Ante la obvia negativa de Alan Moore de volver a trabajar codo a codo con DC para encontrar la manera de escribir alguna miniserie inserta en el universo que creó y desarrolló en Watchmen, sobre fines de 2011 Dan DiDio y Jim Lee ponen en marcha un “plan B” bastante interesante. El objetivo era el mismo, pero dejaba completamente afuera al guionista original de la obra en cuestión: la idea era convocar a Len Wein, quien fuera editor de los primeros siete números de la susodicha saga, para que asumiera el mismo cargo al frente de un número de miniseries que nos revelarían aventuras de todos los protagonistas de esta historia unos años antes de los eventos ocurridos en el arco que todos supimos leer décadas atrás, y poner a trabajar en dicho proyecto a algunas de las luminarias de las que disponía DC Comics en ese entonces, tanto en los guiones como en el dibujo.
Así fue como pautaron siete miniseries que aparecerían en 2012 y tendrían como protagonistas a Rorschach, el Dr. Manhattan, el Comedian, Silk Spectre, Nite Owl, Ozymandias e inclusive una con los Minutemen. El elenco de autores estuvo compuesto por J. Michael Straczynski, Brian Azzarello, Darwyn Cooke, Lee Bermejo, J. G. Jones, Adam Hughes, Andy Kubert, Joe Kubert, Amanda Conner, nuestro querido Eduardo Risso e inclusive el mismo Len Wein escribiría algunas de estas historias.
En aquellos años, la única de las miniseries que acumuló una cantidad significativa de críticas negativas en su lanzamiento fue la que realizaron Brian Azzarello y J. G. Jones, yque retrata algunos de los episodios más importantes en la vida de Edward Blake. A nadie sorprendo si expongo que dentro de la trama general del comic madre, el Comedian termina por ser no sólo uno de los personajes más importantes de la misma, también uno de los más interesantes. Es el que ofrece el punto de partida para que Moore y Gibbons nos comiencen a narrar esta epopeya, es uno de los pocos “vigilantes” que siguió activo aún con el acta de Keene en plena ejecución, es uno de los que por su labor y desempeño se vio involucrado en muchos hechos políticos de vital importancia para la historia de la segunda mitad del Siglo XX. Y sobre todo es uno de los más ambiguos y éticamente desdeñables de todos los protagonistas, un psicópata que alimenta su morbo a través de la violencia pero que, como se terminará revelando al final, resulta ser el menos hipócrita de todos y el que tuvo la lucidez como para prever el desenlace de esta historia.
Sorprendentemente, Azzarello no sólo estuvo a la altura de las circunstancias a la hora de guionizar esta miniserie (una de las pocas que cuenta con 6 números), sino que en algún punto se podría decir que redobló la apuesta. Before Watchmen: Comedian es una historia centrada en un personaje que creemos conocer de taquito, pero a medida que avancemos por la misma, nos daremos cuenta de que nos faltaban muchos detalles, y que muchas cosas que dimos por sentado sencillamente no sucedieron de esa manera. Nos vamos a deleitar y sorprender por partes iguales con la fuerte relación de amistad que unió a Blake con los Kennedy, y las consecuencias directas que tuvo la misma no sólo en la vida del Comedian sino también en la historia política norteamericana… y acá Azarello pela chapa de grosso: Blake causa un punto de inflexión, pero no el que nosotros suponemos.
En el apartado gráfico, Jones es impecable: no necesitó respetar la estricta grilla de 3 x 3 que utilizó Gibbons para dotar al relato del mismo tono que tuvo el comic original. La narrativa imperante de Watchmen está acá presente desde los trazos, los encuadres, los ángulos elegidos, la paleta de colores, y los juegos de luces y sombras en momentos de tensión. Por su contenido socio-político, por las revelaciones y por el desarrollo de la trama, Before Watchmen: Comedian es sin duda alguna una de mis series favoritas de este proyecto, y busco tiempo para poder regresar a ella con una segunda lectura.
En cambio, el trabajo de Darwyn Cooke y Amanda Conner en Before Watchmen: Silk Spectre es apenas destacable, pero no necesariamente culpa de estos autores. Y es que, es duro admitir esto pero alguien tiene que decirlo de una vez por todas: si la ponemos mano a mano con el resto del elenco protagónico de Watchmen, Laurie Juspeczyk es un personaje bastante plano. En el comic original comienza siendo “la minita de Manhattan” para luego pasar a ser “la minita del Búho”, y la realidad es que Moore no se esforzó demasiado por dotarla de muchos más elementos que esos para hacerla atractiva como personaje. Cooke se esfuerza muchísimo para entregarnos una historia en cuatro partes que nos ofrezca los motivos por los cuales una mujer como Laurie podía estar al lado de un semi-dios, y lo logra: esta miniserie es entretenida, sobre todo por el esfuerzo que puso Amanda Conner en referenciar la propuesta original narrativa de Gibbons. Aún cuando el tono elegido por el guionista esté mucho más cerca de una sitcom dramática que del que tiene la obra original, ambos terminan componiendo un personaje con el que logramos conectar y querer, pero eso no quita que la miniserie resulte una de las menos interesantes. Mención aparte para los acercamientos a la contra-cultura norteamericana y los momentos de psicodelia, un deleite narrativo y uno de los puntos más altos del comic.
(Muy pronto, la cuarta parte)
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