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NOTAS

Greg Rucka

Hay un esfuerzo muy deliberado por parte de los gobiernos por convencer a la clase trabajadora de que vote en contra de sus propios intereses.
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Viernes 28 de octubre, 2016

Creo que para bien o para mal, la verdad es que no importa qué es lo que estamos contando. No importa si es un número de Spider-Man, Sin City, Lazarus o Wonder Woman. Cuando un escritor sca su arte al mundo, está haciendo una declaración. Puede hacer la declaración de modo negligente, puede tratar de esquivar la responsabilidad, pero la realidad es que somos responsables de las palabras que ponemos ahí afuera y creo fervientemente que tenemos que ser conscientes de esto y lo tenemos que considerar. No soy fan de la escuela de David Mamet, que dice (más o menos) que el propósito del arte es el arte y nada más. Para mí no tiene sentido tratar de brindar un relato que provea una sensación de catarsis, simplemente por la catarsis misma.

Mi trabajo es esencialmente el entretenimiento. Tengo que contarte una historia que te atrape y que en lo posible logre que el lector se involucre y quiera seguir leyéndola. Ahora, si además de hacer eso logro aprovechar la oportunidad para iluminar ciertos rincones oscuros que creo que necesitan un poco de atención, estoy haciendo mi trabajo bien. Pero en esta era moderna, somos tan reacios a que jueguen con nosotros, a que nos bajen línea, a que nos quieran vender mierda, que nuestros sentidos se agudizaron mucho a ese nivel, y cuando sentimos que nos están dando un sermón, lo primero que hacemos es cerrarnos. Es una respuesta defensiva muy natural. Hoy, que el periodismo está en un estado deplorable, me parece más importante que nunca que nosotros, los que escribimos ficción, usemos esa atención que nos brinda el público para señalar y decir “Ey, miren esto”.

Lo cual obviamente nos expone, y nos compromete. Seguramente yo bajo línea en Lazarus y seguramente hay gente que no lee Lazarus porque dice “Dejate de joder con Rucka, ese zurdo de mierda que odia al capitalismo, no estoy de acuerdo con nada de lo que dice”.

Y mirá lo que son las cosas: hay aspectos del mundo de Lazarus que de hecho son mejores que los del mundo real de hoy. La crisis del medio ambiente a nivel global está mucho más reducida. Hay algunas áreas devastadas por los residuos tóxicos, pero como el 80% de la población ya no usa combustibles de origen fósil, la atmósfera está mucho mejor. De a poco, la situación mundial va empeorando tanto, que alcanza a la ficción post-apocalíptica que a mí tanto me gusta escribir.

El deterioro social se ve, se siente. Ayer veía una nota en un lugar de Virginia, creo, donde mostraban una localidad cuyo índice de pobreza la pone al mismo nivel de pobreza que Nueva Delhi. Y si eso puede pasar en EEUU, puede pasar en todas partes.

Hoy la situación política en EEEUU es tan catastrófica que ya ni resulta graciosa. Estamos en un momento realmente horrible. Si lo tuviera que explicar, creo que nos tenemos que remontar a los ´70. Creo que desde ahi viene un esfuerzo muy calculado, muy deliberado por parte de los gobiernos, como si se hubiera tomado la decisión de agarrar a esa clase trabajadora confiable del medio-oeste y destruir esa base, convencerla de votar una y otra vez en contra de sus propios intereses. ¿Cómo se logra una cosa así? Convirtiendo a la gente en idiotas.

Y no es un chiste. Sistemáticamente se ha menoscabado la educación y en lugar de la razón y el sentido crítico, nos han dado una interpretación del Cristianismo tan lavada que hasta se podría considerar blasfema. Uno de los principales problemas que tiene hoy el país es que una enorme porción de la gente que vota es ignorante, nació así y creció así. Sumado al segmento de la población al que convencieron de que ser educados, estar informados y estar al tanto de lo que pasa es una especie de defecto de la personalidad. Lo que le hicieron al resto, a los que se esfuerzan y quieren educación y quieren estar al tanto de lo que pasa, fue sobreexponerlos a tanta información que hoy muchos prefieren comprar la apatía.

Combinando estas cosas, se puede lograr una base de votantes que, si llegan a ir a votar, pueden definir su voto en base a un único tema, que generalmente es un tema que no tiene el menor peso a la hora de gobernar un país o proteger a una sociedad. Un voto fácil de manipular, un electorado fácil de engañar.