Geoff Johns ha logrado lo imposible: que prácticamente la totalidad de los lectores de DC, fans de antaño y newbies, tengan esperanza de que de ahora en adelante las cosas van a cambiar para mejor. Y lo mejor de todo es que lo logró con solo 80 páginas, las cuales ni siquiera constituyen un comic magnífico, son apenas un esbozo muy bien presentado de lo que se viene. Pero hay tanta pasión en esas 80 páginas, tanto amor por la historia de esta editorial, tanto reconocimiento y homenaje a artistas, editores, personajes y sagas clásicas, tanto cariño por aquellas historias que supieron emocionarnos años atrás, que resulta imposible no otorgarle el crédito que nos exige esta movida, máxime cuando la narración gráfica corrió por cuenta de cuatro luminarias de enorme talento que evidentemente encontraron en la trama la inspiración necesaria para sacar lo mejor de sí. Gary Frank, Ivan Reis, Phil Jimenez y Ethan Van Sciver son los artífices de este festival nostálgico que recupera el espíritu original de la editorial y vuelve a poner a DC Comics en la cima de los rankings de ventas.
Por primera vez desde hace años quien escribe estas líneas vuelve a estar emocionado con una movida marketinera de estas características, y los motivos son varios. Las ventas los últimos dos años no han acompañado a DC, y esto no necesariamente significa que dentro de su oferta no tuvieran un puñado de series de una calidad significativa, pero lo cierto es que muchas veces lo que en un principio parece una muy buena idea termina haciendo agua cuando no encuentra un marco de contención adecuado. Ante la pérdida de rumbo luego del último reboot editorial que se disparó producto de la miniserie Flashpoint, la movida DC You a muchos nos pareció que era DC queriendo parecerse a Image, algo que, lejos de emocionar al fan promedio, se parecía más a un manotazo de ahogado para detener la caída de ventas.
DC no es Marvel, que parece funcionar mejor cuando tiene una rígida estructura que la contiene, ni tampoco es Image, donde hay una apuesta fuerte por bancar equipos creativos fijos durante años si la serie funciona de la mano de una animosidad latente por apostar a nuevos proyectos con radicales propuestas. DC es DC: tiene su propia historia, su legado, sus íconos sostenidos en décadas de aventuras, complejas, enormes, cósmicas o microscópicas, muchas de ellas risibles y otras impregnadas de un profundo drama humano que te cala hasta los huesos. A la distancia se hizo evidente que fue un error haber intentado borrar de un plumazo medio siglo de aventuras en pos de ofrecer un universo mucho más manejable para el lector novato, más compacto y cerrado, más sencillo de asimilar. El lector de DC no quiere estructuras y no está particularmente interesado en que se ordene la cronología, y disfruta de la convivencia del universo común siempre y cuando no se abuse de la misma.
En DC Universe Rebirth, Johns nos devuelve la magia perdida, y lo hace de la mano del personaje más importante de la editorial: Barry Allen. Mis mayores respetos a la Santa Trinidad, pero una vez más es el velocista escarlata el que va a comenzar a desenmarañar este épico misterio con la ayuda de, eso sí, el mejor detective del mundo. Fue Barry el que desencadenó los eventos que terminaron depositando a toda la editorial en los New 52 y será él, ahora, gracias al regreso de su sobrino, el que oficiará como guía de esta nueva era, tal y como pudimos apreciarlo en el one-shot The Flash: Rebirth, con guión de Joshua Williamson y dibujos de un enorme Carmine Di Giandomenico que tuvo la delicadeza de tomar una viñeta puntual y fundamental de Phil Jimenez en el one shot de Rebirth y calcarla para lograr el impacto deseado en la narración. Y estos detalles preciosos son los que me dan la certeza de que cuando Johns me cuenta que se está reuniendo con cada uno de los guionistas de las series regulares para constatar que las tramas de cada título respondan a esta iniciativa editorial, me dice la verdad.
Pero además lo leo en las series, hay un halo familiar, nostálgico y a la vez fresco en la totalidad de los títulos que han salido a la venta hasta el día de hoy. Antes del especial de Johns, el mundo había “perdido” a Superman, pero los lectores fuimos testigos preferenciales de lo que ocurrió de verdad: el héroe más grande de DC se sacrificó para acabar con una amenaza casi tan poderosa como él, y vimos su cuerpo reducirse a cenizas… y sin embargo otro poderoso personaje con rasgos similares a los de Kal-El hizo su aparición en ese trágico momento, vistiendo de negro y portando el símbolo de nuestro héroe y una barba de días, detalles que referencian a sagas del Superman clásico que supimos conocer y leer previo a la movida del New 52. Y como si eso no fuera suficiente, ante un mundo carente de su más grande héroe, cuatro personajes van a reclamar ese puesto y homenajear al difunto portando su emblema. ¿Les suena conocido este plot?
Un Luthor con una armadura, un Superman del lejano Oriente, Superwoman y Supergirl serán los encargados de llevar adelante este legado mientras el misterioso Superman barbudo, en el especial Superman: Rebirth, obra de Peter J. Tomasi y Doug Mahnke, tiene un encuentro con Lana Lang y juntos intentarán resucitar al desafortunado kryptoniano caído en batalla. Luego será el turno de Dan Jurgens, infaltable para este regreso a la gloria de la editorial, quien estará a cargo del guión de la Action Comics n°957, y acompañado por los lápices de Patrick Zircher ahondará en el accionar de este Luthor devenido en héroe de Metrópolis y -lejos de atar cabos sueltos- nos presentará un panorama aún más complejo signado por viejas y letales amenazas.
Hay más especiales de Rebirth que valen la pena, pero los guardo para una próxima entrega de Maldito Mainstream que prometo para muy pronto.
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