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NOTAS

Absolute Martian Manhunter

Esta nueva versión del Martian Manhunter es tanto una invitación a nuevos lectores como una demostración de afecto al personaje y su extensa trayectoria.
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Viernes 15 de agosto

Puede que algunos de los que leen regularmente esta sección estén un poco cansados de mi constante acento puesto en el muy buen momento que atraviesa DC Comics en sus publicaciones en papel, y los entiendo. Pero la realidad es que yo, mes a mes, no salgo de mi asombro, más que nada porque uno estaba acostumbrado a tener que escarbar un montón en el mainstream de DC y Marvel para encontrar una serie regular decente. Créanme, sé de lo que hablo, hace más de una década que estoy al frente de esta sección.

En el apartado de los dibujantes, como mínimo, creo que mi postulado es imbatible: arriba de todo hay un quinteto de bestias del dibujo que mes a mes me vuelan la peluca: Dan Mora, Xermanico, Daniel Sampere, Jamal Campbell y Hayden Sherman. Enormes artistas con una tremenda trayectoria sobre sus espaldas como Phil Jimenez o Dan Jurgens siguen plasmando su experiencia, y detrás de ellos hay un grupo de artistas que realmente trabajan muy bien y en algunos casos me sorprenden un montón, como por ejemplo Mike Huddleston, Nick Dragotta, Rafa Sandoval, Sophie Campbell, Stephen Byrne, John Timms, Mikel Janin, Marcio Takara y Rafael de Latorre.

Pero el título que nos convoca el día de hoy tiene al dibujante que yo considero distinto, al que se anima a otras cosas, al rupturista, al que juega en los límites de la narrativa, al que nos fortalece el amor que tenemos por este medio. Por eso comienzo por el apartado visual cuando generalmente es lo último que suelo abordar, porque Absolute Martian Manhunter es un comic que te entra por la vista, te llena de felicidad cuando lo ojeas, y luego te enamora con el resultado final.

Tres párrafos y todavía no mencioné a Javier Rodríguez, la estrella detrás de una de las miniseries más excitantes de este 2025. Desde los lugares en los que elije poner la “cámara”, las perspectivas, el trabajo más que interesante de puntos de fuga, pasando por la plasticidad de su propuesta y llegando finalmente al color. Acá lo vemos tomar decisiones muy acertadas (y absolutamente complementarias del relato) cuando utiliza una paleta de colores apagados para los momentos más mundanos y rutinarios, mientras que reserva el uso de colores muy saturados y vivos para representar su nueva forma de comprender el mundo, a través de los pensamientos (suyos y ajenos). Y eso por no mencionar las sorpresas que nos propina número a número en este apartado, como por ejemplo obligarnos a poner a contraluz una página para descubrir la verdad.

Ya vamos a llegar a comentar de qué va esta miniserie, pero por supuesto una característica que se ha mantenido en esta iteración Absolute del personaje tradicional es su telepatía, y en menor medida su debilidad ante el fuego, que en esta versión se conecta con un trauma pasado y se potencia desde el lado psicológico. No quiero decir con esto que guionistas como J.M. Dematteis o Rob Williams no hayan explotado también esta debilidad del personaje desde esa perspectiva, pero en esta versión lo trabajan de manera mucho más elaborada, y el dibujo está directamente conectado con este tema ya que estos pensamientos o temores son percibidos como humo de colores.

Deniz Camp es el encargado de los guiones, que tienen como protagonista al agente del FBI John Jones, quien al comienzo de esta aventura sufre un accidente, producto de una explosión en una cafetería, que lo deja convaleciente. Tranqui 120. Cuando abandona el hospital y se reúne en la vereda del mismo con su esposa, comienza a sentir que las cosas han cambiado a su alrededor. Es capaz de escuchar cosas que no le dicen y parece oír una voz en su cabeza que intenta darle pistas sobre el advenimiento de una o varias amenazas. Es así como John cae en la cuenta de que quizás, para mantenerse cuerdo es menester volver a la acción, al trabajo, resolver los casos en los que estaba trabajando y dejar a un costado la preocupación por su salud de su pareja y sus compañeros.

Por supuesto, a medida que la trama avanza, nos enteramos de la existencia de un ser alienígena, un “marciano”, que de alguna manera logró conectar con este agente e intenta utilizarlo como médium para detener una amenaza que tiene vínculos con su tierra natal y tiene el potencial para poner a la humanidad en jaque. Este marciano crece en presencia página a página, tanto en lo físico y gráfico como en las intervenciones que tendrá en la vida de John, y en eso consiste, en mayor medida, el deleite visual de esta obra. Los lectores somos conscientes de que este personaje es más que nada una presencia, una entidad que no tiene forma física pero encontró la manera de poder interactuar con nuestro protagonista e incluso colaborar con sus investigaciones, pero el apartado visual nos dice todo lo contrario: nos muestra a un personaje enorme, con un diseño fresco y muy interesante, que convive con el detective del F.B.I. de manera muy vívida y participa activamente de la investigación.

Mientras más difusa sea la tenue línea que separa ficción de realidad, más se divierten los autores y más excitante es el relato, al punto tal que incluso ponen en jaque toda la teoría que acabo de exponer.

 

Lejos de ser una serie difícil de digerir por el componente introspectivo y surrealista, estoy seguro de que esta nueva versión del Martian Manhunter es, más que nunca, tanto una invitación a nuevos lectores que nunca tuvieron contacto directo con el personaje en series en solitario como una demostración de afecto al personaje y su trayectoria, con enormes muestras de complicidad que serán bien recibidas por el lector avezado. Todo esto en el marco de un relato que puede circunscribirse tranquilamente dentro del terror y el suspenso, ya que lo que le toca vivir a John Jones es una pesadilla que seguro tendrá nefastas consecuencias para su vida privada y pública. Queda solo un número para que culmine esta miniserie y cuento las horas hasta leer ese remate, que no me cabe la más mínima duda no me va a decepcionar.