena de Starfire para despegarse del conflicto lo más posible, y tener una mirada quizás demasiado yanki del mismo, donde al principio ella interviene en contra los negros, que están prendiendo fuego viva a una mujer embarazada, por ser una informante del gobierno. Tras ponerse del lado de los militares para detenerlos, se da cuenta de la bola de prejuicios que estos tienen contra la gente de color, al punto de no considerarlos seres humanos. Eso da vuelta la tortilla: Kory se pasa al bando de los negros, habla con Mandutu, entiende un poco mas cuál es la realidad social del país y decide ella sola hacer justicia. Ataca una base militar en la cual parece que tienen retenido al dirigente, y tras la destrucción de la misma, la hacen responsable de su muerte.

Eso le gana el odio de sus seguidores, pero es la propia mujer de Mandutu la que duda de todo lo que el gobierno diga y decide confiar en Kory. Así es como la investigación los hace descubrir que en realidad le habían disparado en la cabeza antes de la llegada de Starfire, y todo era parte de un plan para que los negros se levantaran en armas buscando venganza y poder exterminarlos. Pero al final del día, optan por la manifestación pacífica, lo que deja en offside a las fuerzas de seguridad, que -en una movida un poco tibia del autor- confiesan que actuaron de manera independiente guiadas por un capitán mega-racista, lo que deslinda al gobierno de la responsabilidad de los hechos. La verdad que es un buen guion de Wolfman, en una época un tanto deslucida y que sirve para darle un giro a Starfire, que finalmente reconoce que la violencia exagerada no conduce a nada y decide templar su carácter. Al final tenían razón Dick y Donna al cuestionarle la forma de resolver los problemas. De esta manera, cuando regrese a la serie regular dentro de un par de números, veremos una nueva Kory, un tanto más moderada con su temperamento belicoso.

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