Doble Desafío

A partir de los años '50, con el auge del arte pop, la presencia de recursos propios del mundo de la historieta en el campo de las artes visuales se ha hecho cada vez más común al punto que hoy en día nos es totalmente familiar encontrarnos con estas herramientas expresivas como elementos compositivos en producciones artísticas de todo tipo.

La permeabididad entre Arte e Historieta

21/08/2011

| Por Francisco Lobo

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A partir de los años ’50, con el auge del arte pop, la presencia de recursos propios del mundo de la historieta en el campo de las artes visuales se ha hecho cada vez más común al punto que hoy en día nos es totalmente familiar encontrarnos con estas herramientas expresivas como elementos compositivos en producciones artísticas de todo tipo. Este «empapado» de historietas se ha visto increíblemente ampliado por el fenómeno de la globalización que nos acerca de forma inmediata estéticas de diversas partes del mundo, como para expandir nuestro repertorio visual y relacionarnos así con estilos occidentales y orientales.

La viñeta original y «Forget It! Forget Me!» (1962)


Todo esto ha facilitado la permeabilidad de la frontera entre arte e historieta lo que ha generado casos, tanto de historietistas como de artistas, donde esa frontera es muy borrosa y surge como resultado un estilo híbrido de estos dos mundos.

Por supuesto que aun hoy, empezando la segunda década del Siglo XXI, todavía existen cerebros con mentalidades dignas de la época del iluminismo (en el mejor de los casos) cuando no directamente propias del oscurantismo medieval más salvaje. Son estas cabezas las que aún albergan la concepción del Arte como aquella práctica «sublime» abanderada de los ideales más excelsos y nobles, con discursos grandilocuentes que deben replantearnos grandes temas a lo «Ser y Tiempo» de Heidegger. Por supuesto que el «comic» o la «historieta» no tiene nada que hacer en el terreno de las «bellas artes» cuando la verdad es que hoy por hoy grandes capos de las Artes Visuales (muchachos, es el término que corresponde) no dudan en reconocer cuánto le deben a las viñetas que tanto los apasiona (igual que a uno, no?)

Probablemente uno de los casos testigo más obvio sea Roy Lichtenstein quien a finales de la década del ’50 se dedicó a reproducir imágenes de historietas a gran escala para mostrarnos (entre muchas otras cosas) las marcas del offset de impresión. ¿Afano a mano armada o capo total? En lo personal no me importa en lo mas mínimo. Roy y su onda comiquera han sido totalmente legitimados por el circuito del arte, abriendo un poco la cancha a futuras generaciones que sabrán hacer delicias con el tan de moda recurso de la «cita», cosa que a los fundamentalistas de la «mano maestra» o «virtuosismo renacentista» les sacará canas verdes.

«Hiropon» ? 1997 y el padre de la criatura.


Como explicaba a principios del texto, las reglas del juego creativo han evolucionado hasta nuestro días y el «aura» de las obras que propone Walter Benjamin en su «El Arte en la era de la reproductibilidad técnica» por suerte ha muerto y si bien la habilidad manual seguirá siendo importantísima, necesita ir respaldada de un conceptualismo trabajado.

Este fenómeno de permeabilidad entre Arte e Historieta no es exclusivo de Occidente: se imaginarán que una cultura como la japonesa, con los niveles de producción-consumo comiquil que tiene nos propone sus propios casos de estudio.

De entre la infinidad de artistas posibles usemos a Takashi Murakami de ejemplo. El utiliza la iconografía más explotada del Manga y del Animé (chicas tetonas con pelos de colores y ojos grandes por ejemplo) para realizar sus piezas que al ser insertas en el mundo del Arte se consagran automáticamente; de hecho Murakami hasta inventa la corriente artística del Poku (Pop + Otaku), cosa que no hace más que reafirmar lo innegable que es su arte.

New Avengers #26 de Maleev -2006- y «El Beso» de Gustav Klimt -1907-1908-


Pero de esta dualidad Arte ? Comic no sólo se alimentan las Artes Visuales. Son, de nuevo, miles los ejemplos testigo que podríamos tomar pero nos remitiremos esta vez a uno sólo: Alexander Maleev uno de los pesados de la barrabrava del equipo «referencia fotográfica» en los comics de hoy en día, cosa que le ha valido tanto detractores como admiradores (anotame en lo segundo).

Recuerdo mi agradable sorpresa al encontrarme en una de las paginas de New Avengers #26 a Wanda Maximoff y a Clint Barton en pleno mimoseo rodeados de texturas arabescas como si de un cuadro simbolista se tratase, ¡y de hecho es así! Es una alusión directa a Gustav Klimt, pintor austríaco de finales del Siglo XIX.

Espero que estos ejemplos sirvan para desmitificar la idea de que Arte e Historieta pertenecen a mundos distintos que no se tocan (o no deben tocarse), que se deben muchísimo el uno a la otra y que hoy por hoy se complementan tan bien que prácticamente conforman un mismo fenómeno. Exposiciones como la de Liniers en el Centro Cultural Recoleta o la de Art Spiegelman en el Museum of Modern Art de New York también sirven de ejemplo de esta simbiosis considerando a estas salas de exposiciones como lugares clave de legitimación artística.

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