Desde Adentro

En general cuando me entrevistan me hablan sólo de mis éxitos. A mí me gusta hablar también de mis fracasos. Porque además son inevitables.

Jean Van Hamme

22/01/2016

| Por Staff de Comiqueando

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thorgal-tome-24En general cuando me entrevistan me hablan sólo de mis éxitos. A mí me gusta hablar también de mis fracasos. ¡Porque además son inevitables! Tengo las bolas un poquito llenas de escuchar que me digan que convierto en oro todo lo que toco. Sí, puede pasar, pero yo no me olvido de las decepciones, de los rencores, y no es que me enoje, pero tengo claro que la vida no es toda color de rosa. No se puede transformar todo en oro chasqueando los dedos. No me olvido tampoco de sucesos de mi vida privada, ni de la incidencia que tuvo en mis deseos de escribir la vida que llevé durante años como empleado de una multinacional. Y ni hablar de mis amores, de mis hijos, de mis viajes. En la creación trato de mostrar todas las facetas de un itinerario. Y eso incluye los fracasos, las cosas que salen mal. Franquin, que era un depresivo por naturaleza, decía “Los fracasos estimulan, los éxitos deprimen”. Es una opinión. Por mi parte, yo diría que los éxitos le dan otro perfume a una carrera y cuando uno huele bien, se puede permitir hablar de sus fracasos sin el menor resquemor.

6092830En general, cuando se me ocurre una idea para una historieta, la comentamos con el editor y él me propone varios dibujantes. Hace las veces de agencia matrimonial. Yo siempre tengo uno o dos dibujantes en mente, pero a a veces no están disponibles. La dificultad pasa por encontrar un dibujante con el suficiente nivel de talento y que además tenga disponibilidad.

La colaboración no siempre funciona. Ni en el comic ni en el cine. Por eso yo prefiero escribir novelas. Ahí no tengo ninguna restricción. Es al mismo tiempo una trampa y un placer. Nadie me impone una duración, no hay limitaciones de tiempo. No hay forma de que un dibujante o un director o un actor te traicionen. Sos vos, frente a frente con el lector. Además, la novela te permite explorar a fondo lo que pasa dentro de la cabeza del protagonista. En la historieta eso también es más difícil. Y ni hablar en el cine, donde no termina de aceptarse el relato con voz en off. Yo me siento más cómodo en la novela.

 

vanhamme_xiii18Y en las historietas, me gustan más las historias completas en uno, dos o tres tomos. El one-shot no puede tener falencias que sí pueden tener las series. En una serie, tenés partes buenas mezcladas con partes que no están tan buenas. En un one-shot, te jugás todo a una sola historia, no hay margen de error. Me acuerdo lo que disfruté cuando imaginé Le Chninkel, Western o SOS Bonheur. Hace como 20 años que no disfruto una serie de punta a punta. Porque hay momentos en los que siento que me achancho. Y soy perfectamente consciente de eso.

Cuando empecé con Lady S., se me vinieron al humo los periodistas para preguntarme por qué era la primera vez que escribía una serie protagonizada por una mujer. La verdad es que nosotros somos herederos de un sistema que data de los años ´40-´50, cuando los personajes tenían que ser obligatoriamente héroes masculinos. En aquella época estaba prácticamente prohibido meter mujeres en las historias. Olvidate de que hubiera heroínas femeninas. Yo nunca encontré demasiadas diferencias entre mujeres y hombres. A la hora de plantear un personaje, o su comportamiento, me tocó escribir mujeres que se imponen con coraje, con energía… cualidades calificadas como “varoniles”. LargoWinchFranceLoisirs7_26012006En general, a las mujeres les va mejor. Tienen más coraje, resisten más, son más intuitivas. La mayoría de los hombres son cagones. El héroe masculino es un mito articulado para la historieta y el cine, no creo que tenga correlato en la realidad. Uno crea una multitud de personajes y el hecho de que unos sean hombres y otras mujeres no cambia mucho la cosa. Por suerte cuando escribo personajes femeninos la tengo a mi esposa, que me supervisa y me dice “una buena mujer jamás reaccionaría de esa manera”. Y yo enseguida corrijo el error.

La verdad es que me no arrepiento de nada. Es cierto, no produje sólo obras maestras. Eso es evidente. Pero eso es parte del oficio. No podés escribir 150 historias y que sean todas geniales. Digamos que no hice cosas demasiado desastrosas. Y que si pudiera empezar de nuevo no cambiaría nada, ni en mi vida privada ni en mi vida profesional. Soy un tipo feliz. Sin lamentos, sin remordimientos y, de vez en cuando, con pequeñas licencias que me tomo en el camino.

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