-Bueno, amigos- arrancó el felino detective del plagio comiquero y aledaños,- ya todos expusieron sus casos y fueron contundentes. Ahora, antes de contarles cómo vamos a proseguir, voy a contarles una breve historia. No, no me miren así, no consumí ninguna droga- hoy,- necesito contarles esto para que entiendan qué va a pasar.
La hija de Jack Kirby, el nieto de Alex Raymond y el hijo de Jean Claude Mezieres miraban al gato intrigados, resignados a tener que pasar por sus caprichos para conocer la resolución del caso, para que definiera quién podía hacerle juicio por plagio a George Lucas, en clara violación al copyright de las obras de sus parientes, a lo largo de su saga Star Wars… y McCurro salía con una historia.
-Estamos en el Japón feudal, donde Tahei y Matashichi, dos campesinos codiciosos regresan a su hogar, tras haber fracasado en obtener ganancias de una guerra entre clanes vecinos. En el camino encuentran los restos de una tribu derrotada, que consiste principalmente en un famoso general y una princesa, escondidos en una fortaleza en las montañas. El General Rokurota Makabe y la Princesa Yuki necesitan escapar a territorio aliado con una gran provisión de oro para poder reconstruir su devastado clan. Los campesinos aceptan ayudarlos, engañados con la promesa de que les darán gran parte del oro cuando lleguen a destino. Durante el camino, las habilidades del General se verán puestas a prueba porque debe guiar a los cuatro – luego cinco, cuando se les une un esclavo liberado,- a través de las fuerzas enemigas que los persiguen y para atravesar situaciones de alto riesgo en las que- generalmente- los meten los campesinos avaros. ¿Qué tal? -remató el gato.
-¿Eso es todo?- se enojó Juan Claudio.- ¿Termina ahí?
-No, no les quiero spoilear el final. ¿A qué les sonó la historia?
-Bueno- arrancó Lisa en su castellano con dejos de inglés,- si la Princesa es Leia y el General Kenobi…
-Exacto- la cortó McCurro.- Lo que les conté es una síntesis de ‘The Hidden Fortress’, película japonesa con Toshiro Mifune, dirigida por Akira Kurosawa en 1958, La Fortaleza Escondida. Es una de las películas favoritas de George Lucas, un jidaigeki, o “drama de época” y claramente es una de las bases de Star Wars. También lo son otros jidaigeki de samurais de Kurosawa, como Yojimbo, de 1961, que tiene una secuencia en una cantina idéntica a la de Episodio IV. El personaje de Mifune le rebana el brazo a un fugitivo agresivo, como Obi Wan a ese con nariz de chancho que se hace el malo en la cantina de Mos Eisley. De hecho, Lucas le dijo al dibujante de conceptos de la película, Ralph McQuarrie, que la máscara de Vader debía ser como el casco de un guerrero medieval japonés. Después lo mezclaron con el simbolismo nazi y quedó esa belleza que mete miedo.
Pero volvamos a Lucas y sus influencias- retomó el detective,- y vamos más atrás. Kurosawa, que era un ídolo viviente para Lucas, se venía inspirando en los westerns norteamericanos, por lo que no es de extrañar que un personaje como Han Solo parezca salido de una película de cowboys. Botas de cuero, chaleco, arma en la cadera… de hecho, la escena en la que le dispara a Greedo desde abajo de la mesa es casi igual a una del spaghetti-western de Sergio Leone de 1966, El Bueno, el Malo y el Feo, que además está choreada del western de John Ford, Cheyenne Autumn, de 1964, que acá se estrenó como El Gran Combate. Está corroborado que Lucas les mostraba Érase una Vez en el Lejano Oeste, otro western de Leone, del ’68, a todo el equipo para explicarles qué onda quería darle a la película. La entrada inicial de Darth Vader es igual a una que hace el personaje de Henry Fonda, caminando entre el humo y los muertos de la masacre que él ordenó. Hay toques de western por todos lados, hasta el ruido a espuelas cuando camina Boba Fett.
Muchos elementos en el plot de Star Wars parecen sacados del segundo film de la trilogía del Oeste de Leone, Once Upon a Time…The Revolution o A Fistful of Dynamite o acá, ¡Agáchate, maldito!, del ’71... Así es, Lisa, las traducciones al castellano apestan, pero el título original es ‘Giù la testa’, así que convengamos que el título yanqui tampoco es muy fiel. Pero el robo más claro a los westerns es la escena cuando Luke vuelve a la casa de los tíos y los encuentra muertos. Está calcada de una escena de la película The Searchers, de Ford en 1956, Centauros del Desierto, en la que el personaje de John Wayne vuelve a la casa de su hermano (que se llama Lars, como el apellido de los tíos) y encuentra que asesinaron a toda la familia.
-Pero…
-¡Cht! No me interrumpa- McCurro cortó en seco a Raimundo Pérez Raymond.- Yo los dejé hablar, ahora me escuchan en silencio. Cuando termine, opinan. Y como estamos hablando de las ‘influencias’ de Lucas, tenemos que nombrar sí o sí, 21-87, el poema hecho película que hizo Arthur Lipsett, sobre la relación entre el hombre y la máquina, a partir de pedazos de material periodístico descartado, sonidos sacados de contexto y que le volara la cabeza a George, quien aseguró haberla visto más de treinta veces. Esto fue lo que lo convenció de que la edición era tan o más importante para la peli que el guion o la dirección, y como homenaje a Lipsett mete el número 2187 en todos lados, como les conté cuando exponía Lisa.
Pero su amigo Francis Ford Coppola leyó el primer borrador de 1973, cuando todavía era un serial y en seguida le dijo que era un afano a La Fortaleza Escondida de Kurosawa. Entonces, George buscó otras fuentes de inspiración y se acordó de los libros y los comics que adaptaban las historias de Edgar Rice Burroughs, John Carter from Mars. Hay nombres como los banths, unas bestias muy parecidas a los banthas de Star Wars, o los insectos asesinos que se llaman Sith. El diseñador de trajes de El regreso del Jedi confesó que el famoso bikini dorado de Leia es un achaco de los diseños usados por Dejah Thoris, del Princess of Mars de Burroughs.
En la saga de libros de Marte de Burroughs hay una realeza llamados jeddaks y jeddaras, lo que suma bastante si hablamos de caballeros, pero la siguiente fuente de la que ‘bebió’ George es la obra de Joseph Campbell que le demostró que en muchas culturas, las leyendas y los cuentos fantásticos seguían el mismo patrón. Y les leo: “Para cuando estaba hacienda el tercer borrador leí ‘El Héroe de las Mil Caras’, y me di cuenta que estaba siguiendo esas reglas inconscientemente. Entonces dije, ‘voy a hacer que encaje más en ese molde’. Hay toda una generación creciendo sin ningún tipo de cuento fantástico, y los chicos necesitan cuentos fantásticos”, entonces se abocó a que Star Wars siguiera cada paso del ‘viaje del héroe’, tal cual lo describe Campbell. No se los voy a explicar ahora, pero créanme que encaja perfecto. El turro dijo: “Si no me hubiese cruzado con eso, hoy seguiría escribiendo Star Wars”. Y Lucas se copó metiendo cosas místicas, más fantasía en la ciencia-ficción, y Obi-Wan se alejó del samurái de Mifune y se acercó al Don Juan de las Enseñanzas de Carlos Castaneda, de donde sacó líneas calcadas para Yoda. Y aumentó el rol de la fuerza y la religión Jedi…
A medida que el guion avanzaba, Lucas llamó a su ilustrador McQuarrie para que le ayudara a darle onda a sus mundos. Sus ideas para el diseño de la película eran solamente referencias a otras películas. “Quiero el Rick’s Café Américain de Casablanca pero con alienígenas”. La arquitectura del norte de África ya la tenía (filmaban en Túnez), y metió refugiados, fugitivos, fumando y escuchando a la orquesta, mientras buscan una forma de pasar la ocupación militar. En la primera Star Wars iba a aparecer Jabba the Hutt, pero cortaron esa escena, y este mafioso está diseñado a partir del rival de Rick, el Signor Ferrari, ambos gordos del bajo mundo, traficantes inescrupulosos, y -en los bocetos- Jabba, usaba un fez idéntico al de Ferrari. Lucas era fan de Casablanca y se le escapa en detalles: salir en barco de esa ciudad cuesta 15.000 francos, mientras que en Star Wars, Obi-Wan le promete a Han 15.000 créditos para que los lleve a Alderaan.
Otra de sus películas favoritas que se puede ver en Star Wars es Lawrence of Arabia, de 1962, principalmente en las tomas en Tatooine, donde actúa una de las estrellas de esa película, Alec Guinness. Para los efectos visuales, George contrató a un montón de artistas que trabajaron con Stanley Kubrik en 2001: A Space Odyssey, otra película fetiche del director. Un homenaje claro es la nave Ubrikkian Landspeeder 9000 Z001, que se puede leer como Kubrickian, HAL 9000, y 2001, todo junto. Claramente sin la revolución de la ciencia-ficción que significó esta película, Star Wars no sería lo que es. No hubiese existido, Hollywood nunca le hubiera dado luz verde. Con respecto a los droides, Lucas dijo: “Le mostré a Ralph la robot de ‘Metrópolis’ y el de ‘Silent Running’,- ‘Naves Misteriosas de 1972- y le dije que quería algo como esto”.
Todas sus ideas son referencias a otras películas o a cosas pre-existentes. Para Chewbacca ofreció como ‘modelo’ a su perra Indiana, una malamute de Alaska, y también hay cosas sacadas de Dune, la novela de Frank Herbert de 1965, para no hablar de las películas de guerra. Desde Apocalypse Now –que Lucas estuvo años desarrollándola pero nunca pudo dirigir, de donde sacó la idea de un imperio con alta tecnología que persigue a un grupito de rebeldes-, hasta la imaginería de las grandes guerras, como los Stormtroopers de las fuerzas alemanas, o el Destructor Imperial, basado en la Gran Flota Blanca de Teddy Roosevelt.
La tercera parte de la película está armada con pedazos de escenas de viejos documentales y films bélicos como The Battle of Britain, The Bridges at Toko-Ri, Tora! Tora! Tora! y principalmente The Dam Busters- explicó McCurro.- Lucas grababa estas películas bélicas y después elegía tomas para calcar con sus naves. El final de esta Misión de Valientes, de Michael Anderson, de 1955, es tal cual la escena de la destrucción de la Estrella de la Muerte, pero contra un dique. Incluso contrató al mismo cameraman para recrear la escena tal cual.
-Por favor, inspector- dijo la hija de Kirby,- nos paseó por toda la historia del cine, ¿qué tiene esto que ver con lo robos a las obras de nuestros parientes?
-Bueno,- retomó el gato,- en 1975 Lucas dijo- les leo textual- y agarró un papel de una pila del escritorio- “Star Wars se construyó sobre muchas cosas que vinieron antes. Esta película es un compendio de todos esos sueños, usándolos como una historia para crear un sueño nuevo”.
-Sí, ya- saltó Juan Claudio Mezieres enojado.- Lucas le choreó a Kurosawa, a los westerns, a las películas bélicas, a Casablanca, peo nos robó a nosotros. Es claro que tomó cosas de Kirby, es obvio que le robó a Valerian, y es evidente que no existiría si no es por lo que tomó de Flash Gordon. Ahora, el tema es ¿cómo procedemos? ¿qué acciones legales tomamos contra este delincuente serial?
-A ver, mi querido Mezieres… me parece que hay algo que no entendiste. Si yo me pongo a tocar el violín exactamente igual que un violinista famoso, le calco hasta el último movimiento y grabo un disco nota a nota, voy preso. Ahora, si yo tomo el violín, un pianista famoso, el mejor trompetista, no sé, un contrabajista de fama mundial, y armo una orquesta del carajo, ninguno de los músicos puede decirme nada, porque yo no lo estoy afanando directa y completamente a él, yo uso su trabajo para hacer algo más grande, mejor, más completo, diferente, ¿se entiende?
-Pero ¿usted nos está diciendo que Lucas no afanó directamente a las obras de nuestros parientes?- saltó Raimundo.
-Exacto. Si Lucas hubiera afanado SOLAMENTE a Flash Gordon, o solamente a Valerian o solamente a los New Gods, o solamente a Casablanca, ponele, ahí sí, Star Wars es un afano y le podemos sacar hasta los calzones. Pero lo que hizo este tipo es una alquimia, una mezcla tan brillante y poderosa que tiene de todos lados y por ende no tiene de ninguno. El pastiche que armó es tan perfecto que ninguna de sus partes puede reclamarle nada, porque todo está contaminado por otro achaco. Las notas musicales de la orquesta se entremezclan formando un sonido que no es igual a ninguna melodía de las que pueden tocar los instrumentos por separado. Es algo completamente nuevo que al mismo tiempo hace referencia a muchísimas cosas geniales que ya existían de antes. Es una de ciencia-ficción, es un western, es bélica, es un cuento de hadas, es una de samuráis, es un comic fantástico, es una telenovela, es un panfleto new-age, es un homenaje a todo y un robo claro a nada.
En pocos minutos, la sala quedó vacía. El inspector sentado en su sillón, los saludó y los vio partir de a uno, cabizbajos y tristes. Se clavó un vaso de ginebra y discó un número de teléfono que leía de una agenda.
-Hola, George. Soy yo, McCurro. Todo listo, te cociné el asunto. No te preocupes, eh, por este frente ya está todo solucionado, papá. Sí, sí, lo entendieron, se cerraron los tres casos. Listo, depositame en la cuenta como quedamos y dale para adelante. Buenísimo, chau, George, que la Fuerza te acompañe…- y cortó.
Agarró las carpetas de sus clientes y las tiró a un tacho de basura metálico, las mojó con ginebra y se prendió un pucho. En vez de apagar el fósforo lo tiró al cesto y se quedó viendo la fogata. Le cayeron lágrimas por los ojos, pero él se decía que era por el humo…
The end.
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