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NOTAS

Uzumaki

Surrealismo, locura, terror y muchos espirales en este clásico fundamental de fines de los ´90.
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Domingo 17 de febrero, 2013

LA MALDICIÓN DE LA ESPIRAL


Junji Ito comenzó a escribir y dibujar manga como hobby, influenciado por la obra de Kazuo Umezu, Hideshi Hino, Yasutaka Tsutsui (autor de Paprika) y Lovecraft. Su carrera profesional comenzó tras ganar una Mención de Honor en el concurso Kazuo Umezu de la revista Gekkan Halloween (en el cual el propio Umezu participaba como jurado). En las obras de Ito no te encontrarás con el sadomasoquismo ni la violencia, ni tampoco con una trama central definida o con la lógica que rige el mundo que conocemos: su mundo presenta un surrealismo espeluznante, con varias tramas paralelas, donde la única lógica es la de la locura que lo devora todo de forma gradual.

Su obra más acabada y la que mejor representa su estilo es Uzumaki. Serializada originalmente en la revista Weekly Big Comic Spirits entre agosto de 1998 y septiembre de 1999, nos presenta una serie de historias cortas acerca de un pequeño pueblo cuyos habitantes se sumergen gradualmente en la locura y la autodestrucción gracias a su obsesión con las espirales. ¿La premisa les suena tonta? Es comprensible; cuando leí esa descripción por primera vez me pasó algo parecido: no me imaginaba de qué forma eso pudiera resultar terrorífico. Pero, después de todo, las espirales están en todos lados, desde las infinitas cadenas de ADN que forman nuestros cuerpos, pasando por la expansión de la Vía Láctea, hasta algo tan mundano como el agua que corre al destapar una pileta. Así que en ese punto surgió la curiosidad por saber si el autor sería capaz de tomar algo tan inofensivo y común y lograr convertirlo en un objeto que inspire terror o, al menos, algo de inquietud.

Y claro que lo logró. De una manera u otra, las espirales se abren camino en las vidas de los habitantes de Kurôzu-cho hasta apoderarse completamente de ellos. La obra completa está narrada desde el punto de vista de una adolescente llamada Kirie Goshima, hija de un alfarero, quien ha vivido toda su vida en este (aparentemente) tranquilo pueblo. Su novio, Shuichi Saito, asiste a la escuela en un pueblo vecino. Un día, camino a la estación de trenes, Kirie ve en un callejón al padre de Shuichi, pero el hombre ni siquiera nota su presencia; se encuentra totalmente absorto observando un caracol en la pared. Al comentárselo a Shuichi, él admite que su padre ha estado actuando raro últimamente, y de repente le ruega a Kirie que abandone el pueblo con él. Kurôzu-cho, según Shuichi, se encuentra maldito; los remolinos en el aire, en el mar e incluso en la hierba, las tenebrosas montañas que los rodea, las calles curveadas, todo es parte de la maldición de las espirales. Al principio, Kirie toma con escepticismo las teorías de Shuichi y la obsesión de su padre.


Pero cuando el Sr. Saito provoca su propia muerte al introducirse en una bañera circular –haciendo que su cuerpo termine retorcido en forma de espiral-, se vuelve evidente que su caso es solamente el comienzo de una serie de extraños eventos relacionados con un mismo factor en común. Kirie y Shuichi observan cómo la peligrosa obsesión con las espirales o el temor a ellas llevan a la destrucción de varias personas en el pueblo. La madre de Shuichi se obsesiona con eliminar de su cuerpo todo aquello que tenga forma de espiral; una compañera de Kirie que siempre ha sido popular entre los chicos (supuestamente debido a una cicatriz en su frente) comienza a rozar la locura cuando su cicatriz adquiere forma de espiral; un compañero de Kirie obsesionado con ella (a quien le encanta hacer bromas pesadas) muere en un extraño accidente; otros chicos se convierten en caracoles gigantes; los mosquitos vuelan formando espirales en el aire, succionando la sangre de mujeres embarazadas y convirtiendo a un hospital en escenario de terribles asesinatos. Pero a esa altura ya es demasiado tarde para escapar: el pueblo no se los permitirá.

ARTESANO DE LO BIZARRO


No es común encontrarnos con una historieta capaz de absorbernos tanto desde el guión como desde las imágenes; Uzumaki tiene un efecto hipnótico, casi imitando el poder de la espiral sobre la gente. Esta particular maldición ofrece infinitas posibilidades para explorar eventos extraños, y tanto el concepto como el arte son muestras de que Ito sabe usar su imaginación. Su dibujo, en términos generales, es relativamente simple comparado con el de otros exponentes del género como Hideshi Hino y Suehiro Maruo, pero esa simpleza es funcional a la historia y la ambientación. Sus líneas se vuelven más meticulosas y su trabajo de sombreado se intensifica para reforzar la atmósfera aterradora a medida que los bizarros eventos relacionados con las espirales se despliegan página tras página; los personajes comienzan a presentar contornos oscuros alrededor de sus ojos, adquieren posturas extrañas, aparecen rodeados por sombras, y su simple presencia logra estremecer al lector. Estamos aquí ante un narrador magistral, de ritmo veloz,
que siempre se trae alguna sorpresa entre manos, y leerlo es subirse a una montaña rusa de escenas horripilantes y retorcidas.

Algunas historias son más aterradoras que otras; las dos primeras, por ejemplo, son bastante inquietantes, mientras que el capítulo titulado «Medusa» es más bien una fábula acerca de los riesgos de la vanidad. Los personajes principales son creíbles y bien desarrollados (especialmente Kirie, el personaje con quien nos relacionamos más), y llegado cierto punto también son dignos de compasión, ya que el autor tiende a presentar elecciones complejas ante ellos, y en general, los resultados serán aterradores sin importar lo que elijan. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando la comida comienza a escasear en el pueblo y los protagonistas no encuentran otra opción aparte de comer a la gente caracol; tratan de convencerse de que han dejado de ser humanos pero, por otra parte, el hermano de Kirie también es uno de ellos. ¿Qué hacer cuando la propia supervivencia se encuentra en riesgo? Por otra parte, los personajes secundarios, en general, son simples y no tienen un desarrollo demasiado profundo, excepto cuando tienen alguna

importancia para un segmento determinado de la historia. Sin embargo es algo entendible, si consideramos que la corta extensión de la obra no permite ahondar demasiado en detalles.

JOYA DEL TERROR

En definitiva, Uzumaki es un trabajo asombroso, y Junji Ito es un verdadero maestro en su oficio. La premisa inusual, la narrativa bien manejada, las relaciones entre los personajes, el equilibrio entre el humor y el terror, el arte tan atractivo como espeluznante, convierten a esta obra en un impactante y conmovedor cuento de terror. Uzumaki te engancha desde la primera página, y la maldición de las espirales no te soltará hasta el tenebroso y sorpresivo final. Es una lectura absolutamente recomendable para cualquiera que guste del terror y de las historias poco convencionales. Eso sí, es posible que después de leer esto, no vuelvas a ver las espirales de tus huellas digitales de la misma manera.

El manga fue recopilado en 3 volúmenes, y editado en inglés por Viz. Aclamado por la crítica, estuvo nominado a los Premios Eisner en 2002, en la categoría Mejor Edición Americana de Material Extranjero. Planeta, por su parte, lo editó en español, pero en 6 volúmenes en lugar de los 3 originales.

LA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA


En 2000, la creación de Ito se convirtió en una película dirigida por Higuchinsky, quien por entonces incursionaba por primera vez en la pantalla grande. El éxito de la minimalista Ringu (1998) había permitido el resurgimiento del terror en el cine japonés, y Uzumaki es una de las películas surgidas durante esa nueva ola. Más que cualquier otra película, Uzumaki captura la esencia del manga y del trabajo de Ito en particular con su perturbador y colorido surrealismo. Tiene una buena dosis de sustos y de imágenes estremecedoras (la muerte del padre de Shuichi, en particular, resulta tan grotesca en imagen real que se quedará grabada en tu cabeza). Obviamente, los efectos son de bajo presupuesto, pero al mismo tiempo son impresionantes y efectivos, y resultan fascinantes de observar incluso en esta era digital. Con la atmósfera de terror que los realizadores logran crear, las espirales tan evidentemente surgidas del CGI persiguiendo a los personajes entre las sombras de verdad parecen aterradoras. Y es que, en gran medida, la película construye lentamente un infeccioso sentimiento de temor. El genial diseño de sonido y la efectiva cinematografía hacen la mayor parte del trabajo, lo cual le deja a tu imaginación la posibilidad de crear un monstruo mucho más aterrador que cualquier cosa que los cineastas pudieran mostrarte. No cabe duda de que el mayor miedo es aquel que inspira lo desconocido, algo que la película ofrece en gran cantidad. Nunca se nos revela la historia completa, y eso permite que el espectador mismo llene los blancos. Así, la película transmite una increíble sensación de miedo e impotencia, a medida que las personas dejan de ser quienes eran y adoptan medidas drásticas para incorporar las espirales a sus vidas, o bien mueren de manera grotesca; y también logra crear un sentimiento de paranoia, de que esta locura por los espirales puede no estar restringida a este pueblo, y que podría convertirse en una epidemia mundial.

Como adaptación, es muy fiel al manga original. Pero también se convierte en una experiencia cinematográfica única, provocativa y adictiva, que desafía muchas convenciones establecidas del género. Es una película sutil, inquietante, y sus efectos se prolongarán mucho después de los créditos finales.