Un superhéroe de película

Mucho se ha hablado ya del agotamiento de los superhéroes evidenciado por la gran cantidad de parodias a que ha dado lugar el género. Desde la icónica serie de historietas Astro City, más homenaje que parodia (recordando que igualmente toda parodia es un homenaje), pasando por las creaciones de Rick Veitch (The Maximortal, Bratpack, The One), hasta la genial y animada Los Increíbles, muchos artistas se han servido de los temas y las reglas del universo superheroico para contar nuevas historias o las mismas, pero alteradas.

Mucho se ha dicho también, en el ámbito del cine, acerca de la necesidad de Hollywood de encontrar argumentos para una industria cinematográfica que parece estar (siempre) en agonía. Los yanquis han sabido utilizar, como pocos, la adaptación como recurso para nutrir las pantallas cinematográficas. Las versiones de novelas policiales han dado grandes resultados artísticos y de taquilla, a la vez que el cultivo de la trasposición al séptimo arte de las biografías de figuras importantes de su país o del mundo en general ha generado muy buenos productos (aunque también, claro está, en ambos casos han logrado producir bodrios célebres). En los últimos años, la progresión fue de la remake (de películas clásicas y de series de TV) a la adaptation de cómics, fuente de inspiración cada vez más masiva (la revista La Cosa dedicó su número 131 al boom de las trasposiciones cómic-cine). Esa adaptación de los cómics a la pantalla grande ha tenido obviamente un poco de todo (más poco que todo), principalmente tras el desarrollo de los efectos especiales, y en algunos casos un toque de humor. Es sintomático, entonces, el lanzamiento de una película como Superhero Movie, que parodia el género en su vertiente cinematográfica.

Pantalleando

En esa búsqueda frenética de ideas para filmar, les ha tocado esa transformación –y les ha tocado en suerte o en desgracia– a los ya clásicos Superman y Batman, pero también a Hellblazer, al Motorista Fantasma, a Catwoman, a Los Cuatro Fantásticos, a Hellboy, al Hombre Araña, a los Hombre X, a las Tortugas Ninja, a los Watchmen (muy pronto), a los Green Lantern (próximamente), y además a las historietísticas pero no superheroicas From Hell, V for Vendetta, 300, A History of Violence, Sin City. En la Argentina hemos tenido algunas animaciones como la de Patoruzito, y esperamos la pantallización de El Eternauta (que ya cuenta con versión teatral) y la del Zenitram de Juan Sasturain, que viene de un cuento pero da igual porque es un superhéroe argentino y de los mejores. Pero el humor, como ya señalé, ha dicho presente en algunos casos en ese pasaje de la viñeta al fílmico. Todos recordamos los grandes chistes o gags del Batman de Joel Schumacher (eso fue irónico), la ya mencionada y grandiosa Los Increíbles (sin ironía), los Mistery Men con el inefable Ben Stiller, y más recientemente Mi Super Exnovia con la inestable Uma Thurman y Hancock con el intratable Will Smith.

There are superheroes… and there is The Dragonfly

Más próxima sin duda a My Super Ex que a Hancock, Superhero Movie juega desde el título con la idea de Scary Movie (y otras en la misma onda), es decir, con la parodia de un género completo, aunque –como ella– toma como base una película determinada: en este caso, la primera de las de la saga de Spiderman. Hay que pensar también en la reciente Una guerra de película para acercarse también a este mecanismo paródico, aunque en el caso de la película de Stiller no haya tanta dependencia de una película en particular como en Superhero Movie. No obstante ello, hay también alusiones y gastadas a otras películas y personajes, como Batman (la escena de la infancia del personaje), X-Men y Fantastic Four. El humor, naturalmente, se produce por la superposición de las imágenes que vemos en pantalla con la imagen mental que recordamos de la película “de salida” (Spiderman), con lo cual ésta (perdón, Superhero Movie) se vuelve más disfrutable si tenemos fresca la del arácnido. Peter, Mary Jane, la tía y el tío (el incansable Leslie Nielsen), el cuarteto central, contarán con sus contrapartidas cómicas y desastrosas, con caras de nabos, pezones timbrados, flatulencias y despropósitos de toda clase incluidos.

El camino del (super)héroe

Si My Super Ex tenía como tema central el abuso del (super)poder, Los Increíbles las identidades secretas y las máscaras, Hancock el secret origin y Mistery Men el desquiciado funcionamiento de un grupo, Superhéroes, la película hace su recorrido por las cuestiones que estaban sobre el tapete en Spiderman: el alfeñique-nabo que ve surgir sus poderes por una picadura (en este caso, de una libélula o dragonfly, que le dará nombre al héroe), la elección de un traje para esconder la identidad civil, la aparición de un supervillano a la “altura” del héroe (Hourglass), el plan genocida que hay que detener, las ansias de volar. No estamos, como en los casos anteriores, ante una película que tome los temas del mundo de los superhéroes para construir una ficción independiente, sino que asistimos a una cargada de algo menos de noventa minutos que no quiere profundizar en una broma demasiado elaborada, pero sí reírse y hacernos reír de los superhéroes tal como los conocemos (principalmente) a través del cine. Los actores le ponen pilas (y sobre todo caras) para redondear una película que se deja mirar, que te hace reír si te la tomás con soda (y muchos pochoclos) y que jode con esas películas que no solamente la gente del palo de la historieta ha ido a ver (o ha enganchado, un domingo aburrido, por cable). De ahí que, como dije antes, no profundice en demasiadas alusiones para el gueto y que juegue con lo más mainstream de la historia comiquera.

La frase de promoción lo advierte: The greatest Superhero movie of all time! (not counting all the others), y tal vez alguno haya visto que acá aparecía la publicidad que rezaba: “La mejor película de superhéroes después de El Hombre Araña, Batman, Superman… Los usuarios de IMDB le han puesto apenitas más de cuatro puntos de calificación, pero la peli vale algunos puntitos más. Igualmente, por las dudas o por las deudas, puede convenir alquilarla en un videoclub que, como el mío, la tenga desde hace dos meses, o ir al cine con los cupones de cualquiera de las promociones de Metrogases o de Cloacas Argentinas, porque tampoco está como para pagar veinte pesitos per cápita. No es, por decir algo (y para seguir hablando de parodias aunque no superheroicas), Be Kind Rewind, que quizás los vale.