Desde Adentro

La realidad es el material más cercano que tenemos. Las historias más impresionantes pueden estar al lado tuyo.

Miguel Gallardo

05/09/2015

| Por Staff de Comiqueando

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makoki_4015_resizeMis primeros pasos fueron en un estudio de animación para publicidad, porque en los ´70 se usaba mucho la animación tradicional. Imaginate, montañas y montañas de acetatos pintados. Entré y me incorporé a una especie de división joven que tenían. Era un estudio en negro, no estaba declarado, de hecho, ni cobrábamos. Nos daban unos mangos para ir a comer, algo más a fin de mes y un par de libros. Vivíamos en la oficina, tenían un par de sofás convertibles y dormíamos allí. El trabajo de animación exigía trabajar toda la noche. Nosotros entramos a limpiar mesas, éramos el escalafón más bajo. Luego ascendimos a pintar planchas, a repasar de vez en cuando, con la gran ilusión de que un día el jefe del estudio, nos enseñaría a animar. Esto no pasó nunca. Pero allí conocí a Juan Mediavilla, que luego fue mi guionista y a Damián Carulla, que luego trabajó con nosotros. Formábamos un grupo, a todos nos gustaba el comic, teníamos 21 años y nos daba igual todo. A mí me agarró una crisis un domingo a la tarde en el estudio, encerrado en el baño. Estaba limpiando ollas y platos y tuve una especie de revelación: “¿Un domingo a la tarde limpiando cacharros? Esto no es lo que quiero hacer”. Y me fui. Alquilamos un piso en Gracia con Carulla y Mediavilla para intentar hacer comics. Dijimos: ¡a ver qué pasa!

0027994dComo no tuve maestros en el comic, mi forma de aprender fue copiar de quien me gustaba. De hecho en Makoki a veces iba cambiando el estilo en una misma historieta porque al final había leído a alguien que me gustaba más. Es una forma de aprender como otra cualquiera. Te fijas sobre todo en cómo resuelven los otros los problemas que a ti te cuestan, encuadres, escorzos. Yo por ejemplo no sabía dibujar piernas, las cortaba. Juanito me obligaba a sacar las manos de los bolsillos, a que se movieran, a hacer perspectivas de calle. Él fue mi maestro, hacía los story y yo dibujaba. Sabía un poco más porque había venido de Burgos donde había hecho un curso de comic. Había dibujado historietas de horror, de calidad cero coma uno, pero era un profesional de lo suyo.

Mis influencia principal fue Elzie Segar, porque es el primero que vi que me saltó a los ojos desde las páginas de una antología, por eso Makoki tiene nariz de Popeye. Después Vázquez, porque entronca con toda la historia visual de España y con la picaresca. Y después Daniel Melgarejo, un dibujante y animador argentino, muy poco en España, pero que vivió aquí en los ´70 y los ´80.

Perro+Nick+PIN+UP1BONALas generaciones anterior de dibujantes seguían un camino tradicional de aprender. Se empezaba en el estudio de alguien que dibujaba historietas, haciendo la tinta o lo que fuera, y así ibas aprendiendo. En mi generación, que era una de transición que vivió los últimos años de Franco, salimos un poco de la nada. Nadie tenía idea del oficio, con lo cual pudimos inventarlo para nosotros todo entero.

Cuando yo llegué a Barcelona en el ´75 ya habia historietistas trabajando. Ellos son los verdaderos fundadores del underground en España: Nazario, Mariscal, Max, Pepichek, Montesol… Ellos son los padres, los que se editaban los tebeos y luego los vendían en la calle, en festivales de música etc. Lo que si hicimos en El Víbora fue consolidar (muy bien, por cierto) una manera de explicar y explicarnos completamente a nuestros antecesores de la generación anterior. Yo, junto a Mediavilla, más todos los autores de El Víbora y luego el Cairo, trabajamos sobre unas bases que ya habían esbozado los americanos y las desarrollamos con un carácter propio.

PRODUCTOS_Periodico_PUBLISH_20120514_es_PAG067_MEDIA_8fbbd77e-4147-4d1c-af3e-77c822ba4f14_low-580x236El nuestro no fue un underground exactamente contestatario: lo que hacíamos básicamente era contar lo que hasta entonces no se podía contar, lo que pasaba en la calle, que en aquel momento era revolucionario. Pero igual pienso que los dibujantes/ artistas/ creativos debemos estar del lado contrario al poder.

9788496815407Hoy ya pasamos la época en la que para hacer comics tenías que ser un dibujante clásico, muy bueno. Lo importante es que el estilo esté en consonancia con la historia que explicas. Si el dibujo va más allá de lo que estás contando, tú distraes al lector de lo que estas explicando; al revés, el dibujo no se puede quedar corto. Guión y dibujo tienen que estar muy bien combinados. Lo que marca la diferencia es el punto de vista personal. Eres tú el que lo está viendo, nadie te lo está contando.

Yo antes que dibujante o ilustrador, me considero narrador. A mí me chiflan las historias buenas. Para contarlas o para que me las cuenten. Y la realidad es el material más cercano que tenemos. Las historias más impresionantes pueden estar al lado tuyo. Pero esto no significa que defienda a ultranza al comic autobiográfico. No porque sea tu historia o sea una historia interesante será la bomba. He leído obras autobiográficas que no valían el papel en el que estaba impreso. No se trata de que sea autobiográfica o no, se trata de contar una buena historia bien contada. Hay una frase famosa, no sé de quién, que me parece muy adecuada, que dice: “Las buenas historias les pasan a quien sabe contarlas”.

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