Desde Adentro

A mí me dejan jugar con personajes conocidos en situaciones nuevas, que invento yo. Es como cobrar por escribir la mejor fan fiction que se te ocurra.

Mariko Tamaki

01/12/2023

| Por Staff de Comiqueando

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Yo era una nena tranquila, a la que le gustaba quedarse todo el día en casa y mirar Transformers en el televisor del sótano. Mis padres hubiesen preferido que leyera libros, pero yo miraba películas tipo The Secret of NIMH y después trataba de actuar las escenas. Los mundos fantásticos e imaginarios fueron una parte enorme de mi infancia. Esa era la grieta para mí cuando era chica, entre las que querían usar maquillaje y las que querían jugar a que eran unicornios.

Mis primeros pasos en la profesión los di escribiendo artículos para revistas semanales, y una obra de teatro, Buddies in Bad Times. Yo escribía para una revista indie de Toronto llamada Kiss Machine, que traía breves historietas, escritas y dibujadas por mujeres. La directora de la revista, Emily Pohl-Weary, hizo una con Willow Dawson y eso hizo que yo me animara a hacer una con mi prima Jillian, que fue Skim.

Mi experiencia me dice que cuando sos artista acá en Canadá, todo el tiempo te estimulan a probar cosas nuevas. Yo nunca me cerré a una única visión de qué era ser escritora, por eso cuando se me dio la oportunidad de escribir una historieta dije que sí. Y haber hecho esa historieta me abrió la puerta a la carrera que tengo hoy como guionista de comics.

Yo venía de escribir para teatro, y a veces también actuaba en obras. El teatro es un medio donde el guion es una parte de la obra terminada, pero no la totalidad. Y mi primera historieta la escribí así, como si fuera un libreto teatral. Describo la acción, pero no cómo se tiene que plasmar visualmente en la página, que es de lo que se encarga el dibujante. Pero la verdad que empecé a estudiar el proceso de escritura de comics cuando empecé a trabajar para DC y Marvel. Ahí me piden que escriba historietas de 20 páginas, que es algo muy diferente. Cuando tenés que hacer que todo encaje en 20 páginas, hay que ser más específico. Hoy en día, lo que más tiempo me lleva es crear la estructura básica y después poblarla de elementos que entren en ese espacio. Para cuando empiezo a escribir, ya pasé un montón de tiempo tratando de decidir dónde va a encajar cada cosa, y así la escritura se me hace mucho más fácil.

Lo que me interesa sobre todo es el desafío. Escribir una novela es un desafío. Escribir en una cantidad de páginas limitada es un desafío. Cuando empezás a escribir está esa idea de que uno escribe para uno mismo. Pero escribir profesionalmente exige una combinación entre hacer cosas para uno mismo y hacerlo para otras empresas. La verdad que escribir para otras empresas y escribir comics de superhéroes es un trabajo alucinante. Me encanta tomar personajes que ya existen y crearles nuevas historias. Mucho del trabajo que hago para el mainstream superheroico está fuera de continuidad, o sea que no necesariamente tengo que conectar mis historias con una narrativa que existe desde antes. Básicamente, me dejan jugar con estos personajes conocidos en situaciones nuevas, que invento yo. Es como que te paguen por escribir la mejor fan fiction que se te pueda ocurrir. A mí me encanta sentarme a trabajar en una historia y pensar cómo la voy a hacer encajar en cinco episodios.

En general, los editores no me llaman para series en las que hay una mitología muy intensa, muy complicada. Deben pensar que no es lo que me sale bien, y la verdad que tienen razón. Yo me siento más cómoda cuando lo que impulsa la historia son los personajes, no tanto la acción. Me pasó que tuve la oportunidad de escribir a X-23. que es un personaje bien de acción, y me divertí mucho, fue todo un desafío llevarla hacia un terreno donde todo pasaba mucho más por el personaje en sí. Con Supergirl, me propuse que el foco estuviese puesto en que se trata de una adolescente, escribirla lo más adolescente posible. Si me tocan personajes que no son adultos, me juego a darles una vida y una voz que encajen con lo que son, con la edad que tienen.

Me encanta escribir sobre adolescentes, porque podés explorar la ideade que la identidad es algo que está en proceso de formación, no es algo que está fijo. Ese es un concepto central para mí a la hora de entender el mundo, especialmente en términos de sexualidad. En mi época de escuela secundaria, la homofobia era terrible. La idea de que te señalaran o te insultaran por ser gay o lo que fuera hoy no es tan potente, o es potente pero de un modo distinto. Eso también me resulta fascinante como tema a abordar. Por eso me parece genial ambientar historias en la escuela secundaria, ahí es donde más podés trabajar este núcleo de la identidad.

Me pasó con Laura Dean Keeps Breaking Up with Me, que fue un aprendizaje total, porque además me tocó trabajar y co-crear la obra con una dibujante como Rosemary Valero-O’Connell que es bastante más joven que yo. La idea era ir más allá de la típica historia de amor, que era lo que mí me interesaba cuando era joven: historias de relaciones, historias de amor. Acá mi idea era tomar una relación romántica y complicarla. No quería que la historia avanzara hacia el punto en que el único objetivo es encontrar el amor y cuando esto se logra, se termina la historia.

Yo vengo de una familia de origen asiático, que vivió muchísimo tiempo en Canadá. Y la verdad que se me complica pensar en la idea de qué cosas me convierten en una persona asiática. Es algo que toma formas diferentes, que se expande todo el tiempo, y eso me gusta. Pero lo que más me gusta es inventar personajes como Nakano (el intendente de Gotham que incorporé a los comics de Batman), que es estadounidense-japonés, pero que no tiene ninguna habilidad específica de las que consideramos «japonesas». Me encanta.

Creo que metí personajes asiáticos o medio-asiáticos en todas las historietas que escribí. Pero no están ahí para ser «el personaje asiático». Son personajes, punto. Si estamos contando una historia en una metrópolis moderna, tenemos que incluir todo tipo de personas diferentes.

 

 

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