Mi llegada a Wonder Woman fue curiosa, casi una intervención del destino. Literalmente un par de días antes, había decidido ”OK, estoy llegando al final de un ciclo de cinco años con Ms. Marvel. Acabo de entregar una novela que me costó muchísimo trabajo. Un libro sin dibujos. Y por primera vez en mucho tiempo voy a poder encarar un proyecto 100% nuevo”. Mi plan era sentarme a descansar un tiempito y decidir qué tenía ganas de hacer después y hacerlo tranquila, despacio. Pero un par de días después, literalmente dos día después de haber vaciado el escritorio de pendientes, me llama Chris Conroy y me dice ”Ey, ¿estás como para escribir Wonder Woman?”. Ni se me ocurrió decirle que no. Me sentí muy honrada por recibir la propuesta. Era cuestión de encontrar la forma, porque esta vez el tiempo lo tenía.
Para mí Wonder Woman es la más complicada de la sagrada Trinidad de DC. Me parece que las historias de Superman y Batman –incluso cuando son muy particulares- se sienten más cercanas que la historia de Wonder Woman. Superman es el clásico chico común que viene del campo y de la nada descubre ser el heredero de un legado alienígena. Es el mismo molde de Harry Potter y Luke Skywalker, una historia muy clásica. Y Batman viene desde otra perspectiva, es el chico rico que parece tenerlo todo, pero lo pierde todo de un modo trágico, se da cuenta de que el amor de una familia no se puede comprar con dinero y se convierte en el anti-héroe oscuro, o sea que es más o menos la inversa de Superman.
Esas son tramas muy humanas, con las que nos podemos relacionar en un montón de niveles. Wonder Woman, en cambio, es una figura del tipo diosa guerrera invulnerable, que se crió en un mundo completamente diferente, una utopía llamada (a veces) Isla Paraíso, está hecha de barro o es la hija de los dioses, según qué versión te enganche. Nos cuesta más relacionarnos con eso. Muchos de nosotros venimos de Kansas. Ninguno de nosotros viene de Themyscira.
Es más difícil vincularse con ella como personaje. Y para mí, de esos tres personajes suele ser la más frustrante para leer, porque nuestro instinto como guionistas es buscar un tono demasiado grave. ”La vamos a hacer bien seria, porque eso es lo que haríamos nosotras si fuéramos diosas”. El desafío yla parte atractiva, creativa de escribir sus historias para mí pasa por tratar de encontrar su lado humano, buscar sus fallas, cosas que me hagan más fácil relacionarme, esos puntos en lso que su experiencia se funde con la nuestra, la de los meros mortales acá en el mundo real. Y eso, para mí como guionista es un desafío muy, muy copado.
Lo primero que se me ocurrió fue buscar la forma de homenajear los 75 años de historia que tiene el personaje, serle fiel a todo eso y al mismo tiempo tratar de armar un arco argumental que le resultara accesible al lector que quizás leía Wonder Woman por primera vez, la gente que nunca lee historietas pero se copó con la película de Wonder Woman. Por supuesto teniendo en claro que el público paar el que escribí Ms. Marvel esos cinco años puede llegar a ser bastante distinto del que lee todos los meses la serie de Wonder Woman. Y bueno, traté de armar un maridaje entre esos dos públicos y esos tipos de expectativas. Dicho así hasta parece fácil, no?
Sabía que quería empezar con una historia clásica de Wonder Woman, con los personajes que los lectores de siempre aman, pero que también fuera atractiva para la gente que se engancha con la serie por primera vez. Y la clave fue la forma en que se me ocurrió presentar a Ares, una forma que desafía cómo Wonder Woman se percibe a sí misma y a su misión, complicándolo todo.
En general, suele haber dos historias paralelas de Wonder Woman. Una nos la muestra a ella en nuestro mundo, donde es básicamente una anomalía, donde se involucra en problemas reales, del mundo real, y en intrigas políticas. Ahí está rodeada de un elenco de anti-héroes y villanos que también son básicamente de nuestro mundo. Y después está la contracara de esto, la fantasía de altísimo vuelo que aparece cuando nos metemos los dioses de la mitología griega y nos vamos a un mundo que no tiene nada que ver con el mundo real, donde todo es posible. En general estas dos líneas van en paralelo, pero a mí se me ocurrió combinarlas, hacerlas chocar. Me parece que enseguida se nota la influencia de Sandman.
De hecho, cuando me senté a escribir la saga pensaba ”No escribas un Sandman con superhéroes”. Y después, cuando me senté a leer lo que habia escrito para el primer arco fue tipo ”Bueno! Ahí vamos: Sandman con superhéroes”. Es algo que em resulta muy atractivo, la mezcla entre el realismo sucio, lo moderno, los conceptos más elevados, la mitología, lo fantástico, los elementos más oscuros. Y realmente me dieron ganas de integrar todas esas cosas en una misma historia, en vez de hacerlas avanzar en paralelo.
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