“Un espectro recorre Europa: el espectro del comunismo… ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del espectro del comunismo un manifiesto del propio partido”, escribían en 1848 Karl Marx y Friedrich Engels. Y parece que Pierre Christin en un momento de su carrera decidió que era hora de exponer los conceptos y tendencias que sentía propios y así lo volcó en muchas historietas de fama mundial. Pero donde mejor le salió, donde más disimuladas estuvieron estas tendencias e ideas, donde mejor amalgamó ideología con aventura, fue sin dudas en las historias de Valérian, que escribía para una revista infanto-juvenil. Vamos a repasar toda la larga vida de esta serie e iremos detectando los mensajes que el guionista compartió con su público, al mismo tiempo que nos sumergiremos en una de las mejores sagas de ciencia-ficción del comic franco-belga.
VOLVER AL PASADO
Para entender el surgimiento (y éxito) de Valérian, no basta con hacer un repaso de las obras de ciencia-ficción publicadas con anterioridad en Francia, ya que tanto Pierre Christin como Jean-Claude Mézières eran amantes de las novelas y cuentos de ciencia-ficción (seguidores de las revistas Fiction y Galaxy Science Fiction), desde los grandes clásicos originalmente surgidos en la era de los pulps, como de los revolucionarios nuevos escritores que florecieron durante la década del ’60, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. En esta creación se mezclan como un cóctel demoledor Edgar Rice Burroughs, Barbarella (de Jean-Claude Forest, de 1962), Isaac Asimov, Futuropolis (de René Pellos y Martial Cendres, publicada en 1937), Poul Anderson, Les Pionniers de l’Espérance (por Raymond Poïvet y Roger Lecureux, de 1945), Harry Harrison, Flash Gordon, Jack Vance, Kaza le Martien (por Kline, en 1946), Jack Vance, Doctor Who, Ray Bradbury, Los Náufragos del Tiempo (también de Forest, pero de 1964), Theodore Sturgeon, Lone Sloane (de Philippe Druillet, en 1966), Isaac Asimov, Star Trek, Stanislaw Lem, Alfred E. van Vogt, Philip K. Dick, Dune de Frank Herbert y El Planeta de los Simios de Pierre Boule, hasta Deneprov y los escritores de ciencia-ficción soviéticos.
Pero no fue fácil para este dúo de amigos llegar hasta el producto final, hasta lo que querían hacer.
Desde su primera aparición el 29 de Octubre de 1959, la revista Pilote trataba de abarcar todos los géneros para competir con Spirou, Le Journal de Tintin, Le Journal de Mickey, y Vaillant, los tanques que cada semana bombardeaban los kioscos de la historieta franco-belga. Por sus páginas pasaron grandes series como Astérix, El Teniente Blueberry, Philemon, Barbarroja, El pequeño Nicolás, Tanguy y Laverdure, entre otras. Pero el genio de René Goscinny, que era el redactor jefe de la Pilote, siempre estaba a la búsqueda de nuevos artistas y atento a qué hacía la competencia.
El dúo de Jean-Claude Mézières y Pierre Christin ya habían logrado colar aventuras en el semanario y de regreso en Francia, ahora tienen ganas de colocar una serie. Mézières quiere hacer un western para aprovechar todo lo que vivió en su viaje por el Oeste americano, pero en la Pilote ya estaba Blueberry (a cargo de su amigo Jean Giraud y Jean-Michel Charlier), empezaba Lucky Luke, por Morris y René Goscinny y Jerry Spring a cargo de Jijé. Entonces, los amigos deciden hacer una aventura ambientada en el Medioevo francés, después la llevan al Siglo XIX, una tipo Sherlock Holmes o Arsène Lupin con un toque fantástico. Pero la pasión que ambos compartían era claramente la ciencia-ficción y aunque sabían que a Goscinny no le gustaba el género, se lo propusieron. A partir de enero de 1967 Greg, redactor jefe de la revista Tintín y colaborador de Pilote, había creado la serie de ciencia-ficción Luc Orient, dibujada por Eddy Paape y es una veta a explotar. René da luz verde a la fantasía científica y a Valérian de Linus y Mézi.
AL INFINITO Y MÁS ALLÁ
Para el debut en el número 420 de Pilote, el 9 de Noviembre de 1967, la dupla de Jean-Claude Mézières y Pierre Christin reciben a la talentosa colorista Évelyne Tranlé, quien los acompañará a lo largo de toda la saga y crecerá a la par de los dos padres de la criatura. De acá en más, a razón de dos planchas por semana, avanzan las aventuras de un piloto del futuro que viaja por el espacio-tiempo, que no parará durante cuarenta años. Por supuesto, el problema surge cuando uno quiere contar cronológicamente las apariciones de este personaje, ya que la versión que nos llegó a nosotros es la editada por Dargaud-Grijalbo desde España, donde se defecaron en el orden de publicación. Vamos entonces a rastrear historia por historia, de acuerdo a sus apariciones en la Pilote y lo seguiremos por los recorridos espacio-temporales que la serie presente, con aclaraciones de cómo se publicó en los libros españoles.
La primer aventura se titula Valérian contre les mauvais rêves, 30 páginas publicadas entre los números 420 a 434. Acá se la conoció casi una década después como el episodio Cero, “Los Malos Sueños” y comprensiblemente, es de los peorcitos de la saga. Nos encontramos con un joven e inexperto Mézières copado por la influencia de Peyo, con algo del Uderzo de la época, todo esto sin olvidar al maestro de maestros de todos ellos, el gran Jijé. Christin, por su parte, está dando sus primeros pasos dentro de una revista de historietas infanto-juvenil y cae en textos de apoyo redundantes y una narración por momentos confusa, desbordada por todo lo que quiere contar. Así y todo, es una aventura divertida y dinámica que da ganas de seguir leyendo.
La acción se desarrolla en Galaxity, capital de la Tierra y del Imperio Galáctico Terrestre, donde desde el año 2314 se abolió todo el trabajo excepto los Agentes Espacio-Temporales que “luchan contra los piratas del viaje en el tiempo y exploran planetas lejanos para proporcionar nuevos recursos a la Tierra”. Además, están los Tecnócratas, científicos administradores divididos en Círculos; los del primer círculo detentan la autoridad y se preocupan por todo el resto. La Humanidad se dedica solamente a hundirse en placeres generados por programas que controlan el sueño (quizás, una alegoría a mirar muchas horas de televisión). Pero un tecnócrata del primer círculo, el superintendente Xombul, se robó una nave de espacio-tiempo y saboteó el Servicio de Sueños. La Tierra se convertirá en la “capital de los neuróticos” si no pueden soñar y viven pesadillas horribles. Llaman al mejor agente y Valérian va la casa de Xombul a buscar pistas. Encuentra un libro de hechicería del año 1.000 escrito por Alberic el Viejo y lo contactan con el agente del Siglo XI, sección Europa, de nombre Geofredo para que lo reciba. Debe viajar 18 siglos al pasado y detener a Xombul. Llega a la base secreta y encuentra la nave del científico demente; con unas máquinas especiales, se prepara para enfrentar un siglo tan extraño para él. Encuentra a Geofredo, le firma en un libro de actas como “Valérian XB27” y siguiendo un rastro, debe atravesar el bosque encantado de Aurelaune. Se queda dormido y despierta atrapado por una hoja gigantesca, dura y filosa. Una hermosa muchacha local, de nombre Laureline, lo libera y le hace de guía para ir al castillo de Alberic.
Valérian encuentra a Xombul que lo está esperando y es atrapado. “Los terráqueos no sirven más que para dormir y soñar” dice el científico y explica su plan de volver al futuro con un manuscrito que convierte personas en monstruos para armar un ejército y conquistar toda la galaxia. Quiere refundar la guerra, olvidada por la Tierra, y convierte a Laurie en un unicornio. Valérian logra liberarse y atrapa a Xombul y su ejército camino a la nave. Lo obliga a revertir el hechizo, pero el científico huye convertido en halcón. Laureline mantiene de su etapa de unicornio la posibilidad de leerle la mente a Valérian y sabe de su procedencia del futuro. Juntos van tras Xombul, pero este huyó a su tiempo y dañó la nave de Valérian. Mientras él arregla el transporte, ella usa las máquinas para aprender todo sobre el Siglo XXVIII. Ambos vuelven a la Galaxity del ‘presente’ y está convertida en una pesadilla. Xombul mutó a todos en monstruos y está por ser coronado Emperador de la Galaxia. Valérian lo vence con un anillo que le diera Albéric el Viejo y revierten los hechizos. Al científico lo convierten en un monstruo alado y lo encierran en una jaula. Todo vuelve a la normalidad, fin.
Para una primera aventura en una revista infanto-juvenil, cumple. Pero la mejora se nota número a número, libro a libro, año a año.
(el lunes, la segunda parte)
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