Desde Adentro

Me acostaba a las tres de la mañana y tenía que levantarme a las siete para ir a trabajar. Sufría la falta de sueño pero me gustaba dibujar. Sarna con gusto no pica...

Motofumi Kobayashi

23/08/2013

| Por Staff de Comiqueando

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genbun-00A mis 27 años, yo estaba casado y la familia había aumentado con el nacimiento de mi primera hija, por lo que tuvimos que mudarnos de nuestro antiguo departamento de una habitación a otro con dos habitaciones. Yo llevaba tres años trabajando en la supervisión y el mantenimiento de los contenedores frigoríficos y las grúas para contenedores en la Terminal de Comercio Exterior. En otras palabras, era un operario de mantenimiento. El trabajo en el exterior era duro, aunque la reparación y el examen del sistema de control automático de los contenedores frigoríficos era divertido y pensaba que era mi vocación, así que seguí allí durante diez años hasta que me hice autónomo a los 35.

Mi primer trabajo como dibujante fue a los 24 años con Doitsu Kiko-gundan (Cuerpo Panzer), realizado junto con Ritta Nakanishi y publicada por Rippu Shobo. Después vino Sensha (Tanque), un volumen de la serie de atlas ilustrados X-Zukan de la editorial Gakken y que fue mi primer trabajo a blanco y negro y cuatricromía (dibujos a color). En Doitsu Kiko-gundan empecé a colaborar en la historia desde el borrador en el que se hace la composición (tabla con la estructura de los contenidos de cada página). Gracias a esta tarea, Ritta Nakanishi me enseñó el proceso de maquetación de un libro, algo que después me sería de gran utilidad cuando me encargué de hacer revistas.

Peiper+in+the+comic+'Warriors+in+Flame'+by+Motofumi+Kobayashi1A punto de cumplir los 30, tuvimos la inmensa suerte de que nos tocara una vivienda municipal por sorrteo, así que nos mudamos a un piso recién construído con tres habitaciónes, donde nació nuestra segunda hija, que hoy en día ya es madre de dos niños.

Los días en los que no tenía turno de servicio volvía a casa alrededor de las ocho de la noche y me ponía a dibujar durante tres o cuatro horas a partir de las once, después de haber acostado a las niñas. Cuando quería acostarme, eran las tres de la mañana y tenía que levantarme a las siete para ir a trabajar. Sufría la falta de sueño pero me gustaba dibujar, así que sarna con gusto no pica.

En mis primeros años como mangaka, los pagos se realizaban mediante cheques. El pago se indicaba con una línea diagonal en el anverso que significaba que el ingreso se haría efectivo seis meses después. Cuando uno quería conseguir antes el dinero, iba a tiendas de dudosa reputación especializadas en canje de cheques o conseguía un aval del emisor en el reverso e iba al banco a convertirlo en efectivo.

Doitsu Kiko-gundan, mi obra debut en Rippu Shobo, superó las 20 reimpresiones. Con Ritta Nakanishi como representante, solicité varias veces el pago de los derechos de autor a la editorial, pero nunca me los pagaron. Tan sólo los del principio.

230px-CatShitOne80_vol1_coverMi asesor fiscal fue, en su juventud, un talentoso dibujante que, lamentablemente, abandonó el manga y regresó a su Shizuoka natal por diversas circunstancias. Su hija siguió sus pasos y de hecho le dio una alegría al hacerse dibujante de manga profesional. Un manga de esta hija de mi amigo se publicó en Europa. Cuando le pregunté cuánto le habían pagado, ella me dijo que no había recibido nada en concepto de derechos de autor; es decir que la editorial japonesa no le había pagado ni un yen. Se lo comenté al director de Ediciones Glénat (hoy EDT), la editorial que se encarga de la traducción y venta de mis mangas en España, y me preguntó que clase de editorial era. Cuando se lo comenté a mi amigo de Shizuoka, me respondió con evasivas que era asunto de su hija. ¡Ese es el problema!

En lo referente a los derechos de publicación en el extranjero, la editorial japonesa que recibe la oferta y la agencia que lo gestiona se llevan de un 40% a un 50% de los derechos de autor y el resto va a parar al dibujante. Sin embargo, el porcentaje de estos derechos los fija arbitrariamente cada editorial. No es un acuerdo que hayan convenido el autor y la editorial. En otras palabras, es el propio autor quien tendría que hacer un contrato para explotar los derechos de la edición internacional de su obra. Así que recomiendo a mis compañeros firmar contrato directamente con los editores europeos, como hice yo con Glénat en España.

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