Desde Adentro

El punto de partida común en todas mis obras está en las sensaciones mentales que tenía durante mi infancia y adolescencia.

Hideshi Hino

31/01/2025

| Por Staff de Comiqueando

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Muchas personas se sienten de forma similar a mis personajes. Viven cosas parecidas a las que cuento. Normalmente, nos fijamos en el miedo que viene de afuera, pero yo exploro el que hay dentro de las personas, que es mucho más inquietante. De hecho, lo que más miedo debería darnos son los seres humanos, porque quien menos te esperas puede venir con un cuchillo y asestarte una puñalada.A través del manga he conseguido controlar mis impulsos, canalizar la violencia, la rabia, la pasión que sentía. Creo que de no haber sido así, de joven, en una pelea, hubiera podido acabar matando a otra persona. Yo me doy miedo.

De hecho, el punto de partida común en todas mis obras está en las sensaciones mentales que tenía durante mi infancia y adolescencia Son sensaciones que hoy puedo expresar con naturalidad. Todas mis obras están basadas en experiencias que tuve de joven, y forman parte de mí. Sólo yo puedo hacer estas historias. Aunque por su culpa me han encasillado en el género del terror y todas las editoriales me piden lo mismo.

A lo largo de toda mi carrera como dibujante de manga de horror he escrito y dibujado 450 historias, y no todas son experiencias familiares o personales, ni tocan temas vinculados al horror. A veces las temáticas y las influencias vienen por otro lado. En el caso de El Niño Gusano, por ejemplo, la gran influencia es La Metamorfosis de Kafka. El film Sepukku también fue una gran influencia para mí y al principio quise ser director de cine. Sin embargo, también me gustaba dibujar. Solía dibujar en clase, cubriéndome con el libro de texto para que no me vieran. Un día mi compañero de pupitre me puso un montón de hojas para que siguiera dibujando y el resultado fue un manga. Mi sueño era ser director pero no me podía permitir comprar una cámara de ocho milímetros, algo muy difícil para un estudiante de secundaria. Descubrí, gracias a mi compañero, que podía contar historias sin coste alguno, dibujando.

Ahora están de moda los fantasmas, pero a mí no me gustan. No creo en ese tipo de fenómenos. El terror está en otro lugar: como siempre digo, el auténtico terror está dentro de uno mismo y no fuera. No conozco casos de gente asesinada por fantasmas, y sí de asesinos que matan personas. La gente muere asesinada.

Muy rara vez tengo pesadillas. Normalmente sueño con cosas bonitas. Con mis obras hago una especie de limpieza. Paso todo el día dibujando mangas que ya son pesadillas, y si luego las tuviese durante la noche no podría seguir vivo.

Debuté hace más de 50 años, sin pensar en que mis obras podrían ir dirigidas a un niño o no, aunque esto ya no es así. Mis mangas tienen aspectos muy grotescos incluso para Japón. Pero detrás de estos elementos se encuentran sentimientos tan puros como la amistad o el amor. A pesar de que parecen historias grotescas, hablan del corazón humano, de la belleza, todo ello frente a esa aparente violencia. Es un aspecto del ser humano más allá de razas o nacionalidades. Dibujo mis obras con este anhelo y creo que si leéis hasta el final es posible llegar a esta percepción. Aunque es cierto que en la mayoría de los casos percibo que mis obras no deberían ser leídas por niños.

Pero irónicamente, con mi primera obra importante, que fue La Enfermedad de Zoroku, empecé a recibir cartas de fans; había uno que me contó que le daba tanta, tanta pena Zoroku que dormía cada noche abrazado al libro. Los adultos abren mis libros, los hojean y dicen ‘¡Qué asco!’ y los dejan de lado. En cambio, los niños entienden perfectamente lo que quiero expresar, que es, en definitiva, la soledad. Al pobre Zoroku los adultos no lo entienden, sólo los niños.

Cuando empecé a trabajar profesionalmente, tenía poco más de 20 años. Dibujaba unas 30 páginas por mes, porque creía que era la cantidad de producción justa: podía producir páginas bien cuidadas, sin la necesidad de recurrir a asistentes. Pero el mundo del manga no funciona así. Cuando se te empiezan a acumular las ofertas de trabajo, no queda otra más que subir la producción de páginas y contratar asistentes. En un cierto punto, seguramente a causa de mis propias limitaciones, me dejaron de llamar para colaborar en revistas y empecé a trabajar en historias pensadas para aparecer directamente en tankōbon, y así estuve más o menos unos diez años.

Pero después vino el boom de las revistas de terror, y de un día para el otro me volvieron a buscar y se me acumuló muchísimo trabajo. Entre mis 40 y mis 50 años, por lo menos durante 10 años, realicé tres o cuatro historias autoconclusivas por mes, para distintas revistas. Todo lo que hacía, me lo publicaban. Había muchas opciones de proyectos en los que participar, y yo respondí dibujando más y más rápido. Fue algo que me resultó fácil, como si todo lo que tenía contenido dentro mío saliera a la luz espontáneamente.

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