Seguimos adelante con el repaso de las miniseries que componen Before Watchmen, lanzadas por DC en 2012.
Before Watchmen: Nite Owl es una joya invaluable pero probablemente no por los motivos correctos. El guión fue escrito por J. Michael Straczynski, y acá viene lo jodido: los lápices estuvieron en manos de Andy Kubert, y las tintas fueron obra de su padre, el maestro Joe Kubert. El maestro falleció antes de completar el trabajo y en el último número el entintado corrió por cuenta de Bill Sienkiewicz, otro gigante. Before Watchmen: Nite Owl lleva la mismísima muerte impregnada en sus hojas, al punto tal que algunas de las páginas del tercer número están entintadas por Sienkiewicz.
Anécdota negra aparte, Before Watchmen: Nite Owl es un buen comic. Es una historia que tiene un montón de momentos muy emotivos, y sobre todo muy comiqueros. Es lo que nos habría gustado leer si Alan Moore no se hubiera ortivado con DC y hubiera desarrollado –como dejó entender que tenía ganas de hacer en entrevistas de mediados de los ’80- historias previas de Rorschach y Nite Owl. Son una pareja muy interesante con mucha química, que funcionan muy bien juntos, y Straczynski le saca todo el jugo posible sin correrse una milésima de lo que el sentido común nos dicta para ambos personajes.
Esta miniserie es una de las más jugadas
con el tema de los desnudos y las insinuaciones sexuales, otros elementos que forman parte esencial de la obra original de Moore, y que allá lejos y hace tiempo en los ’80 resultaron chocantes y polémicos. Acepto que sin duda alguna Before Watchmen: Nite Owl es una de las mini-series que menos se animó a arriesgar: es una obra demasiado dependiente del comic original, no aporta prácticamente nada nuevo a lo que ya conocemos de los personajes, pero es sumamente entretenida y tiene un dibujo del recontra re-carajo. Padre e hijo trabajando codo a codo para contribuir más que dignamente a este mito, juntos por última vez. Muy emotivo.
Darwyn Cooke es el único de los involucrados en este proyecto que aborda su labor como una obra integral, al aceptar el desafío de escribir y dibujar la miniserie correspondiente a los Minutemen, la Justice Society of America de este universo. Su diseño de personajes, de escenarios, sus perspectivas, su diseño de páginas, su narrativa, es un estilo tan único y propio de él, y tan intensamente ligado con el medio, que te enamorás de cada página, es así, no te queda otra. Darwyn Cooke era uno de los artistas integrales más interesantes que dio este medio, y fue una tristeza enorme tener que despedirlo tan pronto.
Esta miniserie está narrada, como no podía ser de otra forma, desde el punto de vista de Hollis Mason, el Nite Owl original, quien mientras se debate internamente acerca de si es necesario y justo publicar su auto-biografía (la cual conoceremos con el nombre de Under the Hood), nos va presentando uno a uno a los integrantes de este grupo. Además, nos interioriza de algunos momentos y cuestiones claves y relevantes que terminarían por signar su vida y la de sus compañeros, por no decir la de la sociedad norteamericana en su conjunto. La miniserie es tanto un homenaje a Watchmen como lo es al comic-book superheroico americano de mediados del siglo XX, y es por demás emocionante… pero, una vez más, irrelevante.
Cooke se encarga de llenar algunos espacios vacíos aquí y allá (muy interesante lo que hace con la presentación de Mothman, por ejemplo, donde añade elementos que no estaban incluidos en Watchmen e incluso utiliza en esas páginas una propuesta narrativa que se asemeja a la de Gibbons), pero la aventura se queda corta en revelaciones y muchos de sus puntos más altos de dramatismo pueden ser anticipados por un lector entusiasta con buena memoria. Nada de lo que acabo de exponer, como sucede con algunas otras miniseries del proyecto, es una excusa válida para privarse de leer estos seis numeritos que son una caricia para el alma de todo amante de este medio, aunque más no sea por el precioso dibujo de esta leyenda inmortal llamada Darwyn Cooke.
Before Watchmen: Ozymandias es un goce enorme producto de la enorme pericia de su guionista, Len Wein, y del extraordinario dibujo de un excepcional Jae Lee, que encuentra en este comic uno de sus puntos más altos. Adrian Veidt es un personaje fascinante, probablemente el más complejo de todos los protagonistas de esta historia, el único que tiene una visión globalizada de los conflictos geo-políticos que inunda la tierra de esa década, y el más indicado para llevar adelante cambios proyectuales que decidan el rumbo de la humanidad… ¿o no? Veidt es lo que todo lector adora en este tipo de historias: un villano no sólo moralmente ambiguo sino también con convicciones con las cuales podemos empatizar desde distintos ángulos, aún cuando su postura mesiánica ideológicamente esté demasiado apegada a claros lineamientos fascistas que remiten de forma exacerbada al nazismo. Wein está al tanto de absolutamente todos estos elementos, y entendió cada una de las pistas y aristas que Moore quiso explotar con este personaje. De hecho es muy probable que como editor hayan discutido entre ambos el camino que recorrería la historia central y sobre todo el accionar de este personaje, columna vertebral de la trama, y siendo así en Before Watchmen: Ozymandias nos ofrece un rico recorrido por la historia de vida de este Alejandro Magno moderno, sin dejar detalle sin explorar.
La narración contó con el apartado visual de un inmenso Jae Lee que se puso la mochila al hombro y asumió el desafío con mucha altura. La propuesta fuertemente simétrica con una sólida estructura verticalista no solo realza el relato megalómano en primera persona del personaje protagonista: es un perfecto ejemplo de cómo rendir homenaje de forma fresca y original a la puesta en página original de Gibbons. Cuando comencé a leer esta miniserie supuse que seis números serían demasiados para narrar una historia que, de todos modos, conocíamos casi al detalle, teniendo en cuenta la enorme documentación que existe sobre Veidt en la obra original… Una vez más, me equivoqué, y Wein nos vuelve a demostrar que -cuando sos un autor consagrado y con bocha de experiencia cómo él en proyectos como este- el paso de los años garantiza un relato sólido, armónico y muy fluido, atrapante desde las primeras páginas hasta las últimas, y absolutamente condescendiente con el relato original.
(Muy pronto, la quinta parte)
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