Desde Adentro

¿Qué tal? Me llamo Ramón y me gusta dibujar. De hecho, no sé hacer otra cosa. Ya de pequeñito pintaba y garabateaba todas las libretas y libros que caían en mis peligrosas manos infantiles. En la escuela me tenían por el dibujante de la clase junto con otro compañero al que yo envidiaba de veras sus precarios aunque divertidos chistes.

Ramón F. Bachs

20/12/2007

| Por Javier Hildebrandt

1 comentarios

Ramón F. Bachs


¿Qué tal? Me llamo Ramón y me gusta dibujar. De hecho, no sé hacer otra cosa. Ya de pequeñito pintaba y garabateaba todas las libretas y libros que caían en mis peligrosas manos infantiles. En la escuela me tenían por el dibujante de la clase junto con otro compañero al que yo envidiaba de veras sus precarios aunque divertidos chistes. En esa feliz y despreocupada época yo leía muy pocos comics, es decir, si descontamos los clásicos Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape de la desaparecida editorial Bruguera.

Zipi y Zape


Debo decir que mis padres tenían (y tienen) una pequeña librería donde yo me refugiaba, repasando antes que nadie las primeras ediciones de Tío Vivo, Pulgarcito y Mortadelo. Esa era una gran ventaja para un chaval aficionado a la historieta.

Recuerdo con cariño los días que pasaba enfermo, como cualquier otro crío, leyendo y releyendo todos estos tebeos, incluso me los llegaba a aprender de memoria.

De más mayor, recuerdo que mis tíos me traían comics cuando venían de visita. Eran números sueltos de Spiderman, los Vengadores y Star Wars de Marvel, pero nunca me llegué a aficionar tanto como para comprar por mi cuenta todos los episodios atrasados. ¿Qué queréis?… tampoco tenía capital para ello… Así que nunca leí demasiados superhéroes de pequeño.

«Manticore», con guiones de Josep Busquet


Cuando entré en el instituto (o secundaria) dejé casi por completo la lectura de comics y me aficioné a la musica rock progresiva y los libros de fantasía épica (qué típico, ¿verdad?). Aún asi, seguí dibujando en los libros de texto. Los únicos tebeos que recuerdo de esa época fueron las ediciones de Forum de La Espada Salvaje de Conan, en blanco y negro, con contenido semi-adulto. También descubrí (demasiado tarde, quizás) la editorial Toutain, que desaparecería en pocos años con la muerte de su propietario, Josep Toutain. Recuerdo los comics de tono Ci-Fi de Richard Corben, Berni Wrightson, Das Pastoras, Miguelanxo Prado, etc. Aquí es cuando definitivamente me di cuenta de que lo que me gustaba era contar historias con dibujos. Recuerdo con orgullo y vergüenza a la vez mis primeros intentos de conectar más de dos viñetas seguidas, intentos fallidos, por supuesto. Mi dibujo era torpe y no sabía nada de tecnica ni materiales. Llegué incluso a dibujar viñetas por separado y pegarlas todas en un papel, como si se tratara de un puzzle!

Entre una cosa y la otra, llegué al punto dramático en que un alumno de secundaria debe decidir qué carrera estudiar. Qué decir tiene que estaba muy confuso: lo único que me interesaba era la historieta y la opción que tenía era Bellas Artes, pero sabía que no estudiaría aquello que me gustaba.

«Joker – Mask», con guiones de Henry Gilroy


Pero, ah, día feliz… en un Saló del Comic ( creo que del ‘91 o ‘92 ) descubrí un stand de la Escuela de Comic Joso. Una escuela de comic, y estaba en Barcelona!! Mis padres me apoyaron plenamente y me apunté a la misma. Aquí empieza un capítulo feliz de mi vida: redescubrí los comics, conocí a futuros amigos, entre los cuales estaban compañeros y profesores, y lo más importante… mejoré considerablemente en mi dibujo. En la Joso pasé cinco años, los mejores de mi vida. Colaboré en fanzines y conocí a Josep Busquet y J.M. Polls, mis dos guionistas preferidos, mis dos únicos guionistas en España, a decir verdad. Con Busquet recuperé un personaje que tenía de pequeño llamado Manticore, una chica llena de problemas en un mundo fantástico; con Polls trabajé por primera vez de manera profesional en la editorial Planeta-DeAgostini.

Recuerdo con alegría la visión emocionada de mi primer comic oficial: Manticore, de Camaleón Ediciones. Apareció en uno de los primeros salones del Manga de Barcelona, en el año ‘96. Fue una sensación extraña… tener aquel pedazo de papel en las manos fue como acunar a un hijo. Nunca creímos Busquet y yo que llegaría a tener más repercusión que la que nos imaginábamos, por eso seguimos adelante haciendo crecer a nuestro niño pequeño (nuestra niñita Manticore). No nos importaba demasiado cobrar poco dinero o no cobrarlo, lo haciamos por pura diversión. Nos lo pasamos en grande tres años, luego yo tuve que marchar para las Américas. También es mala pata que me surgiera la oportunidad cuando por fin nuestro trabajo empezaba a ser reconocido en España y estábamos a punto de comenzar un proyecto nuevo para Norma Editorial. Me siento un poco culpable, a decir verdad. Por fin iba a vivir de lo que me gustaba, pero Busquet se iba a quedar sin poder realizar el proyecto.

El futuro para un dibujante de historieta es oscuro, siempre ha de estar peleando para trabajar, es realmente duro mantenerte siempre al pie del cañón. Pero me gusta, y como dije antes, la alternativa no es una opción, no sé hacer otra cosa, qué queréis que os diga…

Para mí, el futuro es seguir trabajando, ya sea en Star Wars o en otra cosa, y quizás continuar con Manticore no esté tan lejano o imposible, al fin y al cabo…

No te pierdas el Desde Adentro del nuevo número de Comiqueando Extra!

Compartir:

Etiquetas:

Dejanos tus comentarios:

Un comentario