Young Animal es un experimento raro, lo mires por donde lo mires. Es una apuesta arriesgada de DC Comics para abrir el juego con otro sello editorial con un perfil muy parecido al de Vertigo pero con un par de características distintivas: serán comics con una orientación “madura” pero que utilizarán personajes tradicionales del DCU, o en su defecto actualizaciones de creaciones clásicas, razón por la cual aún cuando el sello tendrá su propia cronología, no quedarán exentos futuros crossovers entre estos personajes y los popes del sello madre. Sin embargo, lo que más llama la atención de Young Animal es la participación de Gerard Way no sólo como guionista del título insignia -el que motivó esta reseña, por cierto, Doom Patrol-, sino como consultor y editor de toda la línea. De hecho, en la presentación de este sello en la San Diego Comic Con de este año el mismo Jim Lee advirtió que esta línea sólo existe gracias a este artista, y cuando el mismo desee desentenderse de la misma, desaparecerá. Así de sencillo.
¿Y quién cornos es este tal Gerard Way? No deberías alarmarte si el nombre no te suena, ya que claramente es un artista mundialmente conocido pero no necesariamente por su relación con el mundo de la historieta. Way fue fundador y vocalista de un grupo de rock que brilló durante la década pasada y respondía al gótico nombre de My Chemical Romance.
Sin embargo lo que pocos saben es que una de sus primeras pasiones fue este medio, el comic, al punto que estudió y se graduó en la School of Visual Arts de New York con el firme objetivo de hacer una carrera en el mismo. Las cosas no salieron como él las planificó y lamentablemente tuvo que hacerse millonario y famoso en el mundo del rock, lo cual de todos modos a largo plazo le permitió, por fin, dar sus primeros pasos como guionista en un sello editorial de peso como Dark Horse, con dos mini-series de The Umbrella Academy. Este proyecto tuvo tan buena recepción que incluso cuenta, al día de hoy, con una edición argentina de la mano de la editorial Utopía, además, claro está, de que en EEUU vendió como la concha de la lora y hasta se llevó un Premio Eisner.
Al ser un fan confeso de Grant Morrison –al punto tal de invitarlo a participar en dos de los videos de su banda de rock, interpretando a un villano- y cargando con esa impronta del “rockerito que además escribe bastante bien”, luego de un par de reuniones con Jim Lee, Dan Didio y Jaime Rich (actual editor de Vertigo), juntos pudieron darle forma al plan editorial de los primeros meses de lo que terminaría siendo Young Animal, un lanzamiento casi simultáneo de cuatro títulos: la ya mencionada Doom Patrol, Cave Carson Has a Cybernetic Eye, Mother Panic, y una re-versión de la clásica Shade, the Changing Man titulada Shade, the Changing Girl.
Lo prometido es deuda, dicen algunos que claramente no forman parte del PRO, y el amigo Way cumplió exactamente con lo que prometió: esta nueva versión de la Doom Patrol es un enorme y hermoso homenaje a los mejores momentos de sus versiones previas, y sin haberle echado el ojo aún al resto de los lanzamientos de esta línea (salvo el primer número de Shade, the Changing Girl) puedo asegurarte que este sub-sello, mientras dure, se va a tornar una lectura imprescindible para aquellos que andan en busca de algo atípico, raro y que vaya por los márgenes de la línea editorial mainstream.
Con muy pocos elementos pero mezclados de forma acertada, Way nos construye un relato repleto de misterio, incongruencias y sinsentidos, y se da el lujo, además, de presentar un primer número impactante y aturdidor pero que prácticamente carece de la presencia de la Doom Patrol per se, y sin embargo se fusiona al universo de la misma de manera orgánica y natural. Terminamos de leer cada uno de los números que ya han salido a la venta con más preguntas que respuestas, pero con la certeza de que el camino que estamos recorriendo es maravilloso, y absolutamente fascinados por el respeto que se nos tiene como lectores y por el correcto y medido fan service que Way ofrece a los fieles seguidores de esta franquicia tantas veces maltratada. Una de las cosas geniales que tiene este guionista es que no sólo no le tiene miedo al legado de Morrison, sino que le rinde tributo de la mejor manera posible: retomando su narrativa y llevándola a horizontes desconocidos.
Un solo diálogo mundano entre los dos personajes nuevos que protagonizan el primer capítulo es suficiente para introducirnos en una serie de reflexiones antropológicas cuasi-existenciales que podrían poner nuestra existencia patas para arriba, y eso es apenas una pincelada del complejo universo al que Way nos invita. Pero no se alarmen, no tenemos que esperar demasiado hasta que, por fin, uno a uno, varios de los personajes clásicos comienzan a aparecer: el Jefe, Cliff Steele -mejor conocido como Robotman-, Negative Man, Jane e inclusive Flex Mentallo, poco a poco se van sumando a la partuza y van tomando roles variados pero que no dejan de resultarnos familiares… si es que en tamaña extrañeza algo puede ser calificado de “familiar”, ¿no?
Y encima de todo el enorme Nick Derington, un multifacético artista familiarizado sobre todo con el trabajo de storyboard para animación, dueño de una narrativa pasmosa y de un sinnúmero de recursos gráficos puestos al servicio de un relato que puede saltar de lo absolutamente minimalista y concentrado a lo magnánimamente universal casi sin previo aviso. El diseño de personajes es exquisito, y somos varios los que, por ejemplo, vamos a celebrar el regreso de la campera noventosa de Robotman, así como otros tantos aciertos a la hora de presentar a muchos de los personajes clásicos, pero además, y sobre todo, la facilidad con la que el guión y el dibujo se complementan para que le guardemos un cariño enorme en muy poco tiempo a personajes que hasta el lanzamiento de este comic desconocíamos, aún cuando el universo que se está gestando alrededor de ellos no siempre tiene sentido, ni para ellos ni para nosotros, los lectores.
Es absolutamente refrescante encontrarse con un comic como Doom Patrol, que invita a leerlo más de una vez, y no nos subestima como lectores. Way consigue, una vez más, salirse con la suya y presentar un comic de autor puro y duro, intenso, extraño y singular, y heredero de la mejor escuela Morrisoniana. Ojalá este sello tengo una vida un poco más prolongada que otros proyectos editoriales análogos fallidos que se gestaron bajo esta editorial con una impronta similar.
4 comentarios